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La conmovedora historia de cómo una madre y el hombre preso por la muerte de su hija se unieron para atrapar al verdadero asesino

La búsqueda de una madre por encontrar el asesino de su hija y el deseo de libertad del hombre que estaba en la cárcel condenado por ese crimen los llevó a ambos en una cruzada de más de dos décadas con un resultado inédito en el historial de la investigación forense.

(Foto Prensa Libre: BBC)

(Foto Prensa Libre: BBC)

CAPÍTULO 1: El asesinato

Las dos colegas golpearon tentativamente en la puerta de entrada. Julia y Tawni, que trabajan en un salón de belleza en el centro de Idaho Falls, EE.UU., tenían la esperanza que su amiga contestara.

Angie Dodge no había llegado a cumplir su turno en el trabajo y, después de que no contestara sus llamadas, se apresuraron a ver si estaba bien.

El apartamento de Angie quedaba en la planta superior de un inmueble enchapado en madera desteñida, sobre una callada calle en el norte de la ciudad. Era un caluroso día de junio y el techo que cubría el porche delantero ofrecía una agradable sombra.

Nadie contestó, así que las mujeres entraron por sí solas. Llamaron el nombre de Angie pero no recibieron contestación.

Dos bolsas de basura yacían frente a la estufa y, en la terraza exterior afuera de la cocina, un cenicero repleto y unos vasos de plástico evidenciaban que había habido una pequeña reunión el día anterior.

Tomaron el corredor para revisar la sala de estar. Nada. Luego se dirigieron al dormitorio en la parte de atrás del apartamento. Ahí es donde encontraron su cuerpo.

Angie yacía en el piso con la cabeza contra la pared, al lado de un colchón cubierto con una sábana ensangrentada. Tenía las manos a sus lados y el tapete debajo estaba empapado de sangre.

La habían violado y matado a puñaladas. Tenía una gran cortada que le atravesaba la garganta y más de una decena de heridas punzantes en el cuerpo. No había señales de entrada forzada en el apartamento pero sí de que hubo un forcejeo entre personas.

Idaho Falls
(Foto Prensa Libre: Niki Chan Wylie/BBC)
Niki Chan Wylie / BBC
Idaho Falls es la segunda localidad más grande del estado de Idaho.

La policía concluyó que a Angie la habían matado entre las 00:45 y 11.15 del jueves 13 de junio de 1996. Se llevaron su ropa y el tendido de la cama para hacerles pruebas y recolectaron muestras del ADN del asesino.

“Fueron muy buenas muestras. Había una muestra clara de semen tomada directamente del cuerpo de la víctima. Una muestra muy buena. En perfil impoluto”, dijo el doctor Greg Hampikian, el principal experto en ADN que analizó el caso.

Esto demostraría ser crucial más tarde.

Carol Dodge y su hija Angie
(Foto Prensa Libre: Familia Dodge)
Familia Dodge
Angie Dodge (derecha) había visitado a su madre Carol menos de 12 horas antes de ser asesinada.

La noche anterior, menos de 12 horas antes de que la mataran, Angie había llegado a la modesta casa de un piso de su madre a quien saludó de un beso.

Carol Dodge la mantuvo abrazada. Las dos habían tenido un altercado, como sucedía algunas veces, pero se habían reconciliado rápidamente.

“No la había visto en tres semanas. Tenía 18 años y quería que la dejara madurar por sí sola. Pero cuando vino fue como si no hubiera pasado nada. Simple normalidad”, dijo Dodge.

Angie, la menor y única mujer de cuatro hijos que tuvo la señora Dodge, compartía muchos de los rasgos de su madre, incluyendo ojos penetrantes, pelo rubio y, según los que las conocían bien, una manera de hablar obstinada y directa.

“No soportaba las tonterías de la gente. Era muy inteligente y una de las pocas personas de nuestro grupo en graduarse de la secundaria”, comentó su mejor amiga, Jessica Martínez.

Angie Dodge
(Foto Prensa Libre: Familia Dodge)
Famila Dodge
Angie Dodge tenía 18 años de edad cuando murió.

Angie había terminado con su novio recientemente y, unas semanas antes, se había mudado a su primer apartamento.

“Me dijo que era muy difícil madurar. Recostó su cabeza sobre mi hombro y se mecía para adelante y atrás”, contó Dodge.

El ambiente afuera seguía cálido cuando Angie se despidió de su madre y se dirigió a su auto. “Me lanzó un beso y arrancó. Lo último que me dijo fue ‘te amo’. No tenía idea de lo que iba a suceder”, recordó Dodge.

“Ahora lo interpreto (ese momento) como un regalo de Dios. Estoy muy agradecida que lo pudimos compartir”, agregó.


Idaho Falls es una típica ciudad del occidente de EE.UU., con una población mayoritariamente blanca y cristiana practicante.

La zona central comprende una dispareja combinación de modernos establecimientos de comida chatarra para llevar y concesionarios de automóviles.

Durante el verano, autobuses repletos de turistas pasan camino al Parque Nacional Yellowstone. El rio Snake, flanqueado por dos senderos prístinos, serpentea por el centro de la ciudad antes de continuar por la extensa llanura del sur de Idaho.

Christopher Tapp se encontraba cerca del río cuando supo del asesinato. El joven de 19 años que había abandonado la escuela, estaba acompañado de un grupo de adolescentes conocidos como las Ratas del Río.

Eran conocidos en Idaho Falls y se la pasaban veranos enteros bromeando y bebiendo en la orilla del río.

Christopher Tapp
(Foto Prensa Libre: Christopher Tapp)
Christopher Tapp
Christopher Tapp estaba en el río junto a unos amigos cuando supo del asesinato de Angie Dodge.

