Juan Alberto Fuentes Knight
NOTAS DE Juan Alberto Fuentes Knight
El conocido historiador Niall Ferguson argumenta que Trump se parece más a los populistas norteamericanos de fines del siglo XIX que a personajes fascistas como Mussolini o Hitler (http://www.cirsd.org/en/horizons/horizons-autumn-2016--issue-no-8/populism-as-a-backlash-against-globalization). Trump comparte con los líderes políticos populistas de aquella época su intención de detener o revertir los flujos internacionales de comercio, personas y capitales, en un contexto en que aumenta la migración y hay más desigualdad, con crisis financieras y percepción de corrupción. Demagogos populistas como Trump lo han aprovechado para despertar pasiones y movilizar apoyos. Y los libertarios guatemaltecos lo apoyan sin reconocer que es contrario a la libertad económica que pregonan.
La interrupción del transporte de carga ha tenido un impacto de corto plazo que es innegable y desigual. Los pequeños y medianos productores de bienes perecederos como la arveja china, la arveja dulce, los mini vegetales y la fruta están entre los más afectados. Lo ocurrido puede haber aumentado la pobreza. También es lamentable la interrupción de importaciones y de otras exportaciones que, sin ser perecederas o producidas por pequeños propietarios, implican pérdidas por costos de almacenaje, transporte postergado y condiciones de entrega no cumplidos.
Mientras en los Estados Unidos el último debate entre Hillary Clinton y Donald Trump consolidaba a Clinton en la delantera, en Guatemala la lucha por ganar la presidencia del Congreso se planteaba como incierta. El contraste no podía ser mayor. Como consecuencia del último debate presidencial las divergencias sobre políticas quedaron muy claras en temas como los de la migración, el aborto y la política exterior. Al mismo tiempo, los peligros de un salto al vacío resultante de una victoria de Trump, con peligros evidentes para todo el mundo, parecieron alejarse. Se consolidó no solo la ventaja sino las posiciones de la candidata.
Nuestra moneda nacio- nal, el Quetzal, alzó el vuelo. En Guatemala el dólar está bajando y el quetzal subiendo. Un dólar equivale ahora a menos quetzales que hace un año. Ahora se reciben menos de 7.4 quetzales al cambiar un dólar cuando antes se recibían más de 8. Otra manera de decirlo: un quetzal equivale ahora a casi 14 centavos de dólar, cuando antes equivalía a cerca de 12 centavos.
A los pocos minutos del debate entre Donald Trump y Hillary Clinton el peso mexicano y el dólar canadiense comenzaron a apreciarse, mientras el yen japonés caía. El yen, posible depósito de salvación ante una crisis mundial, ya no resultaba tan atractivo puesto que la victoria de Trump y el descalabro económico mundial dejaban de ser inminentes. El peso mexicano y el dólar canadiense, golpeados por una posible denuncia del tratado de libre comercio de América del Norte (el NAFTA) y por lo que podría ser el inicio de una era de confrontación en el ámbito económico, recuperaban algo del valor perdido cuando Hillary Clinton comenzó a vislumbrarse como la gran ganadora del debate presidencial de hace unos días.
La forma en que se resuelva el problema de la Terminal de Contenedores Quetzal (TCQ) podría tener un impacto decisivo sobre inversiones futuras en Guatemala. La semana pasada se anunció una posible solución del problema de TCQ, consecuencia de un cuestionado contrato de usufructo y de sobornos asociados a su suscripción. Ahora existe una propuesta de solución, resultante de un diálogo entre la PGN, el interventor de la Empresa Portuaria Quetzal, la empresa de terminales APM y la Corporación Financiera Internacional. Para que se implemente, el Congreso deberá aprobar que la Empresa Portuaria Quetzal otorgue la TCQ en concesión directa a la empresa holandesa APM por 21 años, sujeta a ciertas condiciones.
A Guatemala no le conviene un presidente agotado, presionado y emocionalmente vulnerable. No le conviene una presidencia sin iniciativa, con pocos márgenes para implementar sus políticas y sujeta continuamente a vetos provenientes de otros poderes o grupos. Un régimen republicano y democrático, con balances entre los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, requiere cierta fuerza política del presidente, sujeta al estado de derecho y al juego democrático.
El Consejo Económico y Social (CES), conformado por representantes de organizaciones sindicales, de cooperativas y empresariales, hizo un llamado la semana pasada a impulsar la negociación de un pacto económico y fiscal. Hay varias experiencias de pactos o acuerdos nacionales que se han convenido, y han dado algún sentido de orientación, como lo hicieron el Pacto Fiscal suscrito en el 2000 o el Pacto Ambiental convenido a fines del año pasado. Sin embargo, existe una amplia percepción de que muchos acuerdos han quedado solo en el papel. Diferencias significativas entre nosotros en relación a temas tan fundamentales como las funciones básicas del Estado han impedido un efectivo cumplimiento de lo convenido, puesto que la falta de consenso en la práctica se ha manifestado en vetos, atrasos o falta de recursos para implementar lo acordado.
¿Qué puede hacerse para reducir la desaceleración de la economía guatemalteca? ¿Nada? La estructura económica de Guatemala no deja un gran margen para hacer mucho a corto plazo. Por una parte, la situación económica internacional no mejora. La economía de los Estados Unidos, nuestro mayor socio comercial, se desacelera.
La reforma tributaria propuesta por el Gobierno es valiente pero contiene serios errores. Primero, aumenta la complejidad del impuesto sobre la renta. En Guatemala hay cierto consenso acerca de la necesidad de simplificar el régimen tributario. Lamentablemente la propuesta del Gobierno complica su pago y recaudación. Por una parte, ahora introduce tres tasas en el sistema “simplificado” del ISR, cuando el espíritu inicial de este régimen era contar con una sola tasa aplicada a ingresos o ventas totales, lamentablemente modificado en 2012, cuando se introdujeron dos tasas. Por otra, se propone que el ISR aplicado a asalariados incluya nuevas deducciones: la deducción del pago del IVA y gastos en educación privada (financiándola indirectamente), pero al mismo tiempo triplica las tasas de 5 y 7% que se aplicarían a los asalariados, que en el futuro irían de 15 a 29%.