Kajkoj Máximo Ba Tiul
NOTAS DE Kajkoj Máximo Ba Tiul
Los Poqomchi decimos: xin w’an. Los Q’eqchi dicen: xin b’anu’. Que quiere decir: lo hice, estoy bien y por eso gracias. Digo esto porque aquí se cierra una nueva experiencia. Me dio mucho gusto compartir ideas y sentimientos con todos ustedes, que se atrevieron a leer y a analizar sobre lo que escribí cada fin de semana. Sé que a algunos les pareció bien, a otros no, incluso para algunos fue motivo para pensar así: “Como es que este indio piensa y escribe así”. Otros me calificaron como resentido social y falta de conocimiento; y que si así pensaba sobre el país, por qué no me iba a otro.
Ante los acontecimientos violentos en Francia, habrá muchas preguntas sin responder y mientras tanto por los intereses geoestratégicos de los Estados, siempre los culpables serán los débiles, los desprotegidos, los vulnerables, los pobres, todos aquellos que son desechados por el sistema.
El 16 de noviembre de 1989, durante el gobierno de Alfredo Cristiani, en El Salvador, fueron asesinados seis sacerdotes jesuitas (Ignacio Ellacurìa, Ignacio Martìn-Barò, Segundo Montes, Juan Ramòn Moreno, Armando Lòpez y Joaquien Lòpez y Lòpez, y dos empleadas domésticas: Elba Ramos y Celina Ramos). Este imborrable hecho fue cometido por un pelotón del batallón Atlacatl de la Fuerza Armada de ese país, bajo las órdenes del coronel René Emilio Ponce. Todos ellos comprometidos con el pueblo pobre salvadoreño y desde donde elaboraron muchas reflexiones, que hasta ahora no dejan de ser actuales.
“Se cumplen 10 años de un hecho que marcó a fuego el cambio de época en la región: el “entierro” al ALCA, que promovía Estados Unidos. Desde aquella postal triunfal de Lula, Chávez y Kirchner, en Mar del Plata —que coronaba una extendida resistencia popular a ese proyecto neocolonial—, mucha agua corrió bajo el puente. Y la corriente en el río suramericano parece ahora ir en contra. Tras una década de profundas mutaciones, ¿comenzó, como mucho opinólogo vaticina, el “fin de ciclo” de los gobiernos progresistas? ¿Le espera el mismo destino a los procesos más radicales? ¿Cómo están paradas las mayorías populares para enfrentar una etapa de políticas más conservadoras?
Llevamos una semana de resaca por la elección del nuevo gobierno, a pesar de que se elige bajo las obligaciones de la Ley Seca. Como alguien dice por allí, la resaca en seco es más jodida, porque ni los tragos que nos serviremos en estos días, cuando estaremos hablando y acompañando a quienes ya iniciaron su caminado hacia el vientre de la Sagrada Tierra, podrán quitárnoslo.
Llegó el momento de la decisión, el día D. El pueblo decidirá. Entre debates, foros, memes, campañas de todo tipo, falta de propuestas y muchas mentiras. Además, la existencia de medios de comunicación que jugaron su papel de incidir en la decisión de quienes van a votar o no, pero principalmente en quienes van a votar, sobre todo para vender la idea de la antipolítica, personalizado en Jimmy Morales.
Si Usted fue uno o una de las que salió a los parques y demostró su indignación, su frustración, su enojo, su encabronamiento por tanta corrupción e impunidad, ahora debe hacer un alto, pensar y preguntarse: ¿llegamos a eso para votar por uno de los dos contendientes? ¿Es cierto que llenar las plazas fue para votar por uno que no tiene plan y la otra que sí tiene un plan, aunque ambos sí tienen plan, escrito o no, y su plan es mantener el clima de la corrupción o de la impunidad? ¿Llegó a la plaza para gritar no más corrupción y no más impunidad, para dejar intacto el mismo sistema que lo sostiene?, porque cualquiera de los dos, eso va a seguir haciendo.
Los desastres naturales no son tan naturales porque son construidos a través del tiempo por la mano del ser humano, principalmente por quienes controlan el actual sistema económico. Este tipo de desastres como que hacen su opción preferencial por los más pobres y se constituyen como una oportunidad para que el capitalismo se fortalezca.
A finales del siglo pasado, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó lo que va a llamarse los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Todos los Estados miembros, con buenas intenciones para cumplir y hacer cumplir los ocho objetivos, 18 metas y 48 indicadores, buscan que los países denominados en vías de desarrollo tomen medidas y esfuerzos para luchar contra la pobreza y extrema pobreza, el analfabetismo, el hambre, la falta de educación, la desigualdad entre género, la mortalidad materno infantil, el VIH/sida y la degradación ambiental.
Después de muchos años de silen- cio, por la prepotencia de un Estado y gobiernos sucesivos, que abusando de su poder habían acallado las voces de los pueblos, inculcando un espíritu de impotencia, para promover una ruta para recuperar nuestra dignidad y el derecho a vivir.