En uno de los pasillos del asilo se puede observar a Aura Leticia Estrada, de 54 años. Normalmente trabaja en sus bordados de lustrina.

“¿Sabe algo? Me siento triste y sola”, dice Gumercina Ruiz, de 90 años.

“Mi hijo pertenecía a los Bomberos Municipales. Murió y me quedé sola”, narra María Andrea Martínez, de 70 años.

“Cómo me gusta que nos vengan a ver, se siente bonito”, asegura Ilaria Raymundo, quien tiene 95 años.

Un problema en la columna impide que Arely Beltrán pueda mantenerse de pie. A pesar de ello, disfruta leer, ver telenovelas y sonreír.

En una de las habitaciones del pasillo principal del dormitorio de las damas se encuentra María. Tiene 67 años y su sonrisa sale a relucir cuando recibe visitas.

"Un día ella dijo que no se iba a levantar de la cama y ahí se quedó. Ahí ha pasado sus días”, dijo la ama de llaves al referirse a Genoveva, quien permanece en cama desde hace mucho tiempo.

“Paula es una mujer de pocas palabras”, según comentó una de las ancianitas que se mantiene al lado de ella.

Uno de los artículos favoritos de Juan Ramírez es su gorra anaranjada. Él padece de presión arterial alta.

Antonio Gutiérrez, es uno de los abuelitos más fuertes y lúcidos que se puede ver caminar por los pasillos del asilo.