Pero la falta de ambiente no eclipsará el brillo de las estrellas que se volverán a ver las caras en el FC Barcelona-París SG, cuatro años después de la improbable ‘remontada’ (0-4, 6-1) infligida en 2017 por el club catalán a los actuales subcampeones de Europa franceses.
La mejor versión del séxtuple ganador de Balón de Oro Lionel Messi se espera en el Camp Nou en un gran partido. El argentino no se verá eclipsado por otros astros, como Neymar o Ángel Di María, ambos baja por lesión con el conjunto parisino, que fiará todo a los cambios de ritmo de su delantero Kylian Mbappé.
El miércoles, Cristiano Ronaldo regresa a su Portugal natal para desafiar a los ‘Dragones’ del Oporto con la Juventus de Turín.
Al mismo tiempo, el Sevilla de Julen Lopetegui recibirá al Borussia Dortmund con la moral por las nubes luego de nueve victorias consecutivas entre todas las competiciones.
Pick 2 players to come out on 🔝⚡️
Dembélé 🆚 Mbappé
Ocampos 🆚 Sancho#UCL | #GazpromEnergyStats | @GazpromFootball— UEFA Champions League (@ChampionsLeague) February 15, 2021
Budapest como plan B
Pero la UEFA cruza los dedos para que el covid-19, aún más amenazante con sus variantes británica, brasileña o sudafricana, no estropee la fiesta.
La instancia rectora del fútbol en Europa ya se había visto obligada a adaptar la reanudación de esta edición de la Champions League para hacer frente a las restricciones de circulación drásticas impuestas en Alemania, país que situó a cuatro de sus representantes en octavos de final.
De esta forma, Budapest pasó a ser sede del partido de ida el martes entre el Leipzig y el Liverpool, y del choque entre el Borussia Mönchengladbach y el Manchester City.
El atractivo partido entre el Atlético de Madrid y el Chelsea, que iba a disputarse en la capital española, fue trasladado a Bucarest (Rumanía).
Y posiblemente surgirán dudas en torneo al desplazamiento del Bayern de Múnich a Roma para enfrentarse a la Lazio, o al del Real Madrid a Bérgamo, también en Italia, para visitar al Atalanta.
¿Superliga, o Superfarol?
A medio plazo, y mucho más allá de la crisis sanitaria, es el riesgo de una secesión de los clubes más poderosos para formar su propia liga privada lo que preocupa a la UEFA.
Enemigo latente del fútbol europeo desde hace una veintena de años, el espectro de una ‘Superliga’ resurgió el pasado otoño (boreal) por medio del presidente dimitido del FC Barcelona Josep Maria Bartomeu, quien confirmó las conversaciones al respecto.
Según varios medios, este lucrativo proyecto inspirado en las ligas norteamericanas (NBA, NFL, NHL…) podría congregar a una veintena de equipos de los principales campeonatos, con play-offs al final de la temporada, y el Real Madrid, el Barça y el Manchester United estarían entre sus promotores.
El aval de los clubes alemanes parece más improbable, al igual que el del PSG o de la Juve.
Aunque nada permite descartar que se trate de un farol, la UEFA y la FIFA tomaron la delantera en enero con las amenazas de prohibir de sus propias competiciones a todo jugador que participe en una Superliga.
Al mismo tiempo, la confederación europea aceleró los trabajos sobre la nueva fórmula de la Liga de Campeones a partir de 2024: según fuentes coincidentes, el paso de 32 a 26 equipos y la desaparición de la actual fase de grupos, sustituido por una mini liga en que cada equipo se enfrentaría a otros diez equipos, antes de los octavos de final.
Basado en el ‘sistema suizo’ de los torneos de ajedrez, este formato aumentaría el pastel de los derechos de televisión y crearía más choques entre los grandes clubes desde los primeros meses de la competición -el principal argumento de la Superliga-, pero al precio de una saturación aún más loca del calendario.
“El desafío real para el futuro será el calendario de partidos internacionales, el equilibrio a encontrar entre el fútbol de selecciones y el fútbol de clubes”, advirtió el presidente de la FIFA Gianni Infantino la semana pasada en declaraciones a la AFP.