En el Enade 2016 se habló de las ciudades intermedias y se expuso el nodo regional de Los Altos, que sería conformado por Quetzaltenango y cuatro municipios. Dos años después, la idea se materializó en la Política Nacional de Competitividad 2018-2032, del Programa Nacional de Competitividad de Guatemala, y el nodo de la ciudad de Los Altos incluyó a Quetzaltenango, Salcajá, Olintepeque, La Esperanza, Almolonga, Cantel, San Juan Ostuncalco y San Mateo, de Quetzaltenango, y San Cristóbal Totonicapán, de Totonicapán.
El propósito es que en el 2032 el nodo tenga un esquema de ordenamiento territorial y se conceptualice a las ciudades como centros de articulación de la actividad económica y de vivienda, con amplias redes de distribución de servicios y conectadas por una red de infraestructura. La descripción es atractiva, pero a una década de que finalice el plazo falta mucho por hacer.
Otto Vargas, coordinador de la Mesa de Competitividad de Quetzaltenango, explica que la iniciativa, parte del Plan K’atun 2032, tiene como propósito preparar a las ciudades para el crecimiento poblacional, pero considera que no ha habido un avance significativo y se quedó en un documento.
Para Los Altos, la política contempla una inversión de US$500 millones que “el país aún no tiene presupuestados. Es una metodología con poco avance, aunque sería positivo invertir”.
Otra deficiencia es la desigualdad de desarrollo en los municipios del nodo. Por ejemplo, Quetzaltenango, el detonante, ocupa el puesto 17 en el Índice de Competitividad Local, mientras que San Cristóbal Totonicapán, el 195, agrega.
“Hasta cierto punto la diferencia de competitividad también demuestra que no hay mayor progreso. Otro factor es que Quetzaltenango ya no puede planificar solo. Compartimos con más municipios la población y otros factores”, precisa.
La mayoría de recursos van al gasto público, para el pago de funcionarios y empleados.
“La infraestructura es un elemento clave para la competitividad, pero es muy poca. Solo vemos la construcción del paso a desnivel en Cuatro Caminos, Totonicapán y un poco la remodelación del aeropuerto de Los Altos. Creo que no se han aprovechado los fondos de los Consejos Departamentales de Desarrollo”, hace ver Vargas.
Aunque la inversión pública es nula, considera que la privada destaca. “A pesar de que no hay planificación de desarrollo económico del gobierno local, vemos empresas nuevas y el sector construcción sigue creciendo, y junto a esto lo que siempre crece es el comercio y servicios, pues en buena parte contribuyen las remesas”, puntualiza.
Percy Aguilar, catedrático investigador del Centro Universitario de Occidente e integrante del Colectivo de Profesionales de Quetzaltenango, coincide con Vargas en que el crecimiento económico y comercial de Xela, La Esperanza y Salcajá no se atribuye a las ciudades intermedias sino a las remesas enviadas por los migrantes. En el 2019, Quetzaltenango reportó Q5 mil 584 millones.
Al recorrer la ciudad altense se observa el crecimiento de la propiedad vertical.
“Están surgiendo muchos condominios y torres de apartamentos. Una de ellas se vendió en un año en su totalidad. Esto demuestra que es un sector de mucho crecimiento. No se le ha puesto atención, pero hay personas de Honduras y Nicaragua que están viniendo a vivir aquí”, reveló.
Además de la inversión en carreteras, Aguilar considera que el Gobierno debe mejorar la infraestructura de salud y educación y crear nueva, pues en ambos servicios hay innovación privada y la oferta se centra en ese sector.
“Se deja al nodo con un número de población, pero sin espacios estatales donde pueda acceder a educación y salud. Cuando esto sucede se percibe una intención para que crezca lo privado y que el Estado desaparezca, lo cual es muy negativo para una sociedad donde prima la pobreza”.
Para lograr el propósito de una ciudad intermedia, Aguilar estima que los municipios, sobre todo de la cabecera departamental, deberían ofrecer servicios idóneos para que las inversiones no se conviertan en problemas.
