Era el año 1953 cuando como estudiante vivía en la eterna ciudad de Londres, Inglaterra, adonde había arribado en febrero de aquel año, en el peor de los meses del invierno, ya que en ese tiempo, como consecuencia de los resultados de la Segunda Guerra Mundial, faltaban muchas cosas como comida, aire acondicionado y demás que hacían que la vida fuera un diario sacrificio para sobrevivir.