Beasley conversó con Prensa Libre al concluir sus visitas el sábado último, y aseguró que en los siguientes días hará peticiones a países donantes y autoridades de Estados Unidos para implementar programas de apoyo en Guatemala en seguridad alimentaria y posiblemente transferencias monetarias en efectivo.
“Lo que necesitamos, más que nada, es la financiación de los donantes y ya estamos trabajando con el gobierno para ayudar a 2.3 millones de familias. Esto tendrá un impacto muy positivo, pero son soluciones a corto plazo”, expuso.
Estos planes tienen el propósito de coadyuvar para evitar que las personas migren por necesidad. Beasley indicó que las soluciones a largo plazo son ofrecer empleo, medios de vida y resiliencia.
“Conocí a una familia, por ejemplo, que son trabajadores migrantes que van a zonas cercanas, pero debido a los efectos de los huracanes perdieron su trabajo y la pandemia lo vino a empeorar. Hemos trabajado con las mujeres en los últimos dos años en resiliencia, para empoderarlas en diferentes programas como la producción de ganado, pollos, huevos, cerdos, maíz, y las mujeres han ahorrado, y cuando los hombres perdieron su trabajo generalmente habría devastación, pero gracias a esto hemos empoderado a estas personas, que han podido ahorrar el dinero y han sobrevivido en esta época difícil”, refirió.
Según el directivo del PMA, una de las mujeres con las que habló le dijo que si no hubiera tenido apoyo de estos programas habría migrado o muerto de hambre.
Beasley contó que un joven que migró hace 10 años le dijo que el viaje fue horroroso y que vio morir a personas que saltaban del tren. El migrante consiguió llegar a EE. UU., pero lo deportaron.
“Espero que, con los donantes de Europa, pero especialmente de la administración del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se estimule la economía para que existan puestos de trabajo, se creen oportunidades económicas y el PMA trabajará en la seguridad alimentaria, nutrición, apoyo para los niños, empoderamiento y resiliencia para los pequeños agricultores en todo el país, que es caro, pero es miles de veces más caro no hacerlo”, manifestó.
El directivo tiene previsto reunirse con senadores y congresistas estadounidenses “porque hay mucha esperanza en Guatemala. No es tirar el dinero, es una de las mayores inversiones que puede hacer el pueblo estadounidense por el pueblo de Guatemala”.
Beasley manifestó que se ha reunido con líderes europeos y en una semana ha recibido promesas de contribución, pero recordó que toma tiempo escalar los programas.
“Estamos buscando ayuda a corto plazo para transferir efectivo, pero queremos llevar programas de resiliencia a largo plazo que generen empleos, oportunidades y estabilidad para las familias y eso llevará tiempo, no se hace en un año”, enfatizó.
Al consultarle sobre cómo sería el programa de transferencia en efectivo, dijo que se haría de forma directa a las familias que dependen de la disponibilidad de alimentos.
“Por ejemplo, en la aldea Tenedores, en Izabal, la gente se ha visto devastada por los efectos del covid-19, se destruyó el turismo y luego vinieron las tormentas que pusieron fin a los puestos de trabajo, y con los donantes usamos transferencias en efectivo y en especie y contamos con otras modalidades de ayuda a las personas que lo necesitan”, explicó.
“Esperamos que el turismo vuelva a reactivarse, y de hecho en esa región que es una zona turística muy importante los restaurantes están cerrados y conocimos a los dueños y les preguntamos por qué no trabajan con nosotros para cocinar a las personas que perdieron su trabajo y sus hogares, y así poder ayudar a los restaurantes y hoteles para mantener activas a las personas. También podemos intervenir con dinero y productos para reactivar la economía”, precisó.
“Leí un artículo del Washington Post que exponía que se requieren US$60 millones para ayudar a 16 mil a migrantes en la frontera en una semana, y nosotros podemos apoyar a Guatemala con US$2 por persona, por semana, y crear resiliencia, sostenibilidad”, concluyó Beasley.