La noticia del asesinato se difundió rápidamente, desde los feligreses en el deslumbrante templo mormón hasta los habitantes de las innumerables casas de madera de un piso, y finalmente hasta los muelles, donde las Ratas del Río hablaban en tono silencioso.

Ellos también conocían bien a Angie: frecuentemente se la pasaba en el río.

Su asesinato los dejó con más preguntas que respuestas.

¿Quién pudo haber hecho esto? ¿Por qué escoger a Angie? En un pequeño pueblo como Idaho Falls, donde la criminalidad era baja y todo el mundo se conocía de nombre, el asesinato de una adolescente era inaudito.

Pero para Tapp, que vagaba en el momento sin trabajo, el asesinato simplemente fue otro tema de conversación durante un verano sin rumbo.

“Sé que esto podría sonar mal, pero es una de esas cosas que simplemente sucedieron“, señaló.

Pero ese sofocante día de verano, cuando le informaron por primera vez del asesinato, permanecería con él para siempre. “Ahí fue cuando comenzó todo”, dijo.


El Departamento de Policía de Idaho Falls seguía la teoría de que más de una persona estaba vinculada con el asesinato de Angie Dodge.

Tomaron muestras de ADN de decenas de hombres, incluyendo de las Ratas del Río, pero ninguna coincidió.

El departamento, que no estaba acostumbrado a investigar homicidios tan complejos y de tan alto perfil, parecía abrumado con el caso.

Seis meses después del asesinato de Angie, todavía no tenían pistas claras y la frustración empezaba a amontonarse.

“Te hace pensar en lo que están haciendo, si están haciendo algo al respecto”, declaró en su momento Carol Dodge al diario Idaho Statesman.

“Sencillamente no están calificados. Estos detectives son policías de a pie que han sido promovidos. ¿Qué podemos hacer?¿A dónde vamos? No me imagino qué podemos hacer”, se lamentó.

Carol Dodge
(Foto Prensa Libre: Niki Chan Wylie/BBC)
Niki Chan Wylie / BBC
Carol Dodge empeñó su vida en conseguir justicia por la muerte de su hija.

Pero pronto tuvo una idea. Dodge, una mujer grande con una manera franca en el hablar, distribuyó miles de volantes ofreciendo una recompensa de US$5.000 a cambio de pistas.

Cuando esto no tuvo mucho resultado, se puso a patrullar las calles hasta entrada la madrugada y preguntando a quien estuviera dispuesto a escuchar sí tenían información sobre la muerte de su hija.

Dodge solía meterse a la estación local de policía sin que fuera anunciada para exigir saber lo que el departamento estaba haciendo para dar con el asesino de Angie.

Esto no siempre era bienvenido. La puerta trasera del edificio fue rebautizada en broma por los policías como “la puerta de Carol”, debido a la frecuencia de sus apariciones.

“Yo iba directamente allí donde estaban los detectives, con sus pies sobre los escritorios, y les preguntaba con quién habían hablado y cuándo iban a resolver el asesinato“, explicó Dodge.

“Les decía. ‘Bien pueden quedarse ahí sentados, porque voy a salir esta noche’. Y se reían de mí. Me llamaban la madre loca en duelo”, agregó.

Oficina del defensor público de Idaho Falls.
(Foto Prensa Libre: Niki Chan Wylie/BBC)
Niki Chan Wylie / BBC

La familia de Angie estaba frustrada y quería respuestas. Los titulares de prensa también criticaban al departamento de policía. Pasaron meses hasta que un hombre fuera fichado en la investigación.

CAPÍTULO 2: La confesión

Enero de 1997, siete meses después del asesinato de Angie Dodge.

En el vecino estado de Nevada, el mejor amigo de Christopher Tapp, Benjamin Hobbs, fue arrestado por violar una mujer y amenazarla con un cuchillo.

Los investigadores pensaron que ese crimen era similar al asesinato de Angie. Hobbs, que era oriundo de Idaho Falls y la conocía bien, se convirtió en el principal sospechoso.

La policía trató de armar el caso en torno a él y convocaron a Tapp para que fuera a un interrogatorio.

Christopher Tapp
(Foto Prensa Libre: Prisión del condado de Bonneville)
Prisión del condado de Bonneville
En el curso de tres semanas, Tapps fue interrogado nueve veces y sometido a siete pruebas de detección de mentiras

“Inmediatamente dije: ‘Yo no sé nada. No les puedo ayudar. No tengo idea de lo que están hablando‘”, contó Tapp. Les dijo que había estado con una chica la noche en que Angie fue asesinada.

Pero los detectives, que al comienzo sólo querían preguntarle sobre Hobbs, empezaron a creer que ambos hombres estaban vinculados al asesinato.

Querían saber si Tapp tenía información que pudiera implicar a su amigo, aunque Tapp continuó negando conocimiento alguno del crimen.

Tapp confiaba en los policías -uno de ellos había trabajado en su escuela secundaria- así que continuó cooperando.

En el curso de tres semanas, fue interrogado nueve veces y sometido a siete pruebas de detección de mentiras. Sus abogados afirmaría luego que estuvo más de 100 horas bajo interrogación intensa de la policía.

Los videos de esos interrogatorios muestran un Tapp exhausto, con su cara de niño entre las manos, llorando y casi sin poder hablar.

“Estaba deshecho. No hay otra manera de explicarlo. Estaba deshecho y confundido y atemorizado. Lo único que quería era alejarme de ellos”, dijo Tapp años después.

Los detectives le ofrecieron inmunidad total -queriendo decir que no iría a la cárcel- con tal de que dijera la verdad.

Cuando siguió negando conocimiento alguno del crimen, un experto en poligrafía dijo estaba fallando las pruebas de detección de mentiras. “La máquina nunca miente”, dijo el experto.

Le contó a los investigadores lo que pensó que querían oír. Dijo que Hobbs había asesinado a Dodge.

