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Amy Coney Barrett: quién es la jueza elegida por Trump para ocupar el puesto que dejó la fallecida Ruth Bader Ginsburg en la Corte Suprema

El presidente Donald Trump, anunció que Amy Coney Barret es su nominada a cubrir la vacante que dejó en la Corte Suprema de Estados Unidos la muerte de Ruth Bader Ginsburg.

Amy Coney Barrett es una creyente católica. (Foto Prensa Libre: Reuters)

Amy Coney Barrett es una creyente católica. (Foto Prensa Libre: Reuters)

Trump propondrá al Senado la designación de Amy Coney Barrett, que se convertiría en el tercer integrante del Tribunal supremo designado por el presidente, después de los nombramientos de Neil Gorsuch en 2017 y Brett Kavanaugh en 2018.

La decisión de Trump de promover a Barrett ha provocado la indignación de los demócratas, que consideran que, a falta de solo unas semanas para las elecciones, una decisión tan importante debería tomarla el presidente que salga de la cita con las urnas.

Firme detractora del aborto

De 48 años, Barrett es una devota católica que afirmó en un artículo publicado en 2013 que “la vida comienza con la concepción”.

Planteamientos como este le han granjeado el favor de grupos religiosos conservadores que desean revertir la histórica decisión judicial que en 1973 legalizó el aborto en todo el país.

Barrett ha votado a favor de las políticas de dureza frente a la inmigración de Trump y se ha manifestado a favor del derecho de los estadounidenses a tener y portar armas.

Fue Trump quien la nominó para el 7º Circuito de Apelaciones con sede en Chicago, cargo para el que fue confirmada por el Senado en una votación en la que obtuvo 55 votos a favor y 43 en contra después de un arduo proceso.

Trump ya pensó en ella para reemplazar al juez Anthony Kennedy en la Corte Suprema en 2017.

Después de graduarse en la Escuela de Leyes de la Universidad de Notre Dame, en Indiana, Barrett trabajó como asistente del juez Antonin Scalia, fallecido en 2016 y como académica en Notre Dame cerca de 15 años.

Nacida en Nueva Orleans, su marido fue asistente del fiscal en el Distrito Norte de Indiana. La pareja tiene 7 hijos.

Trump.
(Foto Prensa Libre: EPA)
EPA
Trump quiere sustituir cuanto antes a la fallecida Bader Ginsburg.

Según explica el diario estadounidense The New York Times, Trump entrevistó a Barrett esta semana en la Casa Blanca y se decantó por ella después de escuchar a voces del ámbito conservador que le aseguran que la jurista sería una versión femenina de Scalia, que durante décadas influyó desde su puesto en el Supremo en una interpretación en sentido literal de las leyes estadounidenses.

De acuerdo a los analistas, el perfil de la elegida por Trump revela un intento por agradar a sus bases más conservadoras de cara a las elecciones. Trump marcha por detrás de su rival demócrata, Joe Biden, en las encuestas.

La elección de Barrett supone también un alejamiento radical del perfil de Bader Ginsburg, la jueza cuya vacante cubrirá, conocida por sus posturas liberales y feministas y que falleció el pasado 18 de septiembre.

Si su candidatura supera la votación en el Senado, Barrett se convertirá en el miembro con menos años de experiencia en la Corte.

Tribunal Supremo.
(Foto Prensa Libre: Reuters)
Reuters
El Tribunal Supremo puede ser decisivo en las elecciones.

Pero eso no parece ser un impedimento para Trump, que ha dejado clara su intención de reemplazar cuanto antes a Ginsburg, a pesar de que en 2016 los republicanos se opusieron a aprobar la candidatura del juez propuesto por el entonces presidente Barack Obama con el argumento de que debía esperarse al resultado de las elecciones que terminó ganando Trump.


Una posición complicada para los demócratas

Análisis de Anthony Zurcher, corresponsal de la BBC en Norteamérica

Amy Coney Barrett ha estado en la lista de candidatos de Donald Trump para la Corte Suprema desde hace tiempo, pero se decía que era el reemplazo idóneo para Ruth Bader Ginsburg.

Desde la semana pasada, eso dejó de ser un escenario hipotético.

Incluso antes de que Trump se decidiera por la jueza Barrett, figuras conservadoras se expresaron a favor de su elección, fuera quien fuera la persona. Y si todos permanecen unidos, como parece ser el caso salvo por dos excepciones, su confirmación parece segura -ya sea antes de las elecciones del 3 de noviembre o durante los meses anteriores al inicio de la siguiente legislatura (21 de enero de 2021).

La elección de Barrett pone a los demócratas en una posición delicada. Tienen que encontrar la forma de restarle apoyo a la nominada sin que parezca que atacan su fe católica o su historia personal, una actitud que podría quitarles votantes en noviembres.

Los demócratas intentarán retrasar el proceso de confirmación todo lo que puedan mientras mantienen su foco en asuntos como la cobertura de salud y el aborto, que pueden estar en el centro de futuras batallas legales con la jueza Barrett en una corte dominada por los conservadores.

De ahí tienen que esperar que la magistrada Barrett o los republicanos cometan algún grave error. Es un reto, pero por el momento es la única jugada que tienen.


Un tribunal decisivo

Los jueces de la Corte Suprema de Estados Unidos ostentan el cargo de manera vitalicia y el alto tribunal actúa como intérprete final de asuntos de la máxima relevancia política y social. Por eso su designación tiene tanta importancia, especialmente ante un panorama electoral tan incierto como el que se avecina.

Trump ha denunciado insistentemente irregularidades que no ha probado en el voto por correo, que debido a la pandemia tendrá un peso mucho mayor que en elecciones anteriores, y se ha negado a admitir que reconocerá los resultados si no le favorecen.

Si se produce el apretado recuento que pronostican las encuestas, esto podría llevar a que sea la Corte Suprema la que determine finalmente quién es el nuevo presidente, una posibilidad para la que cada vez más actores en el ambiente político de Washington se vienen preparando.

La corte tiene ahora 5 miembros de orientación conservadora y 3 considerados progresistas. Si Trump logra que Barrett ocupe finalmente el cargo, los conservadores contarían con una mayoría de 6 a 3 que presumiblemente tardaría años en revertirse.

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