Ismael Cala

Ismael Cala

NOTAS DE Ismael Cala

Intentar crecer perjudicando a otros siempre deja una huella negativa en la vida. Quizás logres alguna notoriedad, pero nunca vivirás en paz contigo mismo. Entre otras razones, porque no contribuyes a la felicidad de los demás, que es una condición indispensable para ser feliz.
"Quién soy" es una de las preguntas más importantes de nuestras vidas. Cuando a Buda le preguntaron "¿quién eres?", él negó que fuera un Dios o un hombre; pero, según diversas traducciones, su respuesta fue: "soy el despertar", "soy un ser despierto" o "soy un ser consciente". Cualquiera de estas interpretaciones nos sirve para explicar lo que quería decir Buda.
Hay quienes creen que ser holgazán, huir de casa o evadir responsabilidades domésticas es un camino hacia la felicidad; es decir, relacionan automáticamente haraganería con placer. Sin embargo, la ciencia contradice una vez más determinadas creencias populares (algunas muy machistas) que colocan al hombre por encima de la mujer.
Vivimos dormidos. La mayoría de las personas están dormidas, aunque no lo saben. Despertar significa salir de la zona de confort, y eso resulta desagradable para algunos.
Cuando nos vemos frente al espejo, tendemos a compararnos con los demás: "estoy más gordo que Pedro", "tengo más arrugas que María" o "hasta cuándo ganaré menos dinero que Irene".
El filósofo griego Plutarco aseguraba que "el cerebro no es un vaso por llenar, sino una lámpara por encender". El cerebro es el órgano más decisivo en nuestro crecimiento, no solo físicamente —ya que se encarga de enviar las órdenes al cuerpo—, sino a nivel personal e intelectual.
La India es uno de mis destinos favoritos. Casi nueve millones de turistas viajaron a ese país en 2016. Yo mismo he tenido la suerte de visitarlo en varias ocasiones, porque siempre me llena de energía. Podría decir incluso que es un descanso para mis rutinas. India es la mezcla perfecta entre el caos y el entendimiento; es un subcontinente lleno de contrastes.
Los seres humanos utilizamos miles de palabras diariamente. Según la neuropsiquiatra norteamericana Louann Brizendine, son 13.000 en el caso de los hombres y 20.000 en el de las mujeres. Se trata de una habilidad casi intrínseca en nosotros; la desarrollamos con la voz o con los gestos.
El célebre dramaturgo William Shakespeare aseguraba que "si el hombre fuera constante, sería perfecto". No creo en la perfección, pero sí en la excelencia en todos los aspectos de nuestra vida. Y, en este caso, coincido con el escritor británico en que la perseverancia es una de las claves para el éxito. Tras la ardua tarea para fijar un objetivo, es imposible llegar a alcanzarlo sin la constancia.