CATALEJO

Estultocracia y otras formas de gobernar

|

Como lo indica el Diccionario de la Lengua Española, estulticia equivale a necedad y tontería, pero se emplea cuando se le quiere señalar un nivel mucho más alto. Cuando se analizan las cualidades intelectuales de los integrantes y dirigentes de la abrumadora mayoría de puestos públicos, deben buscarse nuevos términos para definir la razón de sus acciones, decisiones y comentarios. El Estado de Guatemala está poblado de estultos; es decir, “ignorantes de lo que puede o debe saber”, “falto de inteligencia o razón, terco”. Utilizar estos términos no constituye un insulto, sino es solo una prueba de la variedad idiomática para calificar de manera correcta a determinadas características de algunos seres humanos, por desgracia cada vez más numerosos.

La situación del país en cuanto al gobierno y sus actuales características obliga a crear términos nuevos: por razones obvias, “cacocracia” —del latín caco, ladrón—; “cholerocracia” y “parentelocracia”, de dos chapinismos; “burlocracia”, de quienes se burlan de la ley, sobre todo cuando son abogados. Pero sobre todo la “inutilcracia” o “incapacicracia”.

' La actual situación del país, en todos los órdenes, es el resultado de acciones incorrectas, ilegales e inmorales de hace unas tres décadas.

Mario Antonio Sandoval

Es evidente la presencia de este tipo de formas de gobierno en la totalidad de los grupos sociales, sin distinción de etnia, sexo, edad, nivel educativo o económico, lugar de residencia o religión. Tales características que impiden lograr cambios necesarios en las actuales normas de todo tipo. Ninguno de los beneficiados moverá un dedo para hacerlo.

Algunos de los últimos ejemplos son patéticos por el dolor causado a los ciudadanos. El señor Pedro Brolo, a quien para hundirlo lo colocaron de canciller, viajó a Rusia para la imposible misión de lograr las vacunas faltantes o la devolución del dinero entregado en forma infantil –si no malintencionada y rublos de por medio con alguien— a una empresa fantasma sin relación con el gobierno ruso. Pero el colmo de los colmos de varias de las características ya señaladas fue cuando admitió desconocer el contenido del supuesto acuerdo respecto de las vacunas, ni saber el cronograma de la entrega, porque Rusia no puede darlo al tener abarrotada su producción. Tanto Brolo como la ministra Amelia Flores ya no deberían seguir en el gabinete, por despido o renuncia.

La estulticia presidencial da pavor; la complementa una vanidad total. Su terquedad e incapacidad de análisis le hace mantener en sus puestos a estos dos miembros del gabinete y también al parrandero Raúl Romero, ministro de Desarrollo. No admite tener ninguna parte de la culpa del último lugar de Guatemala en todos los países latinoamericanos, porque los responsables son los guatemaltecos y “no es chance de él” obligarlos ni convencerlos. Los miembros de su “rosca” cercana no le aconsejan, menos critican, a causa de las reacciones viscerales. Haber hablado en inglés a la vicepresidenta de Estados Unidos fue una payasada digna de Jimmy Morales, y estos son solo algunos ejemplos de su incapacidad para ejercer ningún cargo público.

Tan enorme suma de variadas y constantes muestras de incapacidad y sobre todo de apego a la inmunidad convertida en grotesca impunidad, obliga a pensar en cómo encontrar maneras dentro de la ley para hacer un cambio no solo en la cabeza del Ejecutivo, sino en la integración del Legislativo, el Judicial, el Ministerio Público e incluso casi todas las municipalidades del país, algunas gobernadas por gente con los defectos ya señalados y otras por la última y más terrible forma de gobernar: la narco-clepto-estultocracia. Entender esto es indispensable para comprender por qué el país se dirige a un abismo de profundísima sima, si no se acepta hacer cambios por el fracaso de la nuestra dizque democracia.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.