Luego, tras más pruebas de detección de mentiras e interrogatorios, y después de que un detective los amenazara con la “cámara de gas”, dijo que había estado en el apartamento con Hobbs cuando Angie murió. Contó seis historias diferentes.

“Simplemente les di cualquier información que querían porque pensé que eso me sacaría de la situación”, expresó Tapp.

Pero había un problema. Las pruebas de ADN de Tapp y Hobbs habían salido negativas -no era su semen el que encontraron en la escena del crimen.

Los detectives, ahora a la defensiva, sugirieron que un tercer hombre pudo haber estado involucrado. Tapp implicó a otro amigo, llamado Jeremy Sargir, pero su prueba de ADN también era negativa.

Los detectives arguyeron que Tapp había mentido y anularon por completo su oferta de inmunidad.

Durante una prueba de polígrafo realizada el 30 de enero de 1997, Tapp negó en ocho ocasiones que hubiese apuñalado a Angie Dodge.

La policía le dijo que enfrentaba la pena de muerte pero que podía recibir una sentencia menos severa si confesaba que había temido por su vida durante el ataque.

Le dijeron que tenía que admitir eso si quería salvar su vida.


Extracto de la transcripción del interrogatorio

Detective: Si te viste forzado a hacerlo por temor a perder tu propia vida, esa es una historia diferente. Podríamos irnos por un caso diferente en lugar de cadena perpetua o muerte.

Soy un policía, no debería estar diciendo esto, pero me siento cercano a ti. Tienes que salvar tu vida, punto. Te viste forzado a hacer algo que no querías hacer. Salvar tu pellejo. Te viste atrapado.

Tapp: Está bien.

Detective: ¿Te forzó Ben Hobbs a cortar a Angie Dodge a través del seno derecho con un cuchillo o de lo contrario te dijo que te mataría?

Tapp: Sí.


Después de esta aparente admisión, Tapp preguntó cómo había sido su desempeño y el detective le dio la mano.

Después, Hobbs y Sargis fueron liberados, pero Tapp, muy a su sorpresa y a pesar de que no había evidencia física vinculándolo a la escena del crimen, fue acusado de asesinato y violación.

“Traté de salvarme y lo que hice fue excavar cada vez más el hueco”, dijo. “Luego me acusaron. Me rompió el corazón. Supe que bien podría ser el final”.

El juicio empezó en mayo de 1998.

Tapp, que compareció con un traje suelto azul oscuro y corbata que hacía juego, mantuvo su inocencia durante todo el proceso. Dijo que su confesión había sido forzada y que su prueba de ADN comprobaba que no era el asesino.

“Lo más difícil fue ver a mi madre allí sentada mientras la gente me miraba como si fuera un monstruo”, señaló.

“Todo el mundo miraba los reportajes noticiosos”, indicó Vicki Smith, alguacil del tribunal que trabajó en el caso.

“Pero yo observaba a Chris y su comportamiento, y miraba a su abogado, y sentía como que las cosas no estaban -no puedo explicarlo- no se sentían normales“, agregó.

La defensa trató de que la confesión fuera desestimada como evidencia.

Además de la confesión, la policía presentó el testimonio de una joven llamada Destiny Osborne que afirmó haber oído a Tapp hablando de la matanza en una fiesta. Después se retractaría y alegaría que la policía la presionó a testificar.

Le tomó al jurado poco más de 13 horas para encontrar a Tapp culpable de asesinato en primer grado, violación y uso de un arma letal durante la comisión de un delito grave.

Cuanto se leyó el veredicto unánime, Tapp se desplomó en su silla y se agarró la cabeza.

“Había una enorme foto mía en los periódicos donde puedes ver las lágrimas en mis ojos. Fue desgarrador saber que iba a la cárcel y que posiblemente sería el fin de mi vida”, dijo.

Tapp fue sentenciado a cadena perpetua. “Una cosa que realmente nunca menciono es el hecho que pidieron la pena de muerte. Realmente solicitaron matarme”, dijo.

Después del veredicto, Vicki Smith escoltó al jurado fuera del tribunal. “Dos de ellos cayeron al piso llorando y sollozando”, recordó.

“Creo que la cara de Chris, el hecho que estaba llorando, el hecho que era tan joven, fue demasiado para ellos. Pienso que no querían encontrarlo culpable, pero no había nada en el juicio que probara su inocencia”, apuntó.

Carol Dodge, la madre de la víctima, miró fijamente a Tapp todo el tiempo.

Salió rauda después del veredicto y alzó los brazos en el aire en señal de frustración mientras pasaba por una fila de cámaras y periodistas.

Después de todo, no había evidencia física vinculando a Tapp a la escena del crimen y su ADN no correspondía al encontrado en el cuerpo de su hija.

“Le creí a los investigadores cuando me dijeron que había otra persona que dejó el ADN. Esta furiosa con Chris por no haberlo delatado. No podía entender por qué no nos había dado el nombre”, contó.

“Antes del juicio, le escribí una carta cuando estaba en prisión y dije: ‘Chris, no sé por qué no das el nombre de esta otra persona’. Estaba furiosa con él“, recordó.

Casi dos años después del asesinato de Angie Dodge, Tapp fue enviado a prisión y el caso se estancó.

Pero Carol Dodge estaba decidida a descubrir quién había dejado su ADN en la escena del crimen. “No me iba a desaparecer. Estaba determinada encontrar justicia para mi hija”, aseguró.

CAPÍTULO 3: La misión de una madre

Los primeros esfuerzos de Dodge por encontrar a la otra persona involucrada en el asesinato de Angie no llegaron a nada.

Tapp, entretanto, pasó años en una cárcel de máxima seguridad, primero en Kuna, Idaho, y luego en Texas, con pocas esperanzas de salir.

