Sin embargo, historiadores concuerdan en que este hecho no fue “voluntad general del pueblo”, sino que fue promovida por la élite de ese entonces para sus intereses propios, por lo que se debe reflexionar sobre sus consecuencias.
La declaración de independencia llevó en 1822 a la anexión a México; y en 1824, a la fundación de la República Federal del Centro de América, cuyo primer presidente, Manuel José Arce, ascendió en 1825 mediante una componenda política entre conservadores y liberales, pues el electo había sido José Cecilio del Valle. Al poco tiempo, Arce perdió el apoyo de los dirigentes liberales y se rodeó del clan Aycinena —una de las familias con mayor poder político y económico de la época—, lo que provocó la anarquía política y el inicio de las cruentas guerras federales, expone el historiador e investigador Horacio Cabezas Carcache.
“Se necesita conocer objetivamente lo que sucedió, pues el Acta de Independencia señala que se hizo para prevenir las consecuencias que serían terribles en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo. Un rol destacado jugó la familia Aycinena para que el Reino de Guatemala pasara a formar parte del Imperio Mexicano que le había ofrecido defender militarmente sus intereses económicos y políticos”, explica.
“Es innegable la importancia que representó este acontecimiento histórico en el Istmo centroamericano. Su conmemoración —más allá de festejos patrios vacíos y de referentes mediáticos—, debería servir como una plataforma de opinión, debate y de revisión objetiva de los acontecimientos que tuvieron lugar antes y después del proceso de emancipación; sobre todo, en materia de posturas e interpretaciones unilaterales, que no permiten comprender y explicar la formación de un Estado Nacional inconcluso y excluyente”, afirma el historiador Édgar Fernely Chután, de la Academia de Geografía e Historia.
“Es importante conocer los antecedentes y contextos sobre los cuales operó la independencia. Teóricos e historiadores coinciden en señalar que no se produjeron cambios estructurales significativos. Las alianzas sociales y políticas entre las élites de poder —a pesar de sus pugnas y rivalidades— aunados con la Iglesia, prepararon un escenario que permitiría a la postre la continuidad del sistema económico, político y social; solo se produjo un cambio de autoridades ‘colonia sin rey’ o lo que otros llaman ‘la comedia’ en su primer acto”, dice.
El historiador Rodolfo Hernández explica que hay que tomar en cuenta los aspectos económicos derivados de la emancipación, pues las élites locales coloniales —fundamentalmente, grandes comerciantes como los Aycinena— tomaron el control de sus actividades sin mediación de la Corona. “Para que hubiera un cambio verdadero, tuvieron que pasar muchos años, pues gran parte de la legislación de España permaneció vigente en el país. Cuando se fundó la República, en 1847, se dio un deslinde efectivo”, añade Hernández, quien destaca la importancia del proceso de ladinización del indígena que comenzó a finales de los 1800, así como de la ley de colonización, de 1824.
El doctor en Historia del Arte y catedrático Johann Melchor recuerda que la independencia se concretó en 1821 a raíz de varios levantamientos previos y debido a que España estaba debilitada a causa de las guerras napoleónicas (1799-1815), por lo que no tenía fuerza militar para sostener a las colonias americanas.
“Al firmarse el Acta de Independencia en Guatemala, solo se le dio un ‘golpe de Estado’ al rey, porque Gabino Gaínza siguió en el cargo de presidente”, dice Melchor, quien añade que luego de este hecho, quienes salieron afectados fueron los indígenas, pues en el Reino regía la legislación española que los defendía. Melchor afirma que con la independencia se buscaba que todos los ciudadanos tuvieran los mismos derechos e igualdad, ideales originales por los que adquiere importancia el suceso. La promesa emancipadora de las luchas de independencia se materializó para los esclavos afrodescendientes, cuando la Asamblea Nacional Constituyente abolió la esclavitud en 1823, agrega.
A principios del siglo XIX, la antigüedad de las principales familias españolas de la Nueva Guatemala de la Asunción se remontaba a mediados del XVII y comienzos del XVIII, como era el caso de los Asturias, Arrivillaga, Batres, Nájera y Urruela, así como los Aycinena, Barrundia, Chamorro, Irisarri, Landívar, Larrazábal, Pavón y Piñol, que controlaban el comercio de exportación e importación, explica Cabezas Carcache en su libro Independencia Centroamericana. Gestión y ocaso del Plan Pacífico.
Julio Cañas, administrador interino del Museo Nacional de Historia, resalta la participación de la mujer en el proceso independentista, representada por María Dolores Bedoya de Molina, en una época en la que las mujeres vivían aisladas y no se les permitía involucrarse en asuntos políticos. “Bedoya es una de las mujeres vanguardistas que se sale de los esquemas de ese momento y se convierte en la primera mujer en luchar por cuestiones en las que solo los hombres participaban”, dice.
Artemis Torres Valenzuela, investigadora del Centro de Estudios de las Culturas de Guatemala y exdirectora de la Escuela de Historia de la Universidad de San Carlos de Guatemala, indica que ese centro de estudios tiene una perspectiva de reflexión crítica, valorativa y profunda de este acontecimiento histórico, sobre lo que significó y significa después de dos siglos para el país. La historiadora señala que se cuestiona al sector de los criollos, quienes han tenido presencia continua en el campo político, social, ideológico y cultural del país. “Este sector quedó como administrador no de un país sino de una especie de finca. La independencia fue favorable solo para ellos y no tuvo una incidencia directa en las grandes mayorías que conforman Guatemala”, refiere.
Torres Valenzuela afirma que la frustración de los criollos se debe a que su proyecto de nación no fue incluyente ni de unificación. Además, como resultado de la independencia se sucedieron gobiernos dictatoriales, y al no ser un país inclusivo, se registran altas tasas de violencia, corrupción, pobreza y polarización de ricos y pobres, por lo que la emancipación marcó el destino del país.
Camino a vida sin ataduras
La emancipación de México fue uno de los detonantes para que se concretará la Independencia política de España del Reino de Guatemala.
1811-1813
A raíz de la Independencia de México (1810), se sucedieron las sublevaciones de noviembre de 1811 en San Salvador, y la de diciembre de ese año en Granada (Nicaragua), así como la Conspiración de Belén en 1813, en la Nueva Guatemala de la Asunción.
1820
Un ataque importante al poder político colonial fue el organizado por dirigentes indígenas quichés del Corregimiento de Totonicapán, encabezados por Atanasio Tzul, que mostraron su rechazo a las autoridades españolas por cobrar el tributo en forma ilegal, que las Cortes de Cádiz (1812) habían suprimido.
1821, agosto
Juan José y Mariano de Aycinena, Pedro Molina, Mariano de Beltranena y José Francisco Barrundia redactaron el Plan Pacífico de Independencia, cuyo objetivo era crear condiciones políticas para que las autoridades del Reino de Guatemala decidieran la separación pacífica de la monarquía española.
13-09-1821
Los Ayuntamientos de Tuxtla, Ciudad Real y Comitán, parte del Reino de Guatemala, comunicaron su separación de España. El presidente Gabino Gaínza convocó una Junta General para el 15 de septiembre, en la que participaron 53 personalidades de instituciones religiosas, civiles, militares y educativas.
15-09-1821
Durante la junta, de sesión pública, 23 votaron a favor de la Independencia; siete, en contra, y el resto, según se deduce, abandonaron el lugar. José Cecilio del Valle estructuró el contenido del Acta de Independencia, que fue firmada solo por 13 asistentes, y jurada cinco días después.