Aunque en los últimos años han estado bajando las ventas de bebidas azucaradas, el porcentaje de calorías consumidas en este tipo de bebidas aumentó de manera notable entre 1977 y 2001. Durante esos años, la cifra pasó de 5,1 a 12,3 por ciento del total de calorías que consumieron las personas de entre 19 y 39 años, y de 4 a 10,3 por ciento entre los chicos de 18 años y menos. Para 2014, esas cifras habían disminuido, pero el 7 por ciento de las calorías consumidas por los estadounidenses en general seguía proviniendo de las bebidas que contienen azúcar.
Este nuevo estudio, publicado en la revista médica Gut, analizó la relación entre el cáncer colorrectal y las bebidas azucaradas en 94.464 enfermeras certificadas que fueron reclutadas en un estudio prospectivo longitudinal de salud entre 1991 y 2015, cuando tenían entre 25 y 42 años. También analizó un subconjunto de 41.272 enfermeras que proporcionaron informes sobre su consumo de bebidas con azúcar entre los 13 y los 18 años.
En esta investigación, se analizó el consumo de refrescos, bebidas isotónicas y tés endulzados. Los científicos también registraron el consumo de jugos de frutas como manzana, naranja, toronja y ciruela, entre otras.
Durante un seguimiento de 24 años en promedio, encontraron 109 casos de cáncer colorrectal entre las enfermeras (el riesgo absoluto de que personas más jóvenes desarrollen cáncer de colon sigue siendo pequeño). Pero en comparación con las mujeres que consumían en promedio menos de una porción de 250 mililitros de bebidas azucaradas a la semana, quienes tomaban dos o más tenían más del doble de riesgo relativo de desarrollar la enfermedad. Cada porción adicional de bebidas azucaradas aumentaba el riesgo en 16 por ciento. Una porción al día en la adolescencia estaba relacionada con un 32 por ciento de mayor riesgo, y sustituir bebidas endulzadas por café o miel baja en calorías implicaba una reducción de 17 a 36 por ciento del riesgo relativo (no tenían datos acerca del café con azúcar).
“Para mí, fue muy interesante que el estudio se realizara en mujeres”, señaló Caroline H. Johnson, una epidemióloga de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Yale que ha publicado mucho sobre los riesgos medioambientales en el desarrollo del cáncer de colon, pero que no participó en este proyecto. “Casi siempre se ha puesto la atención en los hombres. Será interesante ver si estos resultados se confirman en los varones”.
No se encontró relación entre el consumo de jugos de fruta o de bebidas endulzadas de manera artificial con la aparición temprana de cáncer colorrectal. En la investigación se controlaron diversos factores que pueden incidir en el riesgo de desarrollar cáncer de colon, como la raza, el índice de masa corporal, el uso de terapia hormonal, el tabaquismo, el consumo de alcohol y la actividad física.
El estudio solo mostró una conexión, así que no se pudo demostrar que hubiera una relación de causa y efecto. Pero Nour Makarem, profesora adjunta de Epidemiología en la Escuela de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia que no participó en el estudio, señaló: “Estas son pruebas sólidas e innovadoras de que un mayor consumo de refresco está relacionado con un mayor riesgo de desarrollar cáncer colorrectal. Sabemos que se ha encontrado una relación entre las bebidas azucaradas, el aumento de peso y los desequilibrios de glucosa, entre otras cosas, que también son factores de riesgo. Por lo tanto, es posible que exista un mecanismo detrás de estas relaciones”.
La autora principal del estudio, Yin Cao, profesora adjunta de Cirugía en la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington en San Luis, afirmó que los problemas metabólicos, como la resistencia a la insulina y el colesterol alto, así como la inflamación del intestino tienen una participación más importante en la aparición del cáncer en la población más joven que en la más vieja, pero que aún no se han identificado con exactitud los posibles mecanismos.
“Una hipótesis es que un mayor aumento de peso está incrementando el riesgo”, comentó, “pero en el estudio tomamos en cuenta la variable de la obesidad. Sin embargo, podría ser uno de los factores que influyen. En estudios con ratones, se ha descubierto que, sin importar la obesidad, el jarabe de maíz con alto contenido de fructosa contribuye al riesgo de desarrollar cáncer.
“Esta es la primera vez que se han vinculado las bebidas azucaradas con la aparición temprana de cáncer colorrectal”, continuó, “y todavía se tiene que repetir el estudio. Pero los investigadores y los clínicos deben considerar que este factor de riesgo que ha sido tan ignorado puede contribuir al desarrollo del cáncer en edades más tempranas. Es una oportunidad de replantear las políticas sobre la comercialización de las bebidas azucaradas y sobre cómo podemos ayudar a reducir su consumo”.