Carol Dodge
(Foto Prensa Libre: Niki Chan Wylie/BBC)
Niki Chan Wylie / BBC
Carol Dodge estaba decidida a descubrir a la persona cuyo ADN había sido hallado en la escena del crimen.

Sus abogados interpusieron varias apelaciones basadas en diferentes aspectos del juicio pero ninguna tuvo éxito.

El caso se paralizó: Dodge estaba desesperada por encontrar a quién correspondía el ADN y Tapp estaba desesperado por salir de prisión. Ninguno de los resultados parecía probable.

En 2009, más de una década después de la muerte de Angie, el ADN del asesino fue incluido en la base de datos nacional de crímenes, pero todavía no había quién coincidiera.

Unos años después, Dodge recibió una computadora de regalo navideño. No se dudaba para qué la iba a usar. “Siempre estaba buscando en ella maneras de poder resolver el caso del asesinato de mi hija”, dijo.

Encontró una compañía en Florida que podía identificar la raza de la muestra de ADN y la policía acordó hacer la prueba. El resultado encontró que la persona desconocida era 85% caucásica. “Eso descartó muchas pistas”, explicó.

Pero no era suficiente. Dodge sabía que tenía que llamar la atención de famosos expertos.

“Sabía que algo estaba mal así que empecé a estudiar bien sobre ADN. Pasé hora y horas, algunas veces noches enteras, investigando”, señaló.

Finalmente, dio con el doctor Greg Hampikian, uno de los principales expertos forenses de ADN en el país. Él había fundado el Proyecto de Inocencia de Idaho, que se dedica a corregir y prevenir condenas erróneas.

Hampikian ya estaba muy familiarizado con el caso. Tapp le había escrito al Proyecto de Inocencia de Idaho desde prisión hacía unos años rogándoles investigar su condena.

No maté ni le hice daño a nadie y nunca violé a nadie. Por favor, investiguen mi caso. Realmente necesito a alguien que me ayude a salir libre”, decía su carta.

Carta de Tapp
(Foto Prensa Libre: Christopher Tapp)
Christopher Tapp
Tapp buscó ayuda de expertos para demostrar su inocencia.

“Le pedí a una de mis pasantes a que escuchara las grabaciones de los interrogatorios”, manifestó.

“Ella me llamó, casi llorando de la emoción, y dijo: ‘Este tipo es inocente. Le dictaron todo’. Así que tomamos el caso”, contó.

Fue la primera vez que la familia de una víctima trabajaba con una organización dedicada a comprobar inocencia en cualquier sitio de Estados Unidos.

Para entonces, se habían dado enormes avances en la tecnología de ADN.

Con la ayuda de Hampikian, Dodge forzó al Departamento de Policía de Idaho Falls de intentar con algo llamado prueba de ADN familiar.

Esto implicaba buscar en la base de datos de reos convictos en Idaho a cualquier persona que pudo tener un lazo sanguíneo con el asesino de Angie.

Después de dos años de discusiones legales, el estado rehusó el acceso a la base de datos criminal para este tipo de pruebas.

Así que Hampikian salió con una idea más radical. Sugirió cargar la muestra de la escena del crimen en las bases de datos públicas, como las que pertenecen a las compañías que buscan ancestros.

El apoyo de la policía en esto fue crucial. “Estábamos presionando fuertemente. Carol presionaba fuertemente”, señaló Hampikian. Pero al principio resultó ser otra fuente de frustración.

Una base de datos arrojó un sospechoso convincente: un cineasta de Nueva Orleans.

Había estado en Idaho Falls en 1996 y hasta había rodado un cortometraje sobre el asesinato violento de una joven niña. Pero las pruebas de ADN resultaron negativas y la policía se encontró otra vez en el principio.

A pesar de esto, los investigadores en Idaho Falls no estaban preparados a darse por vencidos con este nuevo método. Es más, estaban más decididos que nunca.

Mientras tanto, Carol Dodge estaba confundida. Estaba desesperada por encontrar el ADN que coincidiera con el de la escena del crimen, pero no estaba lista para aceptar la inocencia de Tapp.

Los fiscales pudieron haber tenido la razón, pensó. Tal vez había matado a Angie con alguien más y tenía miedo de delatar a esa persona.

Durante muchos años pensé que Chris tuvo parte en la muerte de Angie“, reconoció “Me tenían convencida de que no había actuado solo. Pero cambié de parecer después de sentarme a escuchar las grabaciones de la confesión”.

Un diario local, The Post Register, había obtenido las grabación gracias al Acta de Libertad de Información y las compartió con Dodge.

Había más de 25 horas de grabación, todo en cintas de VHS, con una pésima calidad de sonido y sin subtítulos. No obstante, Dodge quedó estupefacta con lo que vio.

“Probablemente tuve esas cintas durante años antes de sentarme a revisarlas. Pero, cuando lo hice, me puse muy furiosa con la policía porque le preguntaban algo a Chris y luego respondían por él”, dijo.

Las cintas dejaron a Dodge con dudas sobre si Tapp había matado a su hija. Se puso en contacto con expertos en confesiones falsas para poder entender lo que había visto.

Entre estos estaba Michael Heavey, un juez jubilado que fundó Jueces para la Justicia, que trabaja en anular condenas erradas. “Él invirtió cientos de horas revisando las cintas y dándome una perspectiva sobre ellas”, indició Dodge.

Heavey quedó convencido de que Chris Tapp era inocente. Trabajó durante más de dos años para comprobar que la confesión había sido forzada.

“Constantemente veía que era obvio que este tipo no sabía nada. Chris contó seis historia diferentes. Va desde decir que no estaba allí a confesar que la había apuñalado. Pensé: ‘¿Por qué cambia constantemente?'”, comentó.

Harvey tomó nota de momentos cruciales en el interrogatorio de la policía y concluyó que Tapp había sido engañado -que hasta le habían lavado el cerebro- para que diera un testimonio falso.

