La mujer va tres veces al día a las piletas para lavar recipientes, ropa y bañar a sus hijos. Esa misma dinámica hace el resto de familias del lugar.
Diego Tomás Aguaré, vecino, dijo: “Vivimos debajo del puente -El Naranjo- por necesidad y estamos acá porque la pobreza nos empujó a invadir un pedazo de terreno en un barranco, por mí fuera tuviera una buena casa en un mejor lugar, pero no tengo el dinero suficiente para salir de acá; lo doloroso de todo es que nuestra comunidad es invisible para las autoridades, no hay agua”.
El nacimiento fue descubierto en el 2013, luego de la invasión de los terrenos.
Reciben apoyo
A principios del 2014, la comunidad coreana residente en el país efectuó una donación para la construcción de piletas y lavaderos, con la finalidad de mejorar el abastecimientos y resguardo del manto acuífero.
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El 30 de marzo de ese año se inauguró la obra y desde entonces no se implementó otro proyecto de abastecimiento de agua en el lugar.
Los riesgos de la sequía terminaron porque el nacimiento produjo más agua con la llegada de la temporada de lluvia, pues durante la época seca la situación es crítica, porque el agua escasea.
“Los gobiernos pueden olvidar a los pobres como nosotros, pero Dios no, él -Dios- hizo el milagro para que naciera agua en una cueva y por lo menos tengamos para sobrevivir”, expuso Aguaré.
Inhabitable
La Municipalidad de Guatemala explicó que el asentamiento es área de alto riesgo y la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred) lo dictaminó como inhabitable.
“La Municipalidad no puede dar servicios a un lugar declarado inhabitable por la Conred”, indicó la Dirección de Comunicación Social de la comuna capitalina.
Los riesgos que dictaminó la Conred se basan en varios acontecimientos; por ejemplo, hace 11 meses se derrumbó una ladera, luego de que se acumularan desechos provenientes de la colonia Niño Dormido. En esa ocasión, cinco casas quedaron destruidas y 30 personas fueron las afectadas.
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Durante cada época de lluvia la vulnerabilidad de los residentes del asentamiento aumenta por los derrumbes.
Los vecinos aducen que el surgimiento de agua en la cueva es augurio de que el sector estaba destinado para que fuera habitado por personas con “necesidad”.
“Vivir bajo el puente me asustó un poco al principio, pero aunque hay riesgos no tengo más opción que vivir acá, muchos me podrán criticar, pero si vivieran en pobreza nos entenderían más”, argumentó Escalante.
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