Hace unos días, cuando se difundió la noticia del asesinato de 20 niños en Newtown, Connecticut, en las imágenes de la televisión difundidas por la cadena CNN, causó gran impacto ver llorar al presidente Obama. Él, el hombre más poderoso de la Tierra, quien gobierna al país económicamente más desarrollado del mundo, el político más influyente, no pudo contener sus emociones y demostró, a través de sus lágrimas, que detrás del hombre político y poderoso hay también un hombre que se duele del dolor de sus semejantes,