“Él creyó que el polígrafo era un instrumento sabelotodo, científico que leía su inconsciente y le decía que él era el asesino de Angie Dodge”.

“Llegaron a manipularlo para cree que estaba reprimiendo los recuerdos de haber estado en el momento del crimen”, dijo Heavey.

En una ocasión, un detective le sugiere que pudo haber borrado los recuerdos debido al trauma.

“Aquí hay un lavado de cerebro y un manipulación a gran escala”, declaró Heavey. “Es algo horrible”.

La BBC solicitó a un experto independiente que revisara algunas de las grabaciones del interrogatorio de Tapp. La profesora Allison Redlich, de la Universidad George Mason en Virginia, coincidió con muchas de las dudas que el juez Heavy y otros han señalado.

“Fue algo muy coercitivo y, realmente, inconstitucional cuando lo amenazaron con la pena de muerte durante una prueba de polígrafo”, dijo la experta.

La profesora Redlich también llamó la atención a la cantidad de tiempo que Tapp duró bajo interrogatorio como un factor de riesgo.

“Definitivamente los interrogatorios largos pueden resultar en que alguien inocente confiese falsamente, porque la resolución de una persona se debilita con el paso del tiempo”, agregó.

“Noté que los policías también le proveyeron detalles del crimen a Chris y le hicieron preguntas capciosas”, indicó la profesora Redlich.

“Le mostraron fotos de la escena del crimen, supuestamente para estimularle la memoria, y eso absolutamente no se debió hacer. Se puede ver cómo empieza a dudar de sus propios recuerdos”, agregó.

El actual jefe de policía de Idaho Falls, Bryce Johnson, reconoció los errores cometidos en el interrogatorio de Tapp, pero asegura que los métodos de la institución han cambiado desde 1996.

“Algo claramente falló aquí, pero las cosas son muy diferentes en términos de lo que pasa hoy”, dijo.

También señaló un error de parte del abogado original de Tapp.

“No creo que se pueda encontrar un abogado defensor que permita que su cliente se quede allá sentado hablándole a la policía así, hoy en día. No creo que eso sucedería”, indicó.

Al ver las grabaciones, Dodge quedó con una duda incesante.

Ahora dudaba de que Tapp hubiese asesinado a su hija, pero no podía estar segura. Entonces, durante una cena, Heavey recibió una llamada de Tapp y ella explotó.

“Me llevé el teléfono afuera y le hablé fuertemente a Chris”.

“Le dije: ‘Mira, hijo de perra, o estuviste allí o no. Deja tus malditos juegos. Si estuviste allí, por Dios, vas a morir si no me das el nombre de con quién estuviste. Y si no estuviste allí, sería mejor que empezaras a gritar que no estabas”, dijo.

Tapp le dijo que no había estado. “Creo que eso fue cuando cambió todo“, expresó.

Tomando un paso increíble, Dodge dijo públicamente que creía que Tapp -que ya llevaba casi dos décadas en la cárcel por el asesinato de su hija- era inocente.

“Es como una película. Imagínense que están en el teatro pensando: ‘Por Dios, ¿qué va a pasar ahora?¿Qué está haciendo? Esto es una locura”, resaltó.

Paisaje
(Foto Prensa Libre: Niki Chan Wylie/BBC)
Niki Chan Wylie / BBC

CAPÍTULO 4: Liberación

Los esfuerzo de Carol Dodge para reunir expertos y mantener la historia en las noticias significaron que para 2016, había un coro de crítica contra la condena de Tapp.

En mayo de ese año, sus abogados interpusieron una apelación.

Afirmaron que la confesión de Tapp había sido el resultado de coerción de la policía y dijeron que no se habían permitido la presentación de los videos y pruebas de polígrafo durante el juicio original.

Esperaban que las nuevas muestras de ADN tomadas de las manos de Angie darían prueba de que él no era el asesino.

El equipo, liderado por John Thomas, creía que tenía un caso firme.

“El nombre de Tapp es sinónimo de confesiones falsas y más trabajo de abogacía”, señaló. “A este chico se la hicieron”.

Pero la apelación se puso espera cuando Thomas recibió una llamada sorpresiva.

Bajo creciente presión de parte de Carol Dodge, los abogados, y la comunidad de Idaho Falls, y ante la perspectiva de un largo proceso de apelación, el fiscal del condado Daniel Clark ofreció un acuerdo para liberar a Tapp.

Saldría libre, pero su condena quedaría en su expediente y estaría al menos 10 años en libertad bajo palabra.

John Thomas
(Foto Prensa Libre: Niki Chan Wylie)
Niki Chan Wylie
John Thomas encabezó al equipo que hizo la apelación de la sentencia.

Después de mucha deliberación, Tapp rechazó el acuerdo porque quería probar su inocencia en un tribunal y limpiar su nombre. “Fue un completo acto de valor”, declaró John Thomas.

Pero entonces Thomas convenció al fiscal a aceptar a otro acuerdo: Tapp quedaría exonerado del cargo de violación, permanecería con el cargo de asesinato y saldría libre después de pasar 20 años en prisión. Y, si la policía llegase a encontrar el verdadero asesino, Tapp sería completamente exonerado.

Tapp estuvo de acuerdo.

“Todos querían que regresara a casa completamente libre“, dijo. “Pero no entendían. Era mi oportunidad; no tendría que mirar por encima del hombro, no más reclusión en mi celda, no más comida horrorosa en la cantina”.


Los guardias llegaron a recogerlo a primera hora de la mañana. Era el 22 de marzo de 2017 y se pronosticaba un inusual día cálido en Idaho Falls.

“Tapp, necesitamos que te vayas. Te vamos a llevar al tribunal”, gritó un guardia.

