Samuel Pérez Attias
NOTAS DE Samuel Pérez Attias
La teoría económica que fundamenta a los mercados explica que cuando estos están concentrados son proclives a crear endógenamente disparidades aún más grandes en el tiempo. Esto se ha demostrado empíricamente donde industrias concentradas en mercados desregulados tienden a concentrarse más. Por lo tanto, la Isonomía (igualdad de derechos) en cuanto a la libre competencia asume que los agentes económicos involucrados tienen la misma capacidad y libertad de acceder al mercado, a información y a recursos productivos. Eso no ocurre en la práctica. Gráficamente, se puede comparar con un partido de futbol: los jugadores en ambos equipos contendientes debieran tener similares condiciones físicas, etáreas y nutricionales para que la competencia sea justa. (No ves jugadores de la Sub 16 jugando con equipo de la Sub 20). Así las cosas, se argumenta que las grandes ligas compiten en igualdad entre las grandes ligas y que igual lo harán las ligas menores, lo cual es cierto. En el fut se compite por un trofeo; en el mercado laboral, por un empleo, y en el empresarial, por generar más ingresos o atraer más consumidores. La implicación de dicha realidad en el contexto económico es que la igualdad de derechos frente a grandes asimetrías estructurales justificaría la perpetuidad de la pobreza en ciertos grupos poblacionales étnicos, etáreos o de ciertas áreas geográficas que no tienen el mismo acceso a inversión social que otros grupos. “Ellos nacieron en las ‘ligas menores’, argumentará la teoría neoclásica, ‘y jugarán el partido según sus condiciones’”. En Jalapa, por ejemplo, los niños con igualdad de derechos pero sin el mismo acceso a educación de calidad, a salud de calidad y vergonzosamente a alimentación básica para sobrevivir deben comprender y resignarse a la suerte de que van a competir con sus pares jalapanecos tal vez en trabajos que no retribuyen ni al equivalente de la canasta básica vital. La inversión social y de infraestructura que podría sacarlos de la miseria no llega desde lo privado en un contexto de laissez faire. ¿Quién va a invertir en una escuela donde la gente vive con menos de 2 dolares al día? La inversión privada que llega es la que, al buscar el lucro, aprovecha sus condiciones Infrahumanas para contratarles con salarios menores que el mínimo legal. Paradójicamente al hecho de ser “iguales ante la ley” no les ayuda. Esto no es ideológico; es así como los mercados se comportan. Perpetuar las asimetrías que la Isonomía reproduce es conveniente para algunos pero perjudicial para otros, es decir, injusta y en el caso de Guatemala hablamos de la exclusión de la mayoría. En ese marco cabe preguntarse: ¿Es ese el Estado que queremos seguir construyendo? En el partido deportivo llamado “Guatemala”, las grandes ligas en los centros urbanos juegan entre ellas, el resto son chamuscas, y de chamuscas no pasan. La niña que nació en Camotán nació más pobre que quien nació en la zona 10, quien cuenta con ventajas en el acceso a educación, salud, infraestructura, capital para competir económicamente y construir su proyecto de vida; ojalá todo fuera como la economía clásica de Adam Smith lo postulaba, pues asumía que los prejuicios y exclusiones no existían en el mundo ideal pero irreal de los mercados perfectamente competitivos.
Ningún partido presenta propuestas para un cambio estructural en el país. Y es de esperarse, para cambiar el futuro de este país se requiere romper con estructuras de poder concentrado, enquistadas históricamente. Pero anunciar eso en campaña, además de no ser “sexy”, es un haraquiri político, si no la condena al ostracismo económico en el país.
Una gran parte de los habitantes que contaban con el privilegio de acceder a información a la que el resto no accedía, de analizar más allá de lo que el promedio analizaba y de influir en otros grupos con una cuota de poder mayor no quería que el día de elecciones llegara. De hecho, veían las elecciones, la institucionalidad y el “debido proceso” como un problema, no la solución.
Guatemala vive un momento histórico en el que le da lecciones al resto del mundo en cuanto qué hace una población harta de los abusos de poder para corregir un rumbo que parecía no tener esperanzas.
