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A continuación se enumeran los retos y desafíos de las mujeres, las brechas de desigualdad en aspectos claves de la vida de ellas, en términos de participación económica y política, limitaciones para el acceso a la educación, salud y la justicia, los efectos de las diferentes formas de violencia contra la mujer y los efectos diferenciados que ha dejado la pandemia por el coronavirus.
Impacto covid-19
El confinamiento y la suspensión del transporte impactaron en sectores económicos que emplean principalmente a mujeres, como el comercio y el turismo. También fueron afectadas las trabajadoras del sector informal, domésticas y agrícolas. El impacto en el trabajo informal, que generalmente es la alternativa para enfrentar las crisis económicas, no ha permitido a las mujeres ni a la población en general contar con opciones viables para enfrentar las dificultades.
Para conocer el impacto que tuvieron en las mujeres las medidas de distanciamiento social, se recopiló información cualitativa mediante entrevistas, en las cuales resalta cómo la situación de las mujeres se agravó en tres aspectos: 1. Su situación económica por la pérdida parcial o total de ingresos; 2. El incremento de la carga de trabajo de cuidados del hogar —tanto para las mujeres adultas como para las niñas— y 3. La violencia contra la mujer.
El análisis aborda los aspectos mencionados y examina brevemente los programas gubernamentales de apoyo para contener el impacto de la crisis por el covid-19.
Ingresos decaen
Una encuesta efectuada en el último año muestra que 71% de las mujeres que son madres vieron una reducción de ingresos familiares, lo que representa 9% más que para las que no tienen hijos. Por otro lado, 33% de las empleadoras y 35% de las empleadas perdieron sus ingresos completamente, mientras que 52% de las mujeres empleadoras y 33% de las empleadas los perdieron parcialmente. Mayor proporción de mujeres con menos años de estudio se quedaron sin ingresos (47%). Se incrementan así las desigualdades y el nivel de pobreza que enfrentan las que no tuvieron acceso a estudios.
Trabajo no remunerado
Desde antes de la pandemia, las mujeres han dedicado más tiempo que los hombres a actividades no remuneradas, y por lo tanto son quienes llevan la mayor carga asociada con el cuidado de niños, personas de la tercera edad o con discapacidad. Ocupan dos veces más tiempo que los hombres en cuidados y hasta tres veces en trabajo doméstico.
Con el cierre de las escuelas por el confinamiento para prevenir la crisis en salud, los niños reciben guías de estudio que envía el Ministerio de Educación junto al programa de alimentación escolar, y recae en las madres la función de dar se seguimiento y controlar las tareas escolares, lo que impactan más a quienes tienen limitado nivel educativo.
77% de alfabetismo se registra en mujeres, y en hombres alcanza 85%60% de guatemaltecas no tiene ingresos propios. En el área rural es 70%1 de 4 mujeres reportó violencia verbal con insultos, regaños o desprecio.18% aumentó el trabajo no remunerado de mujeres en la pandemia.
Violencia en el hogar
El confinamiento también trajo otros aspectos importantes. Las encuestadas (93%) consideran que están más expuestas a la violencia.
La encuesta muestra que una de cada cuatro mujeres reportó violencia psicológica, con gritos, regaños, insultos o desprecios en segundo lugar; 15% reportó violencia económica —limitación y control del dinero—, y 5% la física —haber recibido golpes o empujones en el hogar—.
El aislamiento social, la falta de transporte y la disminución en los ingresos ha incidido en la disminución de las denuncias que recibe el Ministerio Público.
Durante los meses de cuarentena —entre marzo y abril del 2020— bajó la cantidad de casos reportados en el mismo mes en el año anterior, hasta en 30%. Las entrevistadas consideran que la cercanía con el agresor y permanencia con el mismo, así como la falta de apoyo de mecanismos de control, son las causas de esta disminución. En cambio las llamadas al número de emergencias para reportar delitos de violencia contra la mujer se vieron levemente incrementadas durante los meses de confinamiento.
Mercado laboral
La baja participación de las mujeres en el mercado laboral, donde es menos de la mitad que la de los hombres, por cada dos hombres ocupados en alguna actividad económica solo hay una mujer en la fuerza laboral. Esta participación es mucho más baja para las indígenas y mujeres del área rural.
Se estima que el 60% de las guatemaltecas no percibe ingresos propios, y en el caso de las mujeres del área rural el porcentaje es más alto, con un 70%, y mujeres indígenas, 67%. Tomando en cuenta que, en promedio, solamente el 30% de las féminas perciben un salario, es importante mencionar que, en promedio, los hombres reciben ingresos mensuales 12% mayores que las mujeres, y cuando desagregamos por tipo de ocupación, en cargos directivos los hombres reciben 42% más que ellas. En el caso de la ocupación de oficiales, operarios y artesanos de artes mecánicas y otros oficios, los ingresos de los hombres son 49% mayores que los de las mujeres.
