El reporte considera que en Estados Unidos residen ya cerca de un millón de menores que no fueron detenidos en la frontera y viven como indocumentados.
David Murphey, autor del informe e investigador de Child Trends, señaló que estos niños han vivido en su mayoría “experiencias traumáticas”, ya sea por la “separación de la familia o la exposición a la violencia, o ambas cosas” .
“Sin el apoyo adecuado, estos niños pueden tener dificultades en la escuela y más tarde en la vida”, pronosticó Murphey.
Y mientras los refugiados tienen a su disposición la ayuda de los servicios sociales y una vía para la ciudadanía, los indocumentados se enfrentan a un posible periodo de detención y un “estrés tóxico” debido a su estatus migratorio.
Este estrés “severo y prolongado” puede afectar las “habilidades cognitivas, sociales y emocionales de los niños, y aumentar el riesgo de enfermedad y muerte prematura” .
El estudio indica que estos menores indocumentados pueden experimentar “discriminación y acoso” en la escuela y su desarrollo puede verse afectado por su estancia en los centros de detención al que son enviados tras ser interceptados por agentes fronterizos.
Para combatir esta situación, Child Trends pide que los niños tengan garantizada la “seguridad física” y un proceso legal adecuado, que incluya representación de abogados durante el proceso de petición de asilo.
El reporte aconseja además que los agentes fronterizos reciban formación específica para tratar a niños que han sido víctimas de tráfico de personas, que no se separe a padres y menores y que se destinen fondos para que las comunidades tengan recursos para recibirles y atenderles adecuadamente.