Mónica Orozco de Berreondo, 49 años. Presidenta y fundadora de la Fundación Guatemalteca para Linfedema Manos Amigas
Soy sobreviviente de cáncer de seno desde hace 7 años; de la experiencia más difícil y dolorosa nace mi gran bendición que ahora es mi propósito de vida.
Desarrollé linfedema en la primera radioterapia, una enfermedad provocada como efecto secundario a los tratamientos contra el cáncer: mastectomía, vaciamiento ganglionar, y radioterapia. El brazo del área afectada se hincha, hay una sensación de pesadez y hormigueo, es una enfermedad progresiva y no tiene cura, pero con el tratamiento adecuado se puede mejorar la calidad de vida.
Con base a esta experiencia, enfoqué mis esfuerzos para estudiar y certificarme como terapeuta en linfedema, y así impulsar la creación de la Fundación Guatemalteca para Linfedema Manos Amigas desde hace 4 años.
He aprendido que Dios siempre ha sido mi fortaleza para salir adelante; que el miedo paraliza pero la fe mueve montañas; que la depresión con la enfermedad no es una buena combinación, que los pensamientos malos y destructivos hay que cambiarlos en los primeros tres minutos por pensamientos positivos, música, risa, oración o lindos recuerdos, para que se apoderen de nuestra voluntad.
Aprendí también que el amor y apoyo de la familia y amigos es uno de los pilares de nuestra recuperación. Además que nuestra mente es muy poderosa, y así como nos atormenta también es capaz de ayudarnos a sanar, pero eso dependerá de nostras decidir cómo queremos pasar nuestro día.
Toda experiencia difícil nos ayuda a crecer, nos hace fuertes, más humana, y humilde si aprendemos a escuchar la voz de Dios, y si luego tenemos una experiencia buena la agradeceremos y la disfrutaremos el doble. Sin olvidar que la solidaridad será importante practicarla como retribución a todo lo recibido.
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