Existen dos consensos básicos en cuanto a la especie humana: 1º. No existen dos personas iguales. Hasta personas gemelas presentan diferencias en su ADN, cuyas combinaciones químicas y biológicas las hacen distintas. Por otro lado, según el sistema integrado de información taxonómica, los seres humanos somos clasificados de las siguientes formas: Reino: Animalia, Subphylum: Vertebrata (vertebrados) Clase: Mammalia (mamíferos) Infraclase: Eutheria (desarrollo dentro del útero materno) Orden: Primates (cinco dedos, un mismo patrón dental y un cuerpo con ciertas características) Familia: Hominidae (postura vertical) Género: Homo (humano, bípedo/a con pies no prensiles y capacidad creativa) Especie: Homo Sapiens (con capacidad racional, de aprender y comunicarse a través de un lenguaje complejo). El segundo consenso es entonces que todos y todas las personas pertenecemos a la misma especie, la clasificada como Homo Sapiens.
Los beneficios de la democracia debieran ser los que se derivan en la ciudadanía al romper con las estructuras de poder concentrado. Cuando estos no se perciben, la Democracia es vulnerable. Cuando estos beneficios no existen, la Democracia falla. Podemos conjeturar, al evaluar los 30 años del retorno de la Democracia en Guatemala, que “la Democracia” como tal, no es el problema del magro desarrollo en el País, más bien es el fallo de la Democracia debido los bajos niveles y calidad de la educación formal, la abrumante población en pobreza y miseria, la falta de acceso a información transparente en algunos grupos poblacionales, la poca representatividad y la falta de madurez política en la ciudadanía. El problema también es la captura y corrupción del Estado que utiliza los canales democráticos para favorecer a grupos específicos sistemáticamente y en el tiempo. En ese caso, no hablamos de Democracia sino de sistemas que secuestran a la Democracia degenerándola según el grupo dominante que capture el poder. La situación construida en Guatemala es más bien un secuestro de instituciones a favor de grupos de poderes fácticos. (La Cicig lo evidencia en su informe sobre el financiamiento de la política). Sin embargo, a nivel conceptual, existen beneficios de la democracia, como el diálogo social, el ejercicio de libertades civiles, la organización social y comunitaria y la consecuente visibilización y empoderamiento de la sociedad generalmente excluida que se debería ver favorecida a través de su ejercicio de poder como consecuencia de su incremento de libertades y cuotas de incidencia. Más que controlar lo que me afecta a mí como individuo, a través de los mercados, la Democracia me permite incidir sobre lo que “nos afecta a todos” como colectivo o grupo social dentro de un conglomerado mayor. La democracia nos permite pasar de ser consumidores en los mercados a ciudadanos/as que participamos en la construcción colectiva de la Nación y atender y resolver, conjuntamente, los problemas que los mercados no solo no pueden resolver sino las consecuencias que provocan en detrimento del desarrollo del ser humano.
Por algún motivo que no comprendo, todos los diciembres aparecía en casa ese señor: Santa Clos. Llega a las casas, entra como ladrón y ¡deja regalos! Pregunté a mis padres quién era y por qué había tantos disfrazados de él en todos lados, pero mis padres nunca me dieron la explicación lógica que añoraba. Papá cree en ese estúpido argumento de que los niños no razonan o no entienden. Una vez oí a mamá decir que quería ilusionarme y no matar las fantasías de mi niñez. En realidad las fantasías, la creatividad y la magia de la vida las encontraba en otras cosas fascinantes, como treparme en un árbol, jugar con la pluma de un zanate o hacer figuras de lodo. No necesitaba de Santa Clos ni de sus carísimos premios si papá y mamá no se sentaban a jugar conmigo o si me mantenían todo el día conectado a la tele y el iPhone.
