“Sí da miedo, pero primero Dios no pasa nada porque por necesidad estamos aquí”, dice Jerson, un recolector de 22 años que ya lleva cuatro trabajando en ese vertedero.
Así como él, decenas de trabajadores buscan materiales reciclables para juntar algunos quetzales y sobrevivir. Pero estar entre el humo y el calor producto del incendio no es cosa fácil. “No se aguantan más de 30 minutos”, comenta el muchacho.
Aunque está prohibido a causa de la emergencia en el basurero, varios recolectores han encontrado la manera de llegar hasta las plataformas que aún están en llamas y con la ayuda de un bastón escarban entre las montañas que se queman.
Al estar tan cerca de estos gases sin el equipo de protección adecuado las personas pueden sufrir quemaduras químicas, ardor en los ojos, irritación de las vías respiratorias y exacerbación del asma, entre otros.
Más a mediano o largo plazo los males podrían ser enfisema pulmonar, el cáncer estas últimas causadas por las dioxinas y los furanos, que son las sustancias más tóxicas que existen en el planeta, y que se forman durante la combustión de residuos orgánicos, según el Ministerio de Salud.
A propósito de los humos contaminantes que llegan a áreas pobladas, el Ministerio de Salud y la municipalidad de Villa Nueva han llevado clínicas móviles en las colonias Plan Grande y Bello Amanecer. Desde el 7 de febrero los médicos han atendido a 200 personas con problemas de salud.
Las afecciones más comunes han sido irritación en los ojos, afecciones en las amígdalas y oídos, fuertes alergias y síntomas de asma.
Según el médico Jorge Luis Chicas Barrera, a cargo de la atención de pacientes de la clínica móvil, este humo puede producir cefaleas -dolores de cabeza-, mareos, desmayos, afecciones respiratorias y náuseas.