El cielo nocturno ha captado la atención del ser humano desde la antigüedad y ha maravillado durante miles de años por su misterio e inmensidad. Si en la época actual, en la que el entretenimiento se ha diversificado tanto, aún sigue dejando sin aliento al observador que en la soledad de la noche se aparta de la muchedumbre y de las luces de la ciudad para encontrarse con la inmensidad del universo, cuánto más en la antigüedad, en la que el cielo nocturno era el mayor espectáculo para el hombre común.