Otros también llevan alimentos para compartir con la familia y algunos solicitan el servicio de mariachis para que canten canciones, cuyo valor por pieza es de unos Q25.
“Vengo de Escuintla, para adornar la tumba de mi madre, quien fue sepultada aquí, y me llevo la sorpresa de que nos reciben con marimba. Me gustó mucho, porque es la primera vez que lo veo, a pesar de la tristeza que llevamos en el corazón, nos viene a alegrar un poco”, expresó María Gonzales, visitante del cementerio de la cabecera de Retalhuleu.
Jorge López, otro visitante, dijo que el precio de los ramos de flores se ha incrementado en comparación al año pasado, pero es necesario pagarlo para adornar las tumbas de quienes ya fallecieron.
En el cementerio general de Cobán, Alta Verapaz, desde las primeras horas se observó a comerciantes que ofrecían desde arreglos florales hasta platillos gastronómicos.
Aparte, Kevin García, vecino de la cabecera de Zacapa, dijo que en años anteriores ha habido menor cantidad de visitantes en el cementerio general de la localidad, pero en esta ocasión fueron cientos de pobladores los que acudieron a adornar las tumbas de sus familiares.
Menfil Méndez, quien reside en la capital, dijo que desde hace varios años lleva flores a los sepulcros de sus padres, cuyos restos descansan en el cementerio de San Pedro Sacatepéquez, San Marcos.
COBÁN – Desde muy tempranas horas, se realizan las visitas de familiares a los diferentes nichos pic.twitter.com/MCvRzL2scw
— Eduardo Sam Chun (@SamChun_PL) November 1, 2016
Además, en el cementerio general de Antigua Guatemala, Sacatepéquez, autoridades esperan la llegada de unas 250 mil personas, por lo que han coordinado un operativo de seguridad en el que participan agentes de la Policía Nacional Civil y soldados.
Tradición
Cementerios repletos de personas que participan en diferentes actividades para conmemorar los días de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos, 1 y 2 de noviembre, es una expresión cultural y de ritos cristianos que evoca al pasado prehispánico, según el historiador Fernando Urquizú.
La procesión de Las Santas Calaveras, en Petén, y procesiones del Señor de las Ánimas en otros departamentos reflejan el sincretismo religioso.
A esas tradiciones se une la preparación de platillos de la época como chilacayote, jocotes y nísperos en dulce, que fueron comunes en todo el país e incluso rituales en el área mesoamericana antes de la colonización de 1524, y que en la actualidad aún se reflejan en los pueblos, agrega el cronista.
Añade que la celebración comenzó luego de la contrarreforma, en 1566, como iniciativa del Papa Pío V. En ese entonces, el rey Felipe II exigió a las arquidiócesis de México y Lima que se promulgara un día para las ánimas.
Según el historiador, Guatemala, al pertenecer al arzobispado mexicano, adaptó las tradiciones y el colorido de la celebración, lo que aún se puede apreciar. La elaboración de fiambre, si bien ya forma parte de la tradición, es multicultural, pues contiene ingredientes árabes, españoles y locales.
Sincretismo religioso
Tumbas adornadas con flor de muerto, familias que comparten platillos de la época junto a los mausoleos, serenatas con mariachi y marimba son solo algunas de las formas de conmemorar en memoria de los difuntos.
Las Santas Calaveras de Petén son una clara manifestación de veneración a los difuntos, y es representativa del departamento, con mayor auge en San José.
Luis Hernández, historiador eclesiástico en ese departamento, relata que la tradición es de origen maya, pues desde la incursión de los españoles en el Noh Petén —Petén Grande, en itzá—, ya eran expuestas tres calaveras, de las cuales una es llevada en procesión.
Agrega que las calaveras son humanas y se cree que eran de hombres itzaes religiosos e importantes en la comunidad. Anteriormente se exhibían 12 cráneos.
Origen prehispánico
Urquizú señaló que esa tradición se basa en rendir culto a las ánimas y data de la época prehispánica, pues en Petén la conquista ocurrió hasta principios del siglo XVIII.
“No es un rito pagano, es el recuerdo y veneración de los antepasados, visto de una manera muy especial y propia de los lugares”, explica Urquizú.
En Chimaltenango también prevalecen las tradiciones. Una de ellas es la pedida de cabecera, que llevan a cabo jóvenes y niños.
La tradición consiste en la visita de grupos a viviendas, cada 1 de noviembre, y después de una breve serenata expresan la frase: “Ánimas somos, del cielo venimos, cabecera pedimos, y si no nos dan puertas y ventanas sonarán”, con lo cual obtienen comida de la temporada.
“Lastimosamente esta tradición se ha ido perdiendo en algunos lugres, ya que no hay apoyo para conservarlas”, dice Jacinto Teret, historiador de El Tejar.
María Ajbal, de 76 años, cuenta que desde que tiene uso de razón conoce la tradición de la cabecera, y que de niña participó en ella.
En Santiago Sacatepéquez se practica la costumbre de los emponchados, que consiste en acudir al cementerio la noche del 31 de octubre para amanecer el 1 de noviembre, y comer junto a los panteones de sus difuntos.
Bertha Santos, representante legal de la Asociación Civil Santiaguense para el Desarrollo Cultural, explica que la creencia es que a partir de la medianoche del 31 de octubre llegan los espíritus malignos a molestar; entonces los familiares acuden para proteger la tumba de sus seres queridos.
*Con información de M. Sandoval, O. Cardona, V. Gómez, J. Vargas, M. Popá, W. Obando, A. Julajuj, A. Marroquín, R. Escobar, R. Melgar, E. Sam, A. Coyoy, J. Tizol y R. Miranda.