Crecimiento
“Para el 2032, cuando se desea que los nodos estén en su plenitud, quizá vamos a tener mucha gente viviendo en Quetzaltenango, pero también una excesiva escasez de agua entubada. Está bien que se arreglen las calles, pero no se hace nada por el agua. Otro problema es la energía eléctrica; es inestable, y cuando tengamos tres millones de habitantes, cómo será el consumo y cómo nos afectará. No tendremos para la industria, pero la necesitamos para producir. Y en cuanto a los drenajes, ya colapsaron. Si se piensa en el gran número de apartamentos en esas grandes torres, ¿a dónde irán sus drenajes?”, cuestiona.
En el nodo, más del 35 por ciento de la población tiene entre 15 y 39 años. Otro de los propósitos de la política es mejorar las condiciones de vida de ese grupo para prevenir la migración irregular, pero según Aguilar es difícil mientras los empleos continúen con la evasión del pago de horas extras y el impago del salario mínimo.
“Hay pocas oportunidades y mal pagadas, obligan a que la mano de obra sea barata. Hay jóvenes que trabajan a tiempo completo por Q800 o Q1 mil, y eso es peor que nada. La persona que ahora es joven y fuerte puede estar 10 a 12 horas diarias en el trabajo con mala alimentación, pero eso tendrá sus repercusiones”.
Otra área con crecimiento son los centros comerciales, señaló Jorge García, presidente de la Cámara de Comercio filial Quetzaltenango. El empresario no percibe la inversión pública, pero está consciente de que la privada llegó, independiente de las acciones de la política de competitividad.
“El tema de las ciudades intermedias no ha avanzado para nada. Una excusa es la pandemia, pero más creo que es burocracia. En el 2018, para Quetzaltenango hubo un crecimiento del PIB a nivel departamental de 5.6. La inversión privada fue muy saludable, pero de parte del Gobierno no hubo proyectos para la ciudad intermedia”.
García recordó que las carreteras son esenciales para la competitividad e hizo alusión al tormentoso camino entre Las Rosas, Quetzaltenango, Cantel y Zunil, por los hoyos y grietas. Hasta ahora está en un litigio y la fecha de reconstrucción es incierta.
Antes de la pandemia, la Cámara contempló la ausencia del trabajo gubernamental para avanzar en la conformación positiva del nodo y la afectación que causó la inestabilidad política, pero al covid se sumó la crisis económica.
“La inversión privada paró a raíz de la pandemia. En el gobierno de Jimmy Morales hubo incertidumbre y falta de certeza jurídica que se repite ahora por la coyuntura política. Estamos en condiciones adversas, no hemos salido de la crisis por el covid-19, la macroeconomía está bien porque las remesas levantaron el PIB, pero la reactivación económica interna no ha llegado a un punto de equilibrio. Inició la reactivación, pero no la recuperación”.
En el crecimiento del sector privado, Flor Escobar, presidenta de la Gremial de Mujeres de la Cámara de Comercio filial Quetzaltenango, identificó que la mayoría de inversión es extranjera.
“Hay inversión privada, pero viene de afuera. Sería muy importante que las entidades financieras quetzaltecas pudieran verlo como un lugar atractivo de inversión, que explotáramos lo que tenemos. Sería mejor que nosotros mismos aprovecháramos nuestros recursos. No hemos perdido el temor de invertir, porque es un capital importante. Lo que debe cambiar es la mentalidad y abrir los ojos, porque si vienen a invertir de afuera, es porque somos una ciudad importante en la economía nacional”.
Escobar estima que con la inversión local crecería la empresarialidad quetzalteca, habría más capacidad y aumentaría la circulación de efectivo en la ciudad, para mejorar el nivel de vida de la población.
A su criterio, en La Esperanza, Salcajá y Cantel hay un crecimiento importante de la vivienda y como consecuencia la plusvalía mejoró, mientras que Almolonga y Zunil siguen siendo proveedores importantes de verduras y hortalizas. En la cabecera departamental hay un aumento de los servicios privados de salud con al menos 20 hospitales, fenómeno que relaciona con el turismo de salud.
En la inversión pública observa más falencias que aciertos. “Del 100 por ciento que nosotros —Quetzaltenango— damos en impuestos a la SAT, escasamente regresa el 30 por ciento, que si fuera bien invertido, sería interesante”.