El discurso de Baldizón es el mismo de los voceros del poder concentrado para desprestigiar a la Cicig y sus comisionados. Obvio, cuando el poder paralelo se siente amenazado busca eliminar su amenaza. Usar la propaganda mediática para desprestigiar a figuras es fácil y efectivo en sociedades acríticas y poco educadas. Pero no debe ser tolerado. Usted que lee esto es de los pocos privilegiados en el país que cuenta con una cuota de poder arriba del promedio. Use su criterio, use su inteligencia, edúquese. No se deje llevar por propaganda solo porque es “viral” en los medios. Las verdades en el país son inconvenientes para muchos, incluso para muchos de nosotros, los privilegiados, y evadirlas es evadir nuestra responsabilidad con la historia y con las nuevas generaciones. Ignorar el problema no hace que este desaparezca. No es tolerable que el candidato de Líder cuestione la labor del comisionado cuando le empieza a contar las costillas a su candidato vicepresidencial, mostrando evidencia como las llamadas telefónicas interceptadas. Esto no es un complot como los voceros del poder concentrado argumentaron en el pasado contra la Cicig y hoy argumenta Baldizón en CNN. Esto no es una cacería de brujas ni una estrategia de “comunistas” para ganar plata. Esto no es una intromisión de la cooperación internacional. Con las debilidades de cualquier institución, la Cicig es lo poco que le queda al País para desmantelar los poderes clandestinos enquistados en el Estado. Sus objetivos son: 1. Investigar la existencia de cuerpos ilegales y aparatos clandestinos de seguridad que cometen delitos que afectan a los derechos humanos fundamentales de los ciudadanos de Guatemala, e identificar las estructuras de estos grupos ilegales (incluyendo sus vínculos con funcionarios del Estado), actividades, modalidades de operación y fuentes de financiación. 2. Colaborar con el Estado en la desarticulación de los aparatos clandestinos de seguridad y cuerpos ilegales de seguridad y promover la investigación, persecución penal y sanción de los delitos cometidos por sus integrantes. 3. La Cicig hará recomendaciones al Estado de Guatemala para la adopción de políticas públicas destinadas a erradicar los aparatos clandestinos y cuerpos ilegales de seguridad y prevenir su reaparición, incluyendo las reformas jurídicas e institucionales necesarias para este fin.
Las políticas redistributivas en función de la equidad varían: Desde un esquema de impuestos progresivos (quien gana más paga marginalmente más) hasta las transferencias y la inversión social en bienes y servicios públicos. Inversión dirigida a grupos vulnerables para ecualizar puntos de partida en quienes de otra forma no tienen acceso a recursos mínimos que les equiparen con sus pares para competir en condiciones similares y sin las barreras que los privilegios heredados de otros significan. Estas políticas, además de resolver los argumentos moral, pragmático y utilitario contra la inequidad, elevan la productividad, incrementan la suma de bienestares individuales, dinamizan los mercados concentrados y promueven el crecimiento inclusivo. La redistribución de los ingresos implica seguridad social, educación y salud, entre otros servicios para todos/as. Para ello se necesita financiamiento a través de impuestos, de cooperación externa o endeudamiento. En donde la mayoría vive debajo de la línea de pobreza absoluta, la inequidad adquiere una importancia extrema. En Guatemala hay pocas personas que concentran la riqueza y capturan al Estado para su beneficio y muchas personas que no alcanzan niveles mínimos de subsistencia humana, que no podrán competir con sus pares y que contribuirán a los niveles de subdesarrollo focalizados en algunas poblaciones. La equidad social proporciona estabilidad en la inversión privada, mercados más dinámicos y desarrollo para todos. Es necesario, sin embargo, asegurar que los niveles de corrupción gubernamental se aborden seriamente, incrementando la eficiencia y transparencia del Estado. Esto implica la participación activa ciudadana y el ejercicio democrático de las instituciones. En Guatemala, las manifestaciones anticorrupción son un buen inicio.
No existe evidencia de economías regidas por mercados perfectamente competitivos ni de una sociedad regida por un laissez faire como plantean los libertarios. De hecho, sería imposible. Su propuesta es ambigua, rayando en la fantasía, pues al usar la praxeología en ocasiones hacen referencia a la teoría y en otras a la práctica. La falacia más común en su discurso es la falsa dicotomía entre “capitalismo o comunismo”. Podrían hacer su análisis partiendo de que todas las economías del mundo son mixtas. Lo que difiere hoy en la economía global son los grados de intervención de los Estados en los mercados.