Su cumpleaños tiene un sabor a resurrección este año en su residencia para ancianos de Toulon (sureste), que fue golpeada brutalmente por el covid-19 en enero, con 81 casos positivos y una decena de muertos.
La hermana André apenas lo recuerda: “No estoy segura de haberlo tenido. Me dicen que sí, estaba muy cansada, es cierto, pero no me di cuenta”, explica a la AFPTV.
Confinada, esta monja vivió un triple encierro: en su silla de ruedas, en su cuarto y sin poder recibir visitas.
“Su cumpleaños nos vigoriza, vamos a verlo como una ocasión para devolver la vida”, explica David Tavella, responsable de comunicación de la residencia Sainte-Catherine-Labouré.
La hermana André no tiene planes para su 117º cumpleaños, pero entre bastidores se están organizando las cosas.
Habrá una misa excepcional en este establecimiento que cuenta con una docena de monjas más.
El cocinero tiene previsto preparar una comida digna del evento: oporto, foie gras, filete de capón con setas porcini y, por supuesto, una tortilla noruega, el postre favorito de la monja.
También se organizará una videoconferencia con sus bis sobrinos nietos, que no pueden ir a visitarla en persona.
19 presidentes
Periodistas de todo el mundo, de Nueva York, de Lisboa, llaman o intentan venir a conocerla. “Cuando le digo ‘Hermana André, la están esperando’, arrastra los pies, pero luego no se detiene”, dice Tavella, que la describe como “una mujer de espíritu, excepcional, muy conmovedora”.
El miércoles, en la víspera de su cumpleaños, la mujer que ha visto pasar 19 presidentes desde que nació, tomó un poco de sol en el jardín rodeada de laureles, con las manos juntas en señal de oración y los ojos cerrados. A los jóvenes les recomienda ser “valientes” y mostrar piedad.
Nacida en Alès (sureste), en el seno de una familia protestante no practicante, la hermana André trabajó como institutriz en varias familias, en París y en provincia.
Uno de sus mejores recuerdos es el regreso de dos de sus hermanos al final de la Primera Guerra Mundial. “Era raro, en las familias era más común que haya dos muertos y no dos vivos. Los dos volvieron”, dijo a la AFP el año pasado con motivo de su 116º cumpleaños.
Fue bautizada a los 26 años y entró en las órdenes bastante tarde, a los 41, con las Hijas de la Caridad.
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“Era institutriz en París, y me iba muy bien. Quería ir más allá y ser Hija de la Caridad”, recuerda.
La hermana André tiene cuatro sobrinos nietos y muchos bis sobrinos nietos.