La falta de ingresos propios hace muy difícil su autonomía y las hace dependientes de alguien más, por lo general de la pareja. La tasa de participación laboral de las mujeres se concentra en sectores de baja remuneración.
El ingreso salarial de las mujeres es más bajo que el de los hombres en todas las categorías de ocupación.
En general, en Guatemala el ingreso promedio está por debajo del salario mínimo vigente, y en las mujeres la brecha es aún mayor. Solamente en las ocupaciones de nivel medio, que requieren algún grado de especialización, la brecha salarial entre mujeres y hombres se reduce, pero aún en la categoría de gerentes y directores queda elevada.
Los bajos ingresos de las mujeres, su permanencia fuera del mercado laboral y las responsabilidades asignadas en el ejercicio del papel de cuidado, para muchas desde temprana edad hasta edades muy avanzadas, limita el ejercicio completo de la ciudadanía y constituye una barrera para su participación en espacios de toma de decisión.
Según las estadísticas, una gran proporción de mujeres trabaja exclusivamente en actividades del hogar; es decir, labor no remunerada.
El trabajo no remunerado, como cuidados y quehaceres del hogar consume un 18% del tiempo de las mujeres y solo 2% del de los hombres. En el área rural, la brecha entre ellos y ellas es mayor que en el área urbana, por eso las mujeres del área rural tienen que usar un 3% más de su tiempo en tareas del hogar y de cuidados que las del área urbana.
Educación y salud
En términos educativos existe una proporción más alta de hombres que saben leer y escribir (85%, a escala nacional) que las mujeres (77%). Se evidenció que ellas abandonan sus estudios en mayor proporción entre los niveles de primaria y básicos.
Los motivos de deserción escolar en las mujeres están relacionados con oficios en el hogar (96%) y embarazo (99%).
Este resultado refleja el modelo en el cual la mujer dedica muchas horas a los quehaceres de la casa y tiene una repercusión en las oportunidades para generar ingresos para ellas, lo cual también repercute en el crecimiento y desarrollo económico del país. Por lo tanto, se requiere mayor inversión en la educación y una estrategia de largo plazo para el desarrollo de la Nación y los derechos de sus habitantes.
En términos de salud, la tasa de fecundidad en el área rural es mucho más alta (3.7) que la nacional (2.7). Se evidencia que las mujeres que no cuentan con ningún grado escolar tienen a su primer hijo a los 19 años, mientras que las que cursaron al menos 13 años de educación lo tienen a los 24.
Agresiones
La violencia contra la mujer es el delito con mayor incidencia que se trata en el OJ y en MP. De los 10 delitos más comunes, cinco afectan principalmente a mujeres: violencia, violación, agresión sexual, trata de personas y femicidio.
Además de la violencia física se enfrentan a la económica, psicológica o emocional y a la sexual. Se ha observado que existen otras formas de violencia que no se contabilizan o registran, como el acoso en el ambiente laboral, la violencia contra las mujeres en política, la denegación al acceso a educación en el hogar o la violencia en las redes sociales.
Esta información devela la necesidad de promover estrategias para el empoderamiento y la independencia de la mujer, que son claves para prevenir la violencia contra ellas.
Participación política
La cantidad de candidatas es menor que de candidatos, y en la mayoría de postulaciones por los partidos políticos ellas ocupan posiciones desfavorables, lo cual no les garantiza posibilidad alguna de acceder a los cargos; con excepción del Parlacén, que es menor a un tercio en relación con el total de candidaturas.
En las elecciones de diputados, las mujeres están subrepresentadas. Aproximadamente uno de cada cinco representantes electos es mujer, e incluso hubo distritos en los que no hubo ninguna candidata.
En el ámbito municipal se registró menor porcentaje de mujeres electas para un cargo que en los niveles distrital y nacional. Únicamente en 11 municipios, de ocho distritos electorales, fueron mujeres las electas para el cargo de alcaldesa.
Del total de representantes acreditados en el 2018, tanto en los Consejos Comunitarios de Desarrollo (Cocode) como en el Consejo Nacional de Desarrollo Urbano y Rural (Conadur), únicamente 13 por ciento eran mujeres. En el ámbito comunitario se excluye principalmente a mujeres rurales e indígenas.
Conocer datos claves sobre las tres autonomías de las mujeres permite conocer la interrelación de todos los factores que impactan sus vidas y solo hasta que transformemos la posición de ellas en la sociedad podremos prevenir la violencia y vivir en democracia y en paz.
*Adriana Quiñones es Representante de País de ONU Mujeres; Eugenia Close es Coordinadora de Empoderamiento Económico de ONU Mujeres; y Guisela Mayén es Directora de Investigación de ASIES