PUNTO DE ENCUENTRO

“La deuda es con nosotras”

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Más asesinatos de mujeres que días del año. En esta terrible frase se resume la realidad de la violencia femicida en Guatemala. Esa violencia que arrebata, cada día, todos los días, la vida de una de nosotras. Esa violencia que se expresa también en el abuso sexual que sufren miles de nuestras niñas y adolescentes, cada día, todos los días.

Vergonzosamente nuestro país sigue siendo uno de los lugares más peligrosos del mundo para las niñas y las mujeres, y un paraíso de impunidad para sus asesinos, violadores y golpeadores. Vergonzosamente, además, en el medio de esta espiral de violencia seguimos escuchando cómo se justifica y minimiza la violencia contra nosotras porque “a los hombres también los matan” y porque “si eso les pasó, es que algo habrán hecho”.

La verdad, a estas alturas duele tener que argumentar que la violencia contra las mujeres y las niñas no es normal, no tiene justificación y no somos nosotras las que la provocamos. Lastima tener que reiterar, cada vez que una mujer es asesinada, que a muchas de ellas se las mata por su condición de mujeres y que antes de morir sufrieron golpes, tortura y violación. Frustra tener que explicar por qué las mujeres nos movilizamos para exigir el cese de la violencia y la impunidad y para nombrar a cada una de las que no están, cuando ese debiera ser un reclamo colectivo. ¿Cómo no sentir profundo dolor y rabia cuando constatamos que, en lugar de disminuir, la violencia contra las niñas, las jóvenes y las mujeres va en aumento?
Entre enero y septiembre de este año, el Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif) registró el asesinato de 350 mujeres e informó que se practicaron 2 mil 710 exámenes por delitos sexuales contra niñas, niños y adolescentes.

' Las niñas y las mujeres no se tocan, no se violan, no se matan.

Marielos Monzón

Por su parte, el Observatorio de Salud Sexual y Reproductiva (Osar), basado en los registros del Ministerio Público, documentó de los años 2015 a 2019 un total de 33 mil 318 violaciones contra niñas, adolescentes y jóvenes de entre 1 y 18 años de edad. Sí, violaciones. Solo en 2019 las cifras son las siguientes: 260 contra niñas entre 1 y 4 años; 586 contra niñas entre 5 y 9 años; 1,017 contra pequeñas entre 9 y 12 años; 3 mil 343 contra adolescentes entre 13 y 15 años; y 1,352 contra jóvenes de 16 a 18 años. En total, 6 mil 558 violaciones sexuales.

Esta realidad de abuso y violencia se repite en toda Centroamérica. Sumando las cifras de los observatorios nacionales, las instituciones de salud estatales y los organismos internacionales que trabajan en la región, se documentó en 2019 un total de 215 mil 278 embarazos de niñas y adolescentes centroamericanas de entre 10 y 19 años. La legislación guatemalteca establece como violación las relaciones sexuales con niñas menores de 14 años. Sin embargo, en una gran mayoría de los casos de jóvenes entre 15 y 19 años hay violencia sexual y relaciones no consentidas que terminan en embarazos forzados.

Detrás de estos números espeluznantes está la cultura machista y patriarcal extendida y arraigada que se traduce en sociedades violentas, discriminadoras y tolerantes frente a los abusos. Los cuerpos de las niñas, adolescentes y de las mujeres siguen siendo considerados objetos o mercancías y sus vidas están supeditadas a la voluntad y al dominio masculino. A esto se suma la impunidad frente a estos crímenes y los discursos de odio y descalificación que terminan siendo los mejores alicientes para la violencia.

Ser mujer en Guatemala y en Centroamérica es peligroso. Lo era en tiempos “normales” y lo es en esta época de pandemia. Eso es lo que denunciamos y por eso nos movilizamos: las niñas y las mujeres NO se tocan, NO se violan, NO se matan.

ESCRITO POR:

Marielos Monzón

Periodista y comunicadora social. Conductora de radio y televisión. Coordinadora general de los Ciclos de Actualización para Periodistas (CAP). Fundadora de la Red Centroamericana de Periodistas e integrante del colectivo No Nos Callarán.