CABLE A TIERRA

Fernando Valdez, el pensador

Hay personas con las que no hace falta frecuentarse mucho para desarrollar un afecto genuino y una identificación de perspectivas que trasciende el tiempo. Es mi caso, con José Fernando Valdez, politólogo, doctor en Ciencias Sociales e investigador. La noticia de su muerte me tomó por sorpresa y me llenó de tristeza; en mi mente permanecía una imagen de Fernando inmerso en su labor en el Ingep. Lo recuerdo como uno de los referentes para la preparación de los Informes Nacionales de Desarrollo Humano, especialmente cuando se discutían las relaciones entre Estado, el sistema político y el papel de las élites económicas, en un momento histórico en el que aún pensábamos en la posibilidad de que la firma de la paz condujera a una modernización de la mentalidad y formas de actuar del gran empresariado nacional. Así lo conocí: escuchando y aprendiendo de su interlocución con otras mentes brillantes que gravitaban regularmente alrededor de ese enriquecedor espacio de pensamiento que llegó a ser el programa de los Informes Nacionales de Desarrollo Humano del PNUD. Fernando también colaboró en uno de los capítulos más sensibles que se escribieron para el Informe del año 2007/2008, abordando temas como el papel de los empresarios en la sociedad; responsabilidad social empresarial y las múltiples formas de incidencia del empresariado organizado en el Estado.

Este último tema fue el que nos vinculó más allá de ese período; con Fernando compartimos el interés por la gerencia pública y por las intrincadas conexiones entre esta, la política y la economía. La gerencia pública vista no solo como una disciplina administrativa, sino como una forma “blanda” pero potente de ejercicio del poder por parte de actores que ejercen poder real en la sociedad.

' La gerencia pública como forma de ejercicio del poder.

Karin Slowing

En el caso guatemalteco, ese mecanismo se expresa claramente —aunque no solamente— en el formato corporativo de gobernanza interna que adquirió el aparato público estatal con la democratización del país, que multiplicó los espacios formales del sector privado empresarial para ejercer su influencia en la gestión cotidiana de lo público, más allá de las macrodecisiones que marcan hasta el día de hoy el modelo de antidesarrollo vigente. El Informe 2007/2008 y luego Plaza Pública entre otros, documentaron la múltiple presencia de representantes del sector privado empresarial organizado no solo en puestos de ministros y/o asesores presidenciales, sino en casi cada espacio de toma de decisión gubernamental, hasta en aquellos que se pudieran pensar como inocuos.

Fernando explicó, con mucha claridad, cómo esa influencia no se da solo por medio de su aparato político insignia, sino también por la diversificación de sus órganos satélites, los que, tomando formatos diversos, se mantienen en continua interacción con la gestión pública alicaída e intencionalmente desmantelada de este país. Instancias que sirven también para mantener sembrada la idea en la gente de que “solo el sector privado” puede hacer las cosas bien.

Uno de los últimos libros de Fernando aborda el tema. Con la frase de “cómo se organiza el consentimiento” elaboró sobre los mecanismos y operadores que se despliegan para que la masa acepte la estructura de mando y control vigente, aun y cuando no esté de acuerdo con ella o, peor, le perjudique explícitamente. Afortunadamente, los tiempos algo han cambiado y esos mecanismos son cada vez más evidentes. Han salido de la invisibilidad, gracias a intelectuales como Fernando Valdez.

Te echaremos en falta, estimado Fernando. Seguirán vivos tus aportes a la comprensión de esta sociedad del desencanto; gracias por tu legado intelectual y por todos los forjadores de pensamiento que formaste.

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