Entre los objetivos del nodo está el turismo, actividad con rezago.
“No hay mayor avance en lo que se tenía planificado o en lo que se pensaba que sería, falta mucho en la descentralización y las inversiones que se necesitan. Deberíamos tener carreteras y un ejemplo de ello es la ruta Cito Zarco. El crecimiento que se ha dado es normal, se esperaba tenerlo por el aumento de población, pero no se ha disparado, no es un anuncio de que en 10 años seremos una ciudad intermedia”, resaltó Daniel Yancor, presidente de la Gremial de Hoteles, Restaurantes y Turismo.
Aunque varios sectores económicos están de acuerdo en el abandono y ausencia de inversión, así como de acciones públicas para afianzar el nodo, no hay una exigencia que se manifieste de viva voz.
“El problema es que mientras no estemos unidos y busquemos la misma visión, Quetzaltenango no exigirá esa inversión que debería hacer el gobierno central. Quetzaltenango es un gran generador de impuestos y al final lo que retorna no corresponde. Las cámaras y gremiales tenemos que enlazarnos y demandar”, subrayó.
Yancor considera viable atraer turistas, pero antes se debe mejorar el acceso a los atractivos y contar con buena infraestructura.
“Quetzaltenango no es un destino turístico, vienen porque es más barato aprender español. Es una ciudad colonial que no se ha explotado, no cumple con las condiciones de ser un destino. El movimiento es por las personas que vienen a hacer negocios. Se necesita un portafolio de los destinos, un centro histórico ordenado y atractivo”, enfatizó.
Dalila Castro, coordinadora del Consejo Comunitario de Desarrollo del barrio El Calvario, zona 1 de Xela, lamenta que exista poca integración de los sectores comunitarios y de mujeres en el nodo, a pesar de que en la mayoría de los municipios ellas son más del 50 por ciento.
“Tristemente en el tema de las ciudades intermedias no tenemos oportunidad de participar y ayudar para que entre todas las personas consigamos algo mejor, pero no nos escuchan. Como mujeres podemos empodéranos en beneficio de la comunidad y ayudarnos unas con otras, se debe cambiar la mentalidad de la mujer solo como ama de casa”, expresó.
De acuerdo con la percepción de Dalila, las autoridades encontraron en la pandemia una justificación.
“Cuando comenzó el nuevo gobierno era una prioridad avanzar en el nodo, pero con la pandemia todo se estancó, hicieron que nos enfocáramos en el covid-19 y no en darle un seguimiento al tema de las inversiones. He visto que las empresas están viendo como salvarse a ellas mismas y no quieren ayudar a otras personas. Las micro y medianas empresas están haciendo todo lo posible para no cerrar, porque no tuvieron ayuda del Gobierno, querían dar más empleo, pero ahora primero necesitan recuperarse. A pesar de la pandemia tenemos que seguir”, indicó.
Jorge Lemus, profesor de la Dirección de Investigación del Cunoc, ve con buenos ojos el plan de ciudades intermedias para trabajar de forma articulada.
“Uno de los propósitos es que haya más urbanización, por medio de la planificación de los ordenamientos territoriales. La idea es que se lleve a cabo en los municipios. Ahí es donde falta que se coordine más, que las inversiones no sean una disposición unilateral de los concejos, sino que se trabajen en conjunto y con visión de protección al medioambiente”.
En cuanto a la inversión privada, el investigador destaca la llegada de centros de llamadas que son fuentes de empleo, lo que aprecia como una oportunidad para los jóvenes, pero para aprovecharla se necesita impulsar y facilitar el aprendizaje del inglés y otros idiomas, así como de la tecnología, sobre todo en programación.
Agregó: “Los temas de mercados y autobuses están en el olvido, se necesitan decisiones fuertes sobre estos. La integración de los municipios no inició con el nodo, ya se tenía con la metrópoli, pero sin resultados en muchos aspectos”.
Lemus lamenta que la pandemia perjudicara al nodo. “La inversión pública se frenó por la pandemia, los recursos se priorizaron para la salud, aunque ahí está la duda, a dónde se fue el dinero. La pandemia también obstaculizó al sector privado y evitó un crecimiento del turismo”, dijo.