Comunitario

Asistencia alimentaria, una deuda con la poblaciones del corredor seco en medio de la pandemia

No es solo es la pérdida de producción agrícola para autoconsumo, lo que es recurrente en la zona del corredor seco por las sequías, al drama de las familias se suma la crisis económica generada por el nuevo coronavirus lo que los hace más vulnerables al hambre.

En el corredor seco hay 1 millón de personas que requieren asistencia alimentaria para paliar la crisis desencadenada por el covid-19. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

En el corredor seco hay 1 millón de