SI ME PERMITE

La Navidad debe encerrar un valor de relación

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“No existe la Navidad ideal, solo la Navidad que usted decide crear como reflejo de sus valores, deseos y tradiciones”. Bill McKibben

El ser humano es parte de una sociedad y de un grupo al cual pertenece por las relaciones que durante los años cultiva y también por la pertenencia a grupos definidos que no solo le dan identidad, sino también sentido y propósito en la vida.

En los que nos identificamos como cristianos, a pesar de la diversidad que nos caracteriza, el punto central es por la persona de Cristo, que nos da esa distinción. Por lo mismo sería muy sano preguntarnos cuán noble o cuán correcto es recordar a Cristo en una gran mayoría en el día de su nacimiento. Personalmente me llamaría mucho la atención si los míos solo se recordaran de mí el día de mi cumpleaños y el resto del año pasara como que uno no existiera en la vida. Posiblemente sería el cuadro para muchos de lo que es la Navidad.

' Planifiquemos enfocar nuestra atención en modo correcto en celebración de la Navidad.

Samuel Berberián

El mayor agravante a lo anterior es que, aun cuando se reúnen muchos en las festividades de la Navidad, es para estar con los suyos y no necesariamente como la práctica y como se acostumbra entre nosotros, que el cumpleañero es el centro de la celebración. En muchos convivios navideños lo central es el tiempo de estar juntos, y lo de Cristo es solo propio de la fecha y de manera circunstancial.

Para ilustrar lo expuesto pongamos el caso de cuando uno de nosotros está cumpliendo años, todos los nuestros se reúnen en una gran celebración y lo central del evento es lo que se come, con quiénes se encuentran, y no el cumpleañero, como se acostumbra entre nosotros.

Indudablemente cada navidad está planificada con anterioridad, lo cual es sano y es de entenderse. Posiblemente sería bueno para esta ocasión pensar, especialmente los que tienen a su cargo toda la programación y planificación, en tener presente en qué manera se podría agasajar al cumpleañero en la manera que cada grupo lo considera más adecuado.

Seguramente cada uno de nosotros, por el correr del tiempo, tenemos recuerdos de navidades del pasado y en la gran diversidad de lo que recordamos deberíamos tratar de planificar, a la luz de esos recuerdos, actividades que sean mejores que las del pasado. Y sin lugar a duda si el Señor Jesucristo, en medio de la diversidad de confesiones que tenemos, llega a ser el centro de la celebración, será un tiempo no solo agradable, sino edificante también.

Es claro de entender y confesar que el que nació en Belén de Judá y que hasta hoy se le celebra nació no para alcanzar sus propios sueños, sino para suplir nuestras necesidades, y vino para ofrecernos una alternativa de vida que trasciende a las circunstancias del momento y ofrece un ordenamiento de la vida que por todas partes es provechoso.

El verdadero sentido de la Navidad, cuando entendemos el sentido y el propósito, debería eliminar en cada uno de nosotros el egoísmo, que muchas veces por naturaleza tenemos, y no simplemente por unas horas de alegría y algarabía ocultar el egoísmo. Porque si la historia nos refleja que Él vino para servir, nosotros tenemos un modelo para mejorar nuestra manera de ser.

Que en esta Navidad, por encima de lo que pongamos sobre la mesa y lo que podamos envolver como regalos, podamos darnos a nosotros mismos para alegría de los nuestros y de los que tenemos en la cercanía.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.