No se necesita hacer una extensa explicación para argumentar que el sistema político actual necesita mejorarse, la mejora del sistema político es algo intuitivo y fácil de identificar para los ciudadanos. Sin embargo, la ruta para solucionar este problema no está del todo clara.

Un ejemplo de un grave problema que nos afecta a todos es la desconexión entre los diputados y sus representantes, cada vez es mayor, ocasionando que los intereses que representan y por los cuales trabajan los diputados del Congreso no son en aras de mejorar las condiciones de los ciudadanos de sus distritos. Esta falta de vinculación ha ocasionado que se erosione la representatividad dando cabida a intereses particulares a través de la distribución de obra pública y de presupuesto dentro del Congreso.

La mayoría de partidos políticos, salvo unas pocas excepciones, han dejado de ser canales y espacios participación ciudadana hacia la política y se han convertido en canales que buscan hacerse con el presupuesto público del Estado. Esta dinámica peligrosa ha ido avanzando paulatinamente. Las consecuencias no solo es una mala calidad política sino también una mala calidad del gasto público, ya que la búsqueda de estos fondos públicos son ejecutados de mala calidad; y los proyectos que pudieran ser ejecutados por empresas de reconocida calidad no se materializa, afectando así al ciudadano.

La importancia de reformar el sistema político es el gran ausente en el debate y opinión pública. La pandemia -convertida en una “normalidad”- ha envuelto tanto a gobierno, políticos y ciudadanos en discusiones coyunturales olvidando el mediano plazo que cada vez parece alcanzarnos.

Hay varios escenarios sobre lo que puede deparar un mal sistema político para el ciudadano. Desde un esfuerzo político reformista que solucione los actuales incentivos del sistema político, consolidación de un régimen dictatorial, un impasse político prolongado en donde todo sigue igual por algún tiempo, el surgimiento del populista “salvador del pueblo”, un estallido social que derive en un proceso constituyente sin partidos institucionalizados, por mencionar algunos.

Es la impresión de muchos ciudadanos que pueden tomar liderazgos que estamos en un momento importante en el país para provocar el escenario reformista de mejoramiento del sistema político. Un esfuerzo común de reformas importantes al Estado. La gran pregunta es ¿Cómo encontrar la voluntad política para realizarlo? La voluntad política y esfuerzos reformistas puede surgir con la madurez, voluntad y visión de los lideres sociales de distintos ámbitos sociales, academia y empresariales.

Muchos momentos importantes de la historia política han contado con condiciones menos favorables y más polarizantes que la situación en la cual nos encontramos actualmente. Ante la llegada del bicentenario es un buen momento para identificar las buenas ideas y propuestas que puedan mejorar el sistema político, un esfuerzo para no desperdiciar el bono demográfico y brindar más oportunidad que promuevan el desarrollo libre y en paz.