IMAGEN ES PERCEPCIÓN
Las no tan predecibles elecciones estadounidenses
A doce semanas de las elecciones presidenciales de los Estados Unidos, el presidente Trump figura en las encuestas, significativamente detrás —por nueve puntos porcentuales— de su oponente el demócrata Joe Biden. Sin embargo, ya se ha visto en el pasado que ganar el voto popular no significa ganar la presidencia. Y es que, contra todo pronóstico, el impredecible Donald Trump ganó las elecciones presidenciales del 2016, cuando se enfrentó a Hillary Clinton, y no sería nada extraño que la historia se repita. Aunque esta vez la situación es más compleja que hace cuatro años, por los factores inesperados que sucedieron: una pandemia que ha matado a más de 170.000 personas en ese país, una economía en crisis, un verano de manifestaciones contra el racismo y la violencia policial. A pesar de esta volatilidad, Donald Trump, como en 2016, no tiene posibilidades de ganar el voto popular, pero es muy probable que gane en el Colegio Electoral.
' Si Trump gana estas elecciones, sería un caso único en la historia de EE. UU., dos veces seguidas iría contra todos los pronósticos.
Brenda Sanchinelli
Durante los últimos cuatro años, Trump ha redefinido la política estadounidense y aún así sigue contando con un sólido apoyo de sus votantes fieles. Por lo tanto, los expertos serios y no sensacionalistas, para poder predecir unos resultados más certeros analizan las encuestas realizadas estado por estado. Y sobre todo no se creen tanto lo que dicen los medios de comunicación, cuya línea editorial va contra Trump, por agenda establecida. Haga lo que haga, lo critican, sea bueno o malo. Los medios tratan de vender la imagen de un Donald Trump derrotado, que será barrido el 3 de noviembre por Biden, pero esta percepción no es real, porque él tiene un apoyo significativo del 42% de los votantes estadounidenses, aunque esta brecha podría parecer a primera vista insuperable, Trump sigue siendo muy popular, a pesar de las crisis sociales y económicas que han marcado su mandato.
El escenario podría parecer fantasioso para los demócratas, ante unos republicanos optimistas sobre una recuperación económica que les daría impulso, para lo cual el liderazgo de Trump es clave, así como la solución de una vacuna contra el coronavirus antes de las elecciones. Otro factor que hace que sea difícil predecir el resultado de estas elecciones son los estados clave, en los que la batalla está extremadamente cerrada. Estos son la pesadilla de los institutos de Votación, porque a veces se cambian al campo demócrata, a veces al republicano. Tan solo uno de estos “estados indecisos” podría inclinar la balanza para alguno de los candidatos. Por último, debe considerarse que las encuestas no son ciencias exactas, sino que sirven principalmente para dar la tendencia y la dinámica del momento. Si Trump fuera un presidente “normal” y todos los indicadores estuvieran prediciendo su derrota, sería natural aceptar desde ya esas tendencias, pero con él no hay nada escrito y todo puede pasar. Este año, nuevamente, la elección se jugará en ocho estados: Georgia, Ohio, Carolina del Norte, Arizona, Florida, Wisconsin, Pensilvania y Minnesota, donde Trump y Biden están codo a codo.
El reto de ambos candidatos es cautivar a los indecisos y en las convenciones los dos entregaron su último alegato para los votantes, buscado principalmente movilizar a su base, sin abordar realmente al 15% de indecisos que deberían inclinar la balanza de un lado o el otro. Además, debe considerarse que el voto por correo es especialmente importante en esta elección. Aunque ha sido una regla en EE. UU. que el candidato que lidera las urnas cien días antes de las elecciones presidenciales gana, ha habido raras excepciones —tan solo 5 veces en la historia—, Donald Trump lo hizo en el 2016 y se espera que repita la hazaña en 2020. Si Trump gana estas elecciones, sería un caso único en la historia de EE. UU. Dos veces seguidas iría contra todos los pronósticos.