Vestido con su tradicional traje rojo, el célebre personaje navideño abandonó su carruaje y a cien metros de altura, asegurado con un arnés, hizo la travesía entre los dos cerros que conforman el Pan de Azúcar, colgado en la parte externa del teleférico que los comunica.
La “particular” llegada del “Bom velinho” (viejito bueno) -como se le conoce en Brasil- causó el asombro de grandes y chicos que visitaban el turístico lugar.
La idea es promovida por la secretaría de Turismo y Cultura de la ciudad de Canela, localizada en el sur de Brasil, donde las fiestas navideñas, que atraen miles de visitantes en diciembre, son la principal atracción turística cada año, pero que en esta oportunidad tendrán que realizarse con muchas restricciones por culpa de la pandemia.
“Como no podemos bajar todas las noches a Santa de la Catedral (de Canela) de acuerdo con nuestra tradición, lo estamos llevando a puntos estratégicos del país, para transmitir un mensaje de paz y esperanza a todos los brasileños en este momento tan difícil para la humanidad. En Río, elegimos el Pan de Azúcar para llevar este cariño a los cariocas”, dijo el secretario de Turismo y Cultura de Canela, Ángelo Sanches.
Después de su “temeraria” travesía, Papá Noel se dirigió a un antiguo vagón de teleférico del año 1972, donde fue adaptado el “despacho de Santa” y donde, este fin de semana recibirá los pedidos para la Navidad, pero de forma aislada, siguiendo los protocolos exigidos por la pandemia para evitar la propagación del virus.