Pero la Generación Z sí parece coincidir con sus mayores en una cosa: el correo electrónico es malo.
De acuerdo con una encuesta realizada en el 2020 por la consultora Creative Strategies, hay una brecha generacional en las herramientas primarias de trabajo. La encuesta halló que para los mayores de 30 años, el email se encontraba entre las principales herramientas que usaban para la colaboración. Para los menores de 30 años, Google Docs era la app que los empleados más asociaban con la colaboración, seguida por Zoom y iMessage.
Adam Simmons, de 24 años, prefiere comunicarse usando “literalmente cualquier cosa menos el email”. Simmons, propietario de una productora de videos con sede en Los Ángeles, se comunica principalmente con sus ocho empleados y sus clientes, en su mayoría equipos deportivos, vía mensajes de texto, mensajes de Instagram y llamadas de Zoom.
“Miras tu correo electrónico y tienes cosas del trabajo, que es la prioridad, y luego el pago de la renta y luego el recibo de Netflix. Y creo que es una forma muy negativa de vivir tu vida”, dijo.
Los miembros de la Generación Z a menudo son retratados como pegados a un teléfono. Pero Gloria Moskowitz-Sweet y Erica Pelavin, cofundadoras de una organización sin fines de lucro enfocada en la juventud y la tecnología, explicaron en un artículo del 2019 que los nativos digitales quizás estén mejor preparados para pensar críticamente respecto a los hábitos digitales.
Los miembros de la Generación Z “son notablemente perceptivos sobre las formas en que la tecnología ha cambiado su mundo y tienen una visión mucho más matizada que la que los adultos les atribuyen”, escribieron.
Las limitaciones del email se han agravado con la pandemia: las decisiones que alguna vez se tomaron en el escritorio de un colega han sido relegadas al ping pong de la bandeja de entrada. Algunas personas escribieron sobre sentirse culpables por no poder responder más rápido. Otros describieron cómo responder a los emails les hacía perder la pista de otras tareas.
Aurora Biggers, de 22 años y periodista, dijo que el problema con el correo electrónico no es necesariamente que haya demasiado, sino que hay demasiada competencia.
“Es imposible esperar que el correo electrónico sea la forma principal de comunicación porque muchas personas no trabajan en una oficina”, indicó. “No creo que sea la forma más relevante de esperar que las personas se comuniquen contigo”.