De dónde vengan las proyecciones, el panorama no es nada alentador en los próximos meses. El Ministerio de Salud y Asistencia Social (MSPAS) proyecta 140 muertes diarias por coronavirus para octubre, mientras que otros cálculos matemáticos como los de la Universidad de Washington apuntan a 200 decesos diarios.
Aunque la vacuna es la única solución certera para reducir la mortalidad, se esperaba que el semáforo de alertas contuviera los contagios y evitara que la pandemia estuviera fuera de control como lo está ahora.
Desde que se presentó, en septiembre de 2020, hubo dudas sobre si el semáforo sería eficaz para evitar brotes de contagios. Su implementación coincidió con el fin del estado de calamidad, que entre otras disposiciones contenía un toque de queda a partir de las 21 A 4:00 horas del día siguiente.
¿Qué falló?
El semáforo establece niveles de aforo en el transporte público, mercados, centros comerciales, bares y hoteles, entre otros sectores de la industria, de acuerdo con el nivel de alerta de cada uno de los 340 municipios. Sin embargo, la realidad es que en los últimos meses se ha observado cómo esto no se respeta.
En municipios en rojo se ha visto a unidades de transporte público, como el Transmetro, que circulan saturadas de pasajeros. Tampoco se cumple con los aforos en lugares como mercados, bares, restaurantes, centros comerciales y centros de actividades deportivas.
El semáforo fue promovido por la Comisión Presidencial contra el Coronavirus, dirigida por el doctor Edwin Asturias, a quien sus críticos reclaman haber cedido a presiones políticas y sectoriales, y no haber hecho valer sus criterios técnicos ante la Presidencia sobre la gestión de la pandemia.
A criterio de Asturias, el diseño del semáforo es correcto, el problema ha ocurrido en la falta de compromiso para cumplirlo.
“Hay falta de cumplimiento no solo del sector gubernamental nacional y local, sino también del sector privado y productivo. Para que las normas funcionen todos debemos respetarlas (…) No hay sistema que pueda ponerse en marcha si no hay compromiso de gobierno, sector económico y población de acatarlo y seguirlo. Es como ir al médico y no seguir la receta: no es que la receta sea mala, es que usted debe seguirla”, dijo
El médico comenta que las alertas sanitarias se basan en indicadores epidemiológicos, que dictan el riesgo de contagiarse de covid-19 en cada territorio.
“El semáforo daba instrucciones a gobierno, sector privado y población en general de las regulaciones y normas que se debían acatar. Lo que pasa es que muy pocos alcaldes, gobernadores y centros de trabajo ven la necesidad de acatar las regulaciones y por tanto no importa el color del municipio, poco se refuerzan estas normas. Esto conlleva a reuniones y movimiento de personas que permite la transmisión del virus de forma acelerada”, comenta Asturias.
Falta de datos
A la falta del cumplimiento de las disposiciones, se suma otro factor: la falta de pruebas con que se implementó el semáforo. Desde un inicio, la Coprecovid planteó que la meta para trazar la intensidad de la pandemia sería de 5 mil diarias. Este objetivo no se alcanzó sino hasta el 4 de enero de este año. Quiere decir que los meses previos el semáforo no contaba con la información estadística para ser funcional.
Layla Woc-Colburn, profesora en la División de Enfermedades Infecciosas en la Facultad de Medicina de la Universidad de Emory, considera que, sin un nivel adecuado de testeos, es imposible que se puedan dictar alertas epidemiológicas certeras.
“Para hacer un monitoreo epidemiológico, necesitamos saber cuántos casos hay y para ello necesitamos hacer pruebas. El semáforo es una herramienta que funciona con datos, pero si no los tengo no podré calcular la reproducción efectiva del virus”, comenta la salubrista.
La médica considera que la situación es grave en Guatemala, ya que aún no se ha llegado al pico de contagios, el cual se proyecta para dentro de seis semanas. “Si usted me pregunta, ¿Cuál es el escenario? Tendríamos que ver lo que pasó en Guayaquil, Ecuador, en India o en Nueva York (donde en meses anteriores hubo exceso de muertes y contagios)”, lamenta Woc-Colburn.
Problemas estructurales
Adrián Chávez, ex viceministro técnico de salud, considera que el semáforo sí tiene un problema en su diseño, ya que no refleja la capacidad institucional de respuesta ante la pandemia.
“Es decir, no se hace pública la cantidad de camas que dispone cada municipio localmente para dar una respuesta adecuada al os casos de contagios graves y moderados. El percatarse de que la capacidad es nula o limitada, podría convertirse en disuasivo importante, tanto para la población como para las autoridades, comprometiéndolos más a cumplir las disposiciones”, dice el profesional de la salud.
Aunado a lo anterior, considera que las disposiciones sanitarias no se han divulgado lo suficiente y no son entendibles para las personas. Ello hace que muchos gobiernos locales en rojo continúen organizando a actividades que tienden a generar aglomeraciones.
Al ser cuestionado sobre las aglomeraciones en Transmetro que se han visto en las últimas semanas, el alcalde capitalino Ricardo Quiñónez reconoció como un desafío el poder mantener el distanciamiento social en las unidades. “Se sigue utilizando la mascarilla y tomando temperatura en la entrada. Hay línea con distanciamiento también, y el desafío está en cómo mantener el distanciamiento en las unidades”, dijo.
Juan Carlos Zapata, de Fundesa, considera que una de las razones por las que el semáforo no funciona es porque es un instrumento diseñado para países con economías formales.
“Tenemos que reconocer que Guatemala tiene un 70 por ciento de su economía en total informalidad. Y hay un 10 por ciento que sí paga impuestos, pero no paga seguro social. Cuando se hacen este tipo de herramientas en un país así no se tiene la capacidad de cumplir. Son herramientas que se toman de otros países sin evaluar la realidad social, económica y política que se tiene”, dijo Zapata.
En estos momentos, afirma, es importante el trabajo coordinado entre el MSPAS y alcaldes. “Cada alcalde tiene la capacidad de llevar recomendaciones del MSPAS a su propio territorio”, afirmó.
Por su parte, la Cámara de la Industria informó que han apoyado a todos sus socios a impelmentar medidas sanitarias y reforzar los protocolos ya existentes para contener los contagios de covid-19. Como parte de estos esfuerzos, el Instituto Guatemalteco de Turismo (Inguat) ha entregado a la Gremial de Restaurantes, adscrita a la CIG, sellos de bioseguridad, aseguraron.
“Como sector trabajamos protocolos para los distintos sectores de la industria, realizamos webinars educativos para que los equipos de recursos humanos, seguridad industrial y gerencias generales reforzaran sus conocimientos acerca de la implementación de medidas”, informaron en una respuesta institucional.
Francisco Coma, viceministro de hospitales, reconoció que no existen formas de controlar a nivel nacional que se cumpla con las medidas del semáforo, por lo que delegó la responsabilidad a la ciudadanía de identificar los niveles de riesgo.
“Desgraciadamente tenemos que reconocer que los esfuerzos muchas veces no alcanzan su objetivo final, pero pretendemos que con la participación de autoridades municipales y locales podamos aplicar la normativa vigente con relación sanciones y multas. Por otro lado, sí debemos tener conciencia que no hay un mecanismo de control a nivel nacional que permita darle seguimiento a todos los eventos. Debemos recalcar a población la necesidad de identificar el nivel de riesgo”, comentó el viceministro Coma en conferencia de prensa.