Hoy nadie duda que se ha avanzado mucho en las Américas en cuanto a la participación de las mujeres en la política. Pero estas cifras no se traducen en representación equivalente en puestos directivos en los partidos o en los promedios de representación en los congresos que, regionalmente, oscila entre el 22 y 24%. Son tres los “techos”, por usar una analogía, que enfrentan las mujeres en sus carreras políticas y que limitan su necesaria representación.
Según datos de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), para finales de 2016, aproximadamente 65.6 millones de personas en todo el mundo se vieron obligadas a abandonar sus hogares a causa del conflicto y la persecución. Entre ellas, hay casi 22.5 millones de refugiados. En el caso particular de las Américas, en los últimos cinco años el número de personas solicitantes de asilo ha crecido en un 782 por ciento. En efecto, para 2014, los países de la región acogían, entre refugiados, personas en situación similar y solicitantes de asilo a más de un millón de personas. De ellas, más de la mitad provenían de países de las Américas. Puesto en perspectiva, es como si la ciudad de Ottawa, capital de Canadá, en su totalidad hubiera solicitado asilo.