Los datos de población no distinguieron la urbana o rural. El crecimiento fue bastante lento. Carol Smith en El patrón de urbanización en Centroamérica en el siglo diecinueve (1990), utilizando referencias indirectas, señaló: en 1795, la población en la Ciudad de Guatemala fue de 24,434 habitantes y en Quetzaltenango vivían 11 mil personas. La estructura social incluía: personas no tributarias —esclavos—, españoles, clero e indígenas tributarios. La autora señala que para 1880 la ciudad de Guatemala registró una población de 80 mil habitantes y Quetzaltenango, 15 mil personas. En la primera se distinguían las ocupaciones en agricultura, artesanía, comercio, servicios, construcción, sirvientes, profesionales, gobierno. La actividad comercial estaba circunscrita a los centros administrativos, y devino que la élite mercantil fue dominante en los centros urbanos hasta que surgió la élite cafetalera con la cual coexistió.
Al inicio, el plano espacial de la ciudad fue una cuadrícula. Tomando como referencia a Florencia Quesada en: Ensanche y nuevos espacios de poder en la Ciudad libera: Ciudad de Guatemala. 1880-1920; se señala, que los gobiernos de Rafael Carrera y Vicente Cerna, promovieron la construcción de edificios públicos como el Teatro Colón, la Sociedad Económica Amigos del País, Mercado Cerna o Mercado Central, El Fuerte San José y San Rafael de Matamoros. Posteriormente al sur de la ciudad se construye el Bulevar 30 de junio. Al este, en 1884, se construyó la estación del Ferrocarril. Es decir que los gobiernos liberales promovieron la extensión de los usos urbanos del suelo en la ciudad. En 1877 se construye el Cementerio General más allá de lo que era esta. En 1899 se sustituye la división del territorio de la ciudad en cuarteles y barrios; a cantones. Así surgieron Barrios, Barillas, La Libertad, Guarda Viejo y las Charcas. En 1890 surge Cantón La Exposición en la finca El Recreo.
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En 1893, la Dirección General de Estadística determinó que la población de la ciudad de Guatemala sumaba 71,527 habitantes. En 1894, se señaló que la ciudad estaba conformada por los cantones Jocotenango, Candelaria, Centro, Elena, La Libertad, Exposición, Barrios, Barillas, Independencia, La Paz, Las Charcas y Tívoli.
La ampliación hacia el norte de la ciudad fue promovida por el gobierno de Estrada Cabrera, al suprimirse el municipio de Jocotenango y ser incorporado a la Ciudad de Guatemala, despojando a los indígenas de sus ejidos y terrenos comunales. Ahí se construyó el hipódromo del norte. Asimismo, la Avenida Minerva, conocida actualmente como Avenida Simeón Cañas. A pesar de estos cambios en el espacio físico, el poder económico residía en el centro de la ciudad.
Las zonas
Las consecuencias sociales de los terremotos de 1917 mostraron las desigualdades, al surgir los campamentos para la población afectada. Situación que se repitió con el terremoto de 1976, surgiendo los asentamientos precarios urbanos. Finalmente, en cuanto a la división administrativa interna, el Acuerdo Municipal del 7 de diciembre de 1971 separó el área del municipio en 25 zonas.
En esta área geográfica se genera el 80% del producto interno bruto (PIB), que conlleva la generación de empleo. Dentro del departamento, el municipio de Guatemala es relevante, porque en este se localizan en mayor proporción las actividades económicas, la población económicamente activa, la población ocupada y es sede del poder político.
La subdivisión de mayor extensión es la zona 18, con 40.26 km cuadrados, 17.54% de la extensión del municipio. Le siguen la zona 25 con 33.21 km, 14.47%, y la 24, 23.4 km cuadrados, el 10.20%. La dinámica poblacional en las zonas municipales muestra que en 1950 fueron importantes las zonas 1 y 3, por su mayor proporción en la población total del municipio, 26.66% y 15.01%, respectivamente. A partir de 1973 tomó importancia la zona 7, su población fue el 12.5% del total del municipio. En 1981 sobresalieron las zonas 7, 15%, y toma auge la ocupación de la zona 18, 12.4%. El poblamiento prosiguió en 1994, cuando en la zona 18 se localizó el 17.01% de la población del municipio y la zona 7, 15.6%. En 2002, las zonas 18, 7, 6 y 21 tomaron fuerza. Para el 2018, fortalecen su predominio las zonas 18, 22.2%, y 7, 14.8%.
Esta situación trae correlacionados cambios de usos del suelo, aumento en la demanda de vivienda y servicios públicos urbanos. Las zonas con mayor localización de viviendas en 2018 fueron la 18, con 58,416 unidades, y la 7, con 36,607. Dentro de ellas, existe un porcentaje que no reúnen las condiciones de una vivienda digna. Especialmente las ocupadas por la población de escasos recursos. Una de las causas es la inexistencia de una política de vivienda social, por no ser considerada por los diversos gobiernos como una prioridad social.
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Sin embargo, ha habido disminución de la población en el municipio. En 1950 residían, 294,344 personas; en 2002, 942,348, y en 2018, 923,392, según la población censada.
A nivel demográfico, los datos censales, vislumbran una tendencia al predominio de intervalo de edades más altas de la población residente respecto a los habitantes del resto del área metropolitana.
A la fecha citada, en el municipio 745,838 personas encontraron empleo, que representó el 55% del empleo en el departamento. De ellos, 398,985 radicaban en el municipio.
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A nivel municipal, los trabajadores que se trasladan constantemente provienen de 15 municipios del departamento de Guatemala y de otros departamentos, como Barberena, San Pedro Carchá, Chichicastenango, Jutiapa, San Lucas Sacatepéquez y Chimaltenango.
Dentro del grupo, participaron los hombres en 51% y las mujeres, 49%. Las edades prevalecientes de los trabajadores se ubican entre 20 y 30 años, personas que recién han ingresado al mercado laboral. Y las categorías ocupacionales dominantes son empleado privado, público y por cuenta propia. Dentro de éstos participa el sector informal, sin seguro social, sin contrato laboral y en pequeñas unidades económicas.
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Lo anterior plantea que las dinámicas económicas requieren nuevas infraestructuras, especialmente vías de acceso y de salida de la ciudad. Cuando esto no sucede se produce congestionamiento vial, con un costo social no cuantificado asumido por los trabajadores. Eso obliga a retomar la positividad de la planificación urbana para facilitar la movilidad de la población y de los circuitos económicos en el área.
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José Florentín Martínez López es investigador del Centro de Estudios Urbanos y Regionales (CEUR) de la Universidad de San Carlos de Guatemala (Usac).