SI ME PERMITE

Este es un día para evaluar nuestro civismo

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“Aquel que ama su patria recuerda a quienes lucharon por ella”. General San Martín

Cuando entendemos el sentido verdadero del civismo lo cultivamos. porque este nace en la voluntad y se conserva con el determinado interés para saber su historia y como ha llegado hasta los días de uno. Cuando esto está claro, entonces hay un esfuerzo y una determinación no simplemente de conservarlo, sino de transmitirlo a la próxima generación, no solo con actividades, sino con los ideales con los cuales un día nació.

' La modalidad de cultivar civismo va mucho más allá de todos los actos cívicos que se programan.

Samuel Berberián

El civismo bien entendido es algo que se llega a contagiar a los que lo rodean, porque, más que la retórica, es el aprecio y la valoración de lo que hemos heredado y lo disfrutamos cada día en la rutina de nuestras actividades, lo cual es mucho más que en los eventos que se dan en las celebraciones. Porque cuando uno no sabe lo que está celebrando, poco sentido tiene lo que se está haciendo. Pongamos de nuestra parte en conocer nuestra historia y nuestros antepasados, para poder vivir un civismo que habrá de contagiar a la nueva generación que viene después de nosotros.

No es ninguna sorpresa que todo conocimiento principia con la curiosidad, pero luego en la capacidad de ser selectivo podemos asimilar todo aquello que nos distingue y delante del resto del mundo hacemos la diferencia por lo que somos y mucho más por lo que queremos conservar de lo nuestro, de modo que la historia pueda tener una continuidad creciente y gratificante.

No hay ninguna duda de que hay elementos en el civismo que nos invitan a exhibirlo y con el mayor de los orgullos, posiblemente, pero no debería quedar allí, sino debe ser un sentir de la vida diaria. En cualquier involucramiento que se tiene, la patria debe ser parte, porque en ella nos estamos desempeñando y le pertenecemos a ella. Esto debe ser tan evidente que los que nos rodean no deben tener la menor duda de dónde somos y a qué patria pertenecemos.

Cuando en los días festivos se están desarrollando actos cívicos, estos deben ser momentos para educar a los que no conocen nuestra historia. Por esta razón deberían ser muy bien planificados y nunca caer en improvisaciones, sino que cada cosa que se hace en un acto cívico tiene su razón y propósito, y si en algún momento no se lo logra, exhortar para que en una próxima sea alcanzado el propósito de lo que se está haciendo.

Nunca faltan (y que sin duda tendrán su razón) aquellos que tienen una particular admiración por la patria de los otros y sus prácticas de civismo. Esto no debería considerarse como una cosa aceptable y mucho menos normal. La admiración y aprecio debe ser en lo que es de uno, y mayormente cuando es en asuntos de la patria, su historia y la herencia que esta nos ha legado.

Claro está que están aquellos que, como uno, que cuando nació no fue tomado en cuenta para que le dieran la pertenencia de una patria y por quedar como apátrida ha tenido que adoptar la propia. Los que vivimos esta realidad mucho nos da que pensar en los que por nacimiento tienen su patria, pero no se detienen para dar las honras de civismo cuando hay una celebración, entendiendo que no solo honran a la patria, sino que afirman ser parte de ella.

Que en estos días nuestro civismo pueda despertar a una nueva dimensión por lo que cada uno aporta, porque uno pone de su parte para que se conserve todo el año.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.