El covid-19 obligó a un cambio dramático en los hábitos de consumo, la eficiencia financiera, el comportamiento de los clientes, el surgimiento de los canales digitales o electrónicos, y para algunas empresas o sectores, representó el cierre permanente de operaciones y una severa contracción como el de turismo.
La planeación deberá estar asociada a las circunstancias internas y externas sobre esta enfermedad y sus posibles efectos en la economía. En 2020 las estadísticas cambiaron y no es posible hacer pronósticos precisos.
Variable extraordinaria
Los especialistas parten de que el programa de negocios para el siguiente año será extraordinario, y no podrá tomarse como referencia lo sucedido en 2020 para hacer los cálculos para las ventas, volumen de producción, pronósticos de ingresos y gastos, rentas y planes de expansión.
Los tomadores de decisiones deberán promediar la planeación con respecto a lo que se venía ejecutando en años anteriores.
Sin embargo, la conducta del consumidor y el comportamiento de la economía han cambiado a raíz del surgimiento de la enfermedad.
“Los ejecutivos que se dedican a la planeación y las empresas que hacen sus pronósticos de estrategia deben partir ahora con un modelo de negocios diferente, replantearlo, y probablemente los mismos productos, pero con una serie de estrategias y servicios diferentes, hacia otros segmentos, revisión de precios y un criterio conservador en los volúmenes de producción”, recomendó el consultor empresarial Juan Carlos Paredes de la firma Parsa.
Base cero
En la planificación financiera, las compañías deberán partir del modelo conocido base cero.
Este planteamiento parte en los gastos, la capacidad de producción de las empresas, así como un control adecuado del modelo y nivel de negocios, que implica la reducción de costos en determinadas áreas, destinarlo en otras unidades puntuales y esenciales como servicios y de áreas de digitalización o electrónica.
Esta línea de trabajo incluye un manejo conservador del funcionamiento de la compañía, un adecuado manejo de costos, una estrategia financiera de gastos, mientras se recupera la economía, la confianza en el consumo y los ingresos.
La idea es mientras se recupera la producción nacional, las compañías tienen que controlar el presupuesto.
El contenido de la base cero se refiere a no contar con las experiencias pasadas, sino a lo que está ocurriendo en la actualidad.
5 preguntas sobre el flujo de caja
Jorge Nadalini, director ejecutivo de Interamerican Business School (IBS), y catedrático del curso de planeación financiera, sugiere que las compañías deben ponerle toda la atención en los flujos de caja.
Las principales dudas para resolver y atender son:
- ¿Qué van a hacer con los clientes que tienen un retraso de cumplimiento?
- ¿Qué va a pasar con los clientes morosos, con problemas de pago y qué soluciones se van a buscar?
- ¿Cómo se van a incrementar las ventas y se puede ser más agresivos?
- ¿Cómo desarrollar nuevos productos y otras oportunidades o servicios?
- ¿Cuáles gastos fijos se piensa reducir o ajustar al flujo de ingresos?
El académico remarcó que el flujo de caja determinará la programación de los ingresos, para poder acoplar sus gastos a esos números en los siguientes meses. La siguiente fase es contar con plan estratégico.
Las empresas deben buscar cuáles serán las nuevas fuentes de ingreso, que productos o servicios pueden diversificar, cuáles serán las nuevas maneras de comercialización o que nuevos canales de distribución para llegar a más consumidores.
Ser objetivo y realista
Con respecto a la planeación estratégica, estos deberán girar a los nuevos modelos de servicios, entregas, y de los mercados que los obligan a un control de gasto en todas las actividades.
Paredes recalca que ahora las empresas tienen que ser eficientes en sus procesos productivos, en afinar las líneas de producción con menos recursos, y en observar la reacción que tendrá la economía a nivel global y local en todos los segmentos.
Deben poner énfasis en los segmentos altos, medio y bajos, en los canales de distribución y el comportamiento de estos.
“Nadie tiene una garantía de que se pueda vender lo mismo o resistir una estructura con los ingresos del 2020, por los negocios que tuvieron pérdidas. Hay que partir del supuesto base cero de tener un criterio realista y objetivo para generar los ingresos adecuados en función de las circunstancias actuales”, consideró Paredes, al explicar esa metodología.
Debe haber planeación
A pesar de los efectos del covid-19 y un panorama incierto, los expertos recomienda la creación del programa estratégico para 2021.
En 2020, las empresas que tenían una planeación estratégica reaccionaron y tuvieron más oportunidad de permanecer o de estar activas con un plan emergente con respecto a las que no contaban con un plan.
Nadalini subrayó que la planeación tiene que hacerse con mucho más cuidado, y los presupuestos abarcan un pronóstico de ventas para seis o 12 meses; pero en 2021 se tiene que estar al día con la creación de un fondo de maniobra para operar ante el “apretón” y en los meses difíciles.
Reconfigurar las proyecciones
La sugerencia es que ahora más que nunca, las empresas como los emprendedores deben afinar sus proyecciones.
La costumbre era tomar el comportamiento de años anteriores, pero ahora se debe considerar todos los efectos que pueda atraer el covid-19, sobre todo con la conducta del consumidor.
Cabe resaltar, que en la medida que los clientes son conservadores, no estarán saliendo a la calle, visitando centros comerciales, y no realiza compras con impulso, pero la oferta deberá ser estratégica para atraer a los consumidores sin los riesgos de la pandemia. Una estrategia puede ser un mercadeo directo con la oferta de los productos.
Cada 90 días -tres meses- los planes eran sujetos a revisión, pero de nuevo, los efectos de la pandemia van a cambiar la metodología a una supervisión mensual y una revisión cada lunes sobre los avances.