EDITORIAL
Reclamo de médicos debe ser atendido ya
El vencimiento, hoy, de 477 contratos de médicos, enfermeras y personal de apoyo del hospital temporal del Parque de la Industria permite deducir que el Gobierno, y específicamente la anterior cúpula de Salud, calcularon que en cuatro meses estaría solventada la crisis por el covid-19. Ahora bien, si contemplaban picos epidemiológicos, como los que se viven ahora, no debería constituir mayor trámite burocrático la extensión de los mismos.
Sin embargo, la falta de confirmación de algunos contratos, los adeudos de salarios y, sobre todo, las continuas irregularidades en el suministro de equipo de protección, medicamentos e insumos como el oxígeno ponen en duda la continuidad de muchas de estas personas, quienes a pesar de todo han prestado el servicio y han salvado ya muchas vidas. A la fecha, todavía no existe una comunicación oficial del ministerio sobre el mecanismo para dar continuidad a estas plazas. Cabe destacar que en este preciso momento sería mucho más difícil llenar tales plazas con personal capacitado a causa de tantas incompetencias administrativas. De hecho, las convocatorias para contratar médicos y enfermeras en otros hospitales temporales quedan incompletas, puesto que prima el temor a jugarse la vida en medio de tantas carencias.
En este momento, también corre el plazo de 48 horas fijado por el cuerpo médico del Hospital Roosevelt al presidente de la República para sentarse, de cara a la ciudadanía, a escuchar el informe de dificultades, limitaciones, pedidos previos sin respuesta y también posibles sugerencias para combatir de mejor forma la enfermedad. Se trata de un testimonio en la propia voz de quienes se encuentran en el frente de batalla: los médicos.
Resulta llamativo que, a pesar de que el mandatario sea médico, no se haya dedicado, a estas alturas de una crisis sanitaria de tal magnitud, a escuchar de forma directa, sistemática, asertiva, sin intermediarios ni filtros ni roscas, las voces de sus colegas, ya se trate del Colegio de Médicos o de quienes atienden emergencias y consultas externas, en la capital y departamentos. Apenas la semana anterior, el presidente fue a Chimaltenango para entrevistarse con líderes comunitarios. Sin embargo, el director del hospital nacional de esa localidad tuvo que hacer uso de un video en redes sociales para expresar las carencias y angustias que se viven en ese centro.
No es la primera vez que un cuerpo médico hospitalario se ve en la necesidad de salir a la calle para pedir ser escuchado. Tampoco es difícil suponer que en corrillos palaciegos tales expresiones sean descalificadas de una u otra forma. El asunto ha llegado a convertirse en un juego de ofrecer paliativos para que los facultativos regresen a la actividad, pero más temprano que tarde se ven obligados a recurrir de nuevo a la opinión pública para exigir lo obvio: tener recursos para salvar vidas.
Ahora que los aliados del oficialismo empiezan a darle la espalda en el Legislativo, es un buen momento para que el mandatario proceda a sopesar sus fuerzas, apoyos y prioridades. No puede continuar con el juego de intercambios y silencios; es inviable mantener el silencio sobre la dirección aviesa del Legislativo por parte de un correligionario. Sentarse a oír los reclamos de los médicos no lo debilitará, sino, por el contrario, le dará la fuerza necesaria para relanzar la estrategia y colocar los recursos en donde más se necesita; es decir, del lado de la ciudadanía.