Opinión: Mi experiencia en Wall Street me demostró por qué no es posible hacer tratos por Zoom

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A pesar de todas las fanfarronadas y los montones de dinero que circulan por Wall Street, en el fondo, la banca y las operaciones bursátiles son negocios que se aprenden. Son similares a los gremios florentinos del Renacimiento, en los que las sutilezas y las complejidades del arte y la ciencia se absorbían durante muchos años mediante una cuidadosa observación.

En mis 17 años en Wall Street asesorando a altos ejecutivos de empresas en reestructuraciones, compras apalancadas, fusiones y adquisiciones, estuve lejos de ser el prodigio de la profesión. Pero observar y aprender de gigantes de Wall Street como Felix Rohatyn en Lazard y Ray McGuire en Merrill Lynch tuvo un valor incalculable. Sentado en sus despachos, los observaba mientras convencían a un posible cliente para quedarse con un trabajo, sentaban sutilmente las bases para ayudar a un pez gordo a decidir si debía consumar una fusión o ayudaban a negociar las condiciones de una quiebra. Aprendí cómo funcionaba el negocio en realidad y empecé a entender de qué palancas había que tirar para cerrar tratos.

Estuve allí y sé lo que es. Así que este es mi consejo, camaradas de Wall Street: vuelvan a la oficina.

Asesorar a los directores ejecutivos sobre los detalles de un acuerdo de fusión, gestionar una oferta pública inicial y preparar y ejecutar una operación rentable significa observar a los banqueros y operadores veteranos que llevan décadas haciéndolo. Estos maestros han cometido todos los errores que tú cometerás, y que necesitas cometer.

A la hora de asesorar sobre cuánto pagar por una adquisición, si se debe iniciar una oferta de adquisición hostil y cómo hacerlo o cuándo se debe fanfarronear durante un proceso de venta, lo que más importa por lo regular son cosas que son imposibles de transmitir a través de un diminuto rectángulo de videochat: matices emocionales, lenguaje corporal y señales sociales sutiles. Por esta razón, los banqueros y operadores de Wall Street deben vacunarse, si aún no lo han hecho, y volver a sus despachos lo antes posible, aun cuando vayan en aumento los contagios de la variante delta del coronavirus.

A principios de la década de 1990, vi a Harvey Miller, un gurú de la quiebra en Weil, Gotshal & Manges, enfrentarse en una sala de conferencias con vista a Central Park a mi jefe en Lazard, David Supino, mientras se repartían los restos de las desastrosas compras apalancadas de Federated Department Stores y Allied Stores. ¡Los gritos! ¡El sólido debate intelectual! ¡Los juegos mentales de los machos alfa! La sutil dinámica de poder de quién golpeaba la mesa y quién comía del plato de quién. Sin embargo, sus disputas permitieron a esas y a muchas otras empresas volver a ponerse de pie.

No aprendí menos estudiando a Rohatyn, la leyenda de las fusiones y adquisiciones, mientras recorría los estrechos y desgastados pasillos de la planta 32 del edificio en el número 1 de la plaza Rockefeller. Ejercía su poder absoluto con un guiño o asintiendo con la cabeza a los socios menores de Lazard o ignorando a algunos de ellos con una mirada imperturbable. Aprendí a estar atento a esas señales mientras asesoraba a Martin Davis, director de Paramount Communications, en la venta de Paramount a Sumner Redstone, el fundador de Viacom, a principios de los noventa, un acuerdo que transformó el paisaje de Hollywood.

Al ver a mis mentores presionar para conseguir una ventaja o engañar a un oponente, absorbí su sabiduría para hacer tratos. No hay ninguna posibilidad de que una serie interminable de videoconferencias pueda reemplazar las lecciones que aprendí entrando y saliendo de las oficinas de estos hombres y mujeres en el Centro Rockefeller o en el número 270 de la avenida Park mientras me abría camino en la banca de inversión (reconozcámoslo: no se puede adular en una llamada de Zoom).

Antes de la reciente oleada de covid-19, provocada por la variante delta, los ejecutivos de Goldman Sachs, uno de los bancos más importantes y respetados de Wall Street concluyeron en mayo que la mayoría de los empleados radicados en Estados Unidos necesitaban regresar a la oficina en junio. JPMorgan Chase dijo en junio que los empleados en el país tendrían que volver a la oficina al menos medio tiempo a partir del 6 de julio. Los ejecutivos decidieron, de manera acertada, que los beneficios de la colaboración en persona superaban los posibles riesgos para la salud. Esta es la única manera en que los empleados tendrán la oportunidad de prosperar plenamente en su oficio.

Ahora, algunos grandes bancos están reconsiderando sus planes debido a la confusión respecto a si los vacunados pueden reanudar con seguridad la vida como la conocíamos antes de marzo de 2020. Los banqueros y los operadores no son exactamente trabajadores de primera línea; su trabajo no es de vida o muerte. Y Wall Street ha demostrado que puede ganar mucho dinero mientras casi todos sus empleados trabajan desde casa.

Pero necesitamos que todos en Wall Street se vacunen y vuelvan a trabajar de manera presencial para que la próxima generación de banqueros y operadores pueda aprender cómo se recauda y distribuye el capital, cómo se realizan los acuerdos que transforman la industria y cómo se consigue la liquidez que permite el comercio de acciones, bonos, préstamos, opciones y otros instrumentos financieros esenciales. Rara vez nos damos cuenta de cómo funcionan las industrias hasta que dejamos de verlo.

Existe el arte de la negociación. Y ese arte también puede perderse si no se transmite de una generación a otra en persona.

*William D. Cohan, quien fue banquero de inversión, es socio fundador de Puck, una nueva plataforma de medios, y autor de varios libros sobre Wall Street.