La partida del trompetista, compositor y arreglista estadounidense Robert Morris Porter, quien recientemente pasó a mejor vida y fue conocido popularmente como Bob Porter, ha conmovido al gremio musical y artístico del país. La última vez que tuve contacto con Bob Porter fue en el 2017, cuando me grabó un mensaje navideño desde Estados Unidos, tocando su trompeta, y fue para mi programa televisivo durante la Navidad.

Recordando épocas pasadas, como arreglista, Bob hizo un trabajo magistral en las composiciones de mi artista Vanessa Spatz, a quien descubrí y lancé a nivel internacional junto a Discos de Centroamérica. Vanessa contaba con tan solo 10 años de edad y Bob logró plasmar esa magia que los niños buscan en divertidos arreglos que nos dejaban a todos maravillados. Fue así que, llevando a Vanessa a escenarios tan grandes como el Madison Square Garden, el Estadio Azteca de México, o Siempre en Domingo, de Raúl Velasco, entre otros, los arreglos de Bob maravillaban e hicieron que internacionalmente Vanessa llegara a niveles insospechados, dejando ver tanto el brillo y creatividad de Bob como el talento de Vanessa.

Quienes vivieron estas gloriosas épocas saben bien que los arreglos de Bob capturaron la atención de millones de guatemaltecos, quienes disfrutaron de las canciones infantiles como La gallina Tu Tu, El conejo mago, El trabalenguas, La casita en la montaña, Mañana por la mañana, Pirimpimpon, El poutpourri del buen día, entre docenas más. Atribuyo este gran éxito —en gran parte— a los excelentes arreglos de Bob, puesto que en tan solo tres días de salidos los discos a la venta los acetatos se fueron vendiendo como pan caliente, rompiendo récords nacionales. Luego le invité a participar en la conducción musical de algunos sonados artistas internacionales, y Bob supo darles un magistral toque, dando siempre lo mejor de sí.

¿Pero quién era Bob y cómo paró en Guatemala? La razón fue que Bob quiso apoyar a la Fe Bahá’í, una religión independiente. Estando Bob aún en Los Ángeles, en el año 1967, le invitaron a dirigir el coro Bahá’í, de Los Ángeles, integrado por un coro de latinos, asiáticos, blancos, negros e indígenas, y le explicaron que la Fe Bahá’í enseña que no tenemos que ver a Jesús, Buda, Krishna, Muhammad o Moisés como rivales. Justamente, Bob dijo que si aceptamos el hecho de nuestra unidad, es la forma de lograr vivir en armonía. Con este mensaje vino la familia de Bob a Guatemala.

Kurt cuenta que Bob se distraía jugando tenis. Años más tarde, a los 82 años, tuvo que abstenerse de jugar por un fuerte dolor de rodilla, y Kurt le acompañó al médico. Estando en la clínica, Bob le explicó su problema, y el médico le preguntó cuántos años tenía. Bob le respondió: “Ochenta y dos”. El médico le preguntó, “¿y has jugado tenis todos los días hasta ahora?” “Sí”, le respondió. El médico le dio su talonario de prescripciones a Bob y le dijo: “Bob, por favor, recéteme Ud. a mí, para que yo pueda tener la excelente salud que Ud. tiene a los 82”.

Desde los años 80 se le ocurrió a Bob llevar a músicos de su grupo al Festival Internacional de Jazz en Sacramento, California. Se trató de un festival de categoría mundial al cual fueron invitados todos los grupos de Dixie y Jazz, y estos recuerdos permanecen en los corazones de las audiencias que llegaron a escucharles, pues fue el único grupo que logró que el público se pusiera de pie a bailar. Por si fuera poco, nadie olvida el Coro y Orquesta de Bob Porter, que hasta la fecha sigue vigente y ahora se titula Orquesta de Bob Porter. Mis respetos a este gran hombre y amigo. Su trompeta permanecerá siempre en mi memoria.