Dentro del tribunal, Carol Dodge lucía visiblemente emocionada cuando se dirigió a Tapp, que vestía una camisa blanca abotonada y unos pantalones negros que le había comprado su madre.

“Ve adelante sin amargura ni un corazón endurecido”, le pidió. “De aquí en adelante está en tus manos -el camino que escojas”. Dejó el estrado y el tribunal quedó en silencio.

Poco después, tras una declaración del juez, Tapp estaba libre.

John Thomas y Christopher Tapp
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Tapp recuperó su libertad en 2017.

En el lobby, fue asediado por una jauría de medios nacionales, así como con aplausos y gritos de “¡Libertad!”. “Todos me preguntaban cómo se sentía y se estaba listo”, recordó Tapp. “Pero la verdad es que estaba listo desde 1997“.

Decenas de personas esperaban afuera. “Aquí la tienes, Chris. ¡Libertad!”, dijo en voz alta Thomas, mientras le alzaba la mano en alto.

Tapp, que parecía sorprendido por los aplausos, dio una breve declaración en los escalones del juzgado.

“Quiero probarles a todos que puedo ser alguien y hacer algo bien“, declaró. “Agradezco todo el tiempo y energía que Carol me ha dado para ayudarme a llegar hasta aquí”.

Pasó más de una hora abrazando y hablando con sus simpatizantes. Su madre, Vera, ofreció llevarlo a comer pizza. Tapp dijo que mejor quería un bife. Un tropel de periodistas los siguió hasta el restaurante.

“Fue realmente humillante”, dijo. “Sostienen sus cámaras esperando a que comiera pero en la cárcel no te dan utensilios de metal. ¡Tuve que aprender a cortar mi comida en frente de una cámara!”

“El mundo había cambiado”, notó.

“Los celulares dominaban el mundo y ya no había contacto físico entre la gente. Eso me molestó cuando llegué a casa al principio. Además, en mi mente seguía siendo el joven de 20 años, pero todos mis amigos tenían hijos, hipotecas y cuentas de auto que pagar. Tenían vidas de verdad”, agregó.

Christopher Tapp
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A pesar de esto, Tapp estaba dichoso de estar libre. Pero seguía siendo un asesino convicto y el condado estaba empeñado en enfatizar que no había sido exonerado.

“No hay suficiente evidencia para probar que Tapp es inocente”, declaró en su momento le fiscal Daniel Clark.

Sin embargo, Carol Dodge estaba empecinada en encontrar esa evidencia. “Sin encontrar al asesino de mi hija y la persona con el ADN correspondiente”, destacó, “¿podríamos probar que Chris no estuvo allí?”.

Paisaje
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Niki Chan Wylie

CAPÍTULO 5: La cacería

En el verano de 2017, el Departamento de Policía de Idaho Falls recibió un nuevo jefe, Bryce Johnson.

La oficina de investigaciones también se renovó y uno de los policías que había sido un novato en la época del asesinato de Angie Dodge fue nombrado su capitán.

“Poco después de llegar allá, Carol Dodge se comunicó conmigo”, dijo Johnson.

“Se presentó y hablamos un par de veces. Me abrazó, me dijo que me amaba y pensé, ‘Soy un policía estadounidense, ¡no me toque!'”, bromeó.

“Pero me di cuenta de que era sincera. Quedaba claro que absolutamente amaba a Angie y que esta historia había dominado su vida durante décadas“, explicó. “Carol hizo que todos quisiéramos hacer lo mejor por Angie. Tuvo una gran influencia sobre nosotros”.

Bryce Johnson
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Bryce Johnson asumió la jefatura de Policía de Idaho Falls en 2017.

El departamento se dedicó a encontrar quién había dejado la muestra de ADN.

La nueva tecnología –genealogía genética– estaba tomando impulso en EE.UU.

Había sido utilizada para atrapar al sospechoso del caso del Asesino de Golden State, en California, cuando un hombre sospechoso de 12 asesinatos y 45 violaciones fue detenido.

El método implica comparar la evidencia de ADN que se encuentra en la escena del crimen con el ADN de personas que entregan ADN a sitios web comerciales de genealogía como Ancestry.com.

El departamento centró su investigación alrededor de la genealogía genética.

A finales de 2018, la policía se asoció con CeCe More, una experta en ADN que frecuentemente aparecía en destacados programas de televisión.

Moore -con su ensortijado cabello rubio y sonrisa con dentadura blanca- era una de las caras más reconocidas en genealogía genética. Había resuelto casos olvidados por todo el país, pero rechazó el caso de Dodge por temor de que las muestras de ADN estuvieran muy degradadas.

CeCe More
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Niki Chan Wylie
CeCe More es una experta en ADN que frecuentemente aparece en destacados programas de televisión.

“Pero entonces Carol entró en contacto”, dijo. “Me rogó que intentara y tratara de hacer todo lo posible por encontrar el asesino de su hija. Sentí una enorme presión. No quería desilusionarla”.

En el verano de 2018, Moore introdujo el ADN en una base de datos llamada GEDmatch, que permite a los usuarios de sitios como Ancestry.com comparar sus resultados con los de otros. A pesar de sus preocupaciones por la calidad de la muestra, dio resultado.

Empezó a armar redes genéticas, que le permitían ver quién compartía el ADN con el sospechoso desconocido. Esas coincidencias se podrían después rastrear a una pareja ancestral común.

Ese árbol genealógico podría, en teoría, llevar a Moore a dar con el asesino de Angie.

Moore pronto tenía que ser el nieto o bisnieto de un hombre llamado Clarence Ussery.

Basándose en certificados de nacimiento y obituarios, hizo un mapa de todos sus descendientes que hubieran podido tener la edad correcta en el momento de la muerte de Angie en 1996.

Redujo la lista a seis hombres -uno de los cuales vivía en Idaho.

Le entregó el nombre al Departamento de Policía de Idaho Falls, que necesitaba obtener una muestra de ADN de él. Siguieron al sospechoso durante días.

“Le dije a Carol que las cosas se veían bien e íbamos a poder encontrar al asesino”, expresó Moore. “Le dije: ‘Voy a lograr esto, Carol, finalmente voy a encontrar a este tipo y tu finalmente vas a tener justicia y respuestas”.

Pero tendrían que esperar. En un enorme golpe para la nueva investigación, los resultados excluyeron al sospechoso, a su familia y a todos los seis hombres que Moore tenía en su lista.

“Estaba tan segura que tenía que estar en la familia”, dijo Moore. “Fue devastador. Me había estrellado contra una pared. Parecía que la genealogía genética me había llevado por un camino incorrecto por primera vez en mi carrera”.

Las malas noticias fueron un duro golpe para Dodge.

“Me desperté a las tres de la mañana, bebí una Coca Cola, me senté a la mesa de la cocina y empecé a llorar. Dije: ‘Angie, perdóname. Estoy cansada y no sé a dónde ir’. Sentí literalmente que me estaba viendo y diciendo: ‘Mamá, estás casi allí. Has llegado tan lejos. No puedes parar ahora'”, relató.

Moore regresó al árbol genealógico que había armado y lo analizó para ver qué hubiera podido pasar por alto.

“Algo que siempre me había molestado fue un matrimonio muy joven en la familia”, indicó. “Se habían separado y no había hijos registrados. Pero no podía rastrear a la mujer y no podía saber qué había pasado con ella”.

“Quería asegurarme de que no hubiese un hijo nacido de ese matrimonio que se hubiera ido con ella. Sabía que había una oportunidad de que hubiese sido criado por otro hombre”, explicó.

Encontraron lo que buscaban en una pequeña biblioteca en el estado de Misuri.

La asistente de Moore la llamó a decir que habían encontrado un obituario de la mujer. No sólo decía el apellido que había adoptado -Dripps- pero decía que había tenido un hijo y un nieto.

“Investigamos el nieto y encontramos que había sido criado con el apellido del padrastro“, reveló Moore. “Su madre se lo había llevado y nunca más tuvo contacto con la familia original”.

Obituario de Helen Darnell
(Foto Prensa Libre: CeCe Moore)
CeCe Moore

“Luego descubrimos que había vivido en Idaho Falls. No sólo había vivido en Idaho Falls, había vivido allí en 1996″.

“Me eché a llorar”, dijo Moore. “Estaba en un avión tratando de no armar un espectáculo. Sólo podía pensar en los que esto significaría para Carol”.

Moore sostuvo una conferencia de video con los detective en Idaho Falls y explicó que tenía un nuevo nombre: Brian Leigh Dripps Sr.

“Quedé muda de la emoción por un minuto y empecé a llorar”, recordó. “Queríamos tanto que sucediera para Carol. Pero ahí fue cuando mi trabajo terminó y empezó el de ellos. Ahora tendrían que armar un caso”.

La policía investigó el nombre que Moore les dio y quedaron sorprendidos con lo que encontraron.

Descubrieron que Dripps había sido entrevistado como parte de una indagación de un vecindario apenas cinco días después del asesinato de Angie en 1996.

No sólo eso, pero el recibo de una antigua tienda de empeños y unas cuentas de servicios públicos mostraban que había vivido en frente de ella en esa época.

“Quedó bastante claro que esta podía ser la persona que estábamos buscando“, dijo Johnson. “En ese momento, la investigación se elevó a una gran intensidad”.

En mayo de 2019, se lanzó un extenso operativo policial para lograr conseguir muestras de ADN. Dripps vivía en Calldwell, a unas cinco horas por coche, al otro lado de Idaho.

Dentro de la primera hora en que la policía lo observaba, arrojó una colilla de cigarrillo por la ventana de su auto. Un policía corrió a la calle a recogerla pero se perdió entre otras mientras el tráfico paraba rápidamente.

La policía tuvo que vigilarlo durante 24 horas más hasta que tuvieron una segunda oportunidad.

En la tarde del 10 de mayo, los detectives vieron a Dripps arrojar otra colilla por la ventana de su auto. Tan pronto se alejó conduciendo, un detective encubierto corrió a recogerlo.

Los otros oficiales vestidos de civiles detuvieron el tráfico para evitar que pisaran la colilla o atropellaran al detective. La recuperaron e inmediatamente la enviaron para análisis.

“Habíamos hablado con el laboratorio estatal de Idaho y ellos entendían la importancia de este caso para la comunidad”, comentó Johnson. “Conocían a Carol y querían tener los mejores resultados para ella”.

El laboratorio permaneció abierto hasta tarde en la noche y el personal trabajó durante el fin de semana para extraer el ADN y compararlo con el semen y el pelo dejado en la escena del crimen.

Después de más de dos décadas y 100 muestras de ADN, las pruebas arrojaron un resultado positivo. Dripps coincidía con el ADN.

“Estábamos muy felices al respecto”, recordó Johnson. “Peor no empezamos la fiesta todavía”.

El departamento coordinó el operativo para arrestar a Dripps en Caldwell. Sabían que iba a una tienda de víveres todos los días como a las 12:00, así que el plan era arrestarlo cuando saliera de casa.

Brian Leigh Dripps Sr
(Foto Prensa Libre: Policía de Idaho Falls)
Policía de Idaho Falls
Muestras de ADN inculparon a Brian Leigh Dripps Sr en el asesinato de Angie Dodge.

“Pero en lugar de doblar a la izquierda dobló a la derecha”, contó Johnson. “Conducimos una eternidad. En una ocasión, fue por una calle ciega y pensamos si había notado que lo seguíamos”.

Finalmente, Dripps entró en un Banco y los detectives lo detuvieron a la salida.

Estuvo de acuerdo con contestar unas preguntas y, después de una entrevista que duró más de cinco horas, y después de que se le presentara la evidencia de ADN, preguntó si podía tener un cigarrillo.

“Estoy seguro que querrán tener esto grabado”, dijo entonces, según uno de los detectives que lo interrogaban.

Dripps confesó haber violado y asesinado a Angie Dodge y dijo que había actuado solo.

“Me atraparon con toda exactitud con el ADN”, dijo a los policías.

Fue instruido de cargos esa misma noche. Su juicio está programado para junio de 2021 y se ha declarado no culpable. Enfrenta la pena de muerte de ser condenado.

CAPÍTULO 6: Justicia

Se estaba haciendo tarde cuando el jefe de Policía Bryce Johnson regresó a Idaho Falls. Sabía que todavía tenía un trabajo importante que hacer y que el primer paso era hablar con Carol Dodge.

“Le dije que teníamos una coincidencia de ADN y que la persona estaba detenida. Emocionalmente fue bastante abrumador para ella”, dijo.

Pero no le dijo el nombre hasta la mañana siguiente, poco antes de una conferencia de prensa sobre el arresto. Decenas de miembros de la familia Dodge, así como CeCe Moore y otros expertos que habían trabajado en el caso, se reunieron en una sala de reuniones abarrotada para escuchar las noticias.

John Thomas, Carol Dodge y Christopher Tapp
(Foto Prensa Libre: Niki Chan Wylie/BBC)
Niki Chan Wylie / BBC
John Thomas, Carol Dodge y Christopher Tapp.

“Esperaba cinco o seis personas, pero había todo el mundo estaba allí. No pudimos acomodar a todos en el lugar. Carol tenía tanta gente a la que había tocado a lo largo de los años y que formaban parte de esta historia“.

Entonces él le dijo.

“El jefe Johnson dijo que el nuevo sospechoso era Brian Leigh Dripps Sr. y prácticamente me levanté de la silla”, dijo Carol.

“Dije: ‘¿Brian Dripps? Debes estar haciéndome una mala broma. Les supliqué que tomaran su ADN en su momento y me dijeron que les dejara hacer su trabajo. Todavía estoy enojada por eso. Estoy molesta por lo que me hicieron, cuando podrían haber resuelto este caso hace 23 años. Estoy enojada con esos dos policías que ni siquiera escribieron un informe de campo cuando hablaron con él”, agregó.

“Él estuvo allí todo el tiempo”, dijo Dodge, quien comenzó a llorar.

“Me senté frente a su casa durante horas. Justo después de enterrar a Angie, conduje hasta su apartamento solo para sentarme y mirar la ventana de su habitación. Y yo estaba sentado frente a su casa. Estaba tan cerca pero tan lejos“, añadió.

La nueva evidencia llevó al equipo legal de Tapp a presionar por una exoneración total.

Todavía tenía una condena por asesinato en su contra y su abogado John Thomas quería que esta fuera borrada. Una moción para desestimar todos los cargos finalmente se otorgó en julio de 2019 y Tapp, que había pasado más de la mitad de su vida en prisión, finalmente fue declarado inocente por un juez.

Christopher Tapp
(Foto Prensa Libre: Niki Chan Wylie)
Niki Chan Wylie
Christopher Tapp fue declarado inocente en julio de 2019.

Vistiendo camisetas estampadas que decían “¡Te lo dijimos!” e “Inocente”, los amigos y simpatizantes de Tapp vitorearon en la sala del tribunal cuando se dio a conocer la noticia.

Tapp se echó a llorar y su madre, Vera, lo besó en la cabeza. Mientras tanto, Carol Dodge se secó las lágrimas de los ojos cuando el hombre que una vez creyó que había matado a su hija celebró su inocencia.

“Pude decirle a mi madre que mi nombre está limpio. Eso fue lo más importante para mí en este mundo”, dijo Tapp.

“Estoy muy agradecido por lo que todos han hecho por mí. Pero Carol: ella ha sido como una segunda madre. Si no fuera por la perseverancia y el impulso de Carol, nada de esto hubiera ocurrido para mí. Si ella no se hubiera sentado y visto las cintas de interrogatorio, y visto lo malo que era, entonces nada de esto habría sucedido. Estoy tan endeudado con ella”, agregó.

Ambos se abrazaron después de que Tapp fue exonerado, un momento que estuvo forjándose durante dos décadas. “Estaba muy, muy feliz por Chris. Pude ver que su madre finalmente recuperó a su hijo”, dijo Dodge.

Christopher Tapp y Carol Dodge
(Foto Prensa Libre: Alamy Stock Photo)
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El abrazo entre Christopher Tapp y Carol Dodge

Cuando reflexionó sobre el viaje que la había llevado hasta ese momento, Dodge hizo una pausa y exhaló un profundo suspiro. Su voz se hizo más fuerte y más contundente.

“Mi lucha era para encontrar justicia para mi hija. En cada camino que transité alguien trató de levantar una barricada o un obstáculo en el camino. En todas partes alguien me decía ‘no puedes hacer esto’ o ‘no puedes hacer eso’. Yo dije: simplemente apártese y míreme hacerlo”, dijo.


Christopher Tapp tiene planes de demandar a la ciudad de Idaho Falls. Se trata de un plan en marcha. Su historia inspiró una nueva ley que busca asegurar que las personas que han sido condenadas de forma errónea en Idaho sean compensadas de forma justa por el estado.

Carol Dodge inició un proyecto de recaudación de fondos, 5 for Hope, que busca recursos para solucionar casos criminales no resueltos en Estados Unidos. Se trata de un reto enorme. Entre 1980 y 2008, hubo un estimado de 185.000 casos de homicidio que aún permanecen sin resolver.