DE MIS NOTAS
El cincuentenario de Cayo Castillo
El Irtra, ahora cumpliendo 58 años, es un fenómeno trascendente, porque es un proyecto que entraña, dentro de su propio sistema de administración y funcionamiento interno, un concepto de gestión innovador que podría aplicarse a toda Guatemala. Así lo he escrito en varios momentos de su desarrollo. “Si Guatemala fuera como el Itra”, escribí hace 18 años, cuando se inauguró el parque Xetulul, “Guatemala podría ser unida, incluyente, ordenada, respetuosa, honesta y, ante todo, feliz”.
' Cayo Castillo cumple 50 años al frente de este desafío profesional, que más que desafío es un logro de altísimo mérito.
Alfred Kaltschmitt
Hablar del instituto de recreación de los trabajadores (Irtra) es una viva demostración de que es posible una simbiosis de intercambio armoniosa y de mutuo beneficio entre empresarios, trabajadores y el Estado.
Dicho logro de excelencia ha sido liderado por Ricardo —Cayo— Castillo Sinibaldi, quien cumple 50 años de presidir el Irtra, con unos indicadores de éxito impresionantes: más de “2,500 millones de quetzales de inversión, que a su valor presente podrían alcanzar 12,000 millones de quetzales. Un dato acumulado desde 1963 a la fecha de más de 83 millones de visitas al Irtra, que ha sido catalogado por la Asociación Mundial de Parques de Diversión como el mejor de Centroamérica y uno de los mejores de Latinoamérica.
La eficacia operativa, el orden, la limpieza, la belleza y la calidad de la infraestructura son un logro extraordinario. Pero, más fuera de lo ordinario, es saber que esta es una obra de altísima eficiencia administrativa y transparencia en el manejo de los fondos, al haber podido mantener a lo largo de los 58 años desde su creación, que se dedicase 93 centavos de cada quetzal recibido a inversión, y solo 7 centavos a operación. Semejante récord es un logro insuperable que apunta hacia el título de aquella columna que escribí hace 18 años: “Si Guatemala fuera como el Irtra”.
“Si Guatemala fuera como el Irtra —escribí—, el país entero obedecería las leyes y se sometería gustoso a las autoridades que, con cortesía, pero mucha firmeza, mantendrían el orden y harían valer el estado de Derecho. Si Guatemala fuera como el Irtra, la sociedad con sus diferentes clases socioeconómicas estaría unida, conviviendo en armonía. Si Guatemala fuera como el Irtra, todos entregaríamos con gusto nuestros impuestos a los gobernantes para que los manejasen con honestidad”.
Cayo Castillo Sinibaldi, cumple 50 años al frente de este desafío profesional, que más que desafío es un logro de altísimo mérito. Es medio siglo de trabajo, un reto que lo tomó un joven a los 35 años. Toda una vida.
Hay que rendirle honores a los hombres y mujeres que dejan huella y profundo legado cuando están vivos y en plena conciencia de sus facultades. Cayo es una “máquina” de trabajo, que a sus 85 años ha vencido hasta al covid-19. Un hombre de carácter apacible, cortés y mesurado, hasta que empuña el mando y exige cumplimiento y rendición de cuentas. Vaya para él esta columna de reconocimiento para rendirle tributo y honor a quien honor merece.
Y vaya también un reconocimiento especial a todos los empresarios que han conformado las juntas directivas a lo largo de estos 50 años acompañando a Cayo en esta gesta de tanto impacto para esos 58 millones de trabajadores guatemaltecos beneficiados con los impuestos y su contribución, en una obra de tanta envergadura.
Se comprueba, una vez más, que empresarios y trabajadores podemos trabajar por una Guatemala unida, incluyente, ordenada, respetuosa, honesta y, ante todo, feliz.
Dios te bendiga, Cayo, y gracias por tus 50 años de servicio.