EDITORIAL
Conmemoraciones
Inexorablemente, el 2021 trae un ciclo de conmemoraciones inherentes al sentido de identidad guatemalteca. La efemérides más notable es, sin duda, el bicentenario de la emancipación política del territorio centroamericano que hasta aquel momento constituía la Capitanía General de Guatemala. Sin duda, son posibles las múltiples interpretaciones, favorables o desfavorables, acerca de ese acontecimiento, según se evalúen las motivaciones, los protagonistas, los antecedentes y subsiguientes sucesos. Valoraciones laudatorias o cuestionamientos acerca de aquella declaratoria son posibles e incluso necesarias.
Pese a la polémica, es innegable el valor simbólico y político que tiene la fecha 15 de septiembre de 1821, aunque en el devenir de sucesos, pugnas y decisiones la declaratoria de la República de Guatemala no se produciría sino 26 años después. No obstante, la fecha de independencia de España marca la génesis de una nación que continúa en busca de nuevos derroteros de progreso y desarrollo. Esa conmemoración ineludible debe aprovecharse para propiciar una discusión constructiva sobre los valores que dan sentido a la vida nacional. No se trata de repetir mantras nacionalistas o consignas amparadas en el dogmatismo, sino de abrir puentes de entendimiento, ya que en la diversidad de ideas se encuentra la riqueza.
La recordación de la gesta independentista es el motivo perfecto para replantear objetivos económicos, sociales y políticos de Guatemala, con miras a mejorar la competitividad en un entorno globalizado. El sentido crítico acerca de la historiografía y la semiótica en ningún sentido atenta contra el amor a la patria, el cual se plasma con acciones éticas y solidarias. A diario la vida, talento y esfuerzo de millones de guatemaltecos contribuyen con la búsqueda perenne de un ideal de bien común que se ha visto lastrado por la corrupción, la insensatez, la intolerancia y la cerrazón de individuos y grupúsculos que tienen una visión obtusa del país. La ciudadanía honrada, la juventud estudiosa y todos los sectores productivos reviven a diario una propuesta de acción conjunta que puede vencer cualquier demagogia barata o nacionalismo simulado.
Cabe recordar también que este año se conmemoran los 150 años del surgimiento de dos símbolos patrios: la bandera y el escudo nacional, que han evolucionado también en cuanto a forma y detalles, pero que encierran valores fundacionales.
Finalmente, pero no menos importante, este año se celebra el centenario del nacimiento de uno de los más brillantes escritores, no solo de Guatemala sino del mundo: Augusto Monterroso, quien después de Miguel Ángel Asturias es probablemente la pluma guatemalteca más aplaudida. Autor del relato considerado como el más breve de la historia, El Dinosaurio, cuyo sentido constituye un elocuente y constante desafío, pues la búsqueda de una patria más equitativa, con mejores indicadores de educación y salud, con más transparencia y con instituciones al servicio de los ciudadanos se mantiene a diario. En cada momento nos puede suceder lo que al enigmático personaje de ese relato le toca constatar al regresar desde el universo de los sueños, los ideales y las grandes convicciones: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.