La primera vacuna que un ser humano recibe se llama calostro y todas las madres lo producen después del parto para sus recién nacidos. La leche materna es un milagro de equidad natural, tiene la misma calidad saliendo del pecho de una madre en extrema pobreza que saliendo del pecho de una madre en opulencia. Exactamente la misma calidad. La lactancia materna es una práctica que se está perdiendo en Guatemala, es por ello que en el Plan del Pacto Hambre Cero se considera de suma importancia la promoción, protección y apoyo de la misma. La práctica de la lactancia materna en los niños y niñas pequeñas reduce el riesgo de padecer enfermedades agudas, disminuyen los episodios de diarreas, infecciones respiratorias, infecciones del oído, también presentan menor riesgo de padecer enfermedades crónicas en la edad adulta, como presión arterial alta, menor probabilidad de padecer diabetes tipo 2 y menor riesgo de sobrepeso y obesidad.
El hambre crónica que padecen los guatemaltecos y las guatemaltecas, pero sobre todo los niños de varias regiones del país, es el resultado de la interacción de una serie de factores políticos, económicos y sociales que afectan negativamente la disponibilidad, acceso, consumo y utilización biológica de los alimentos. Y el factor más importante es el político; mejor dicho, la falta de una verdadera voluntad política de todos y cada uno de los políticos y partidos que llegan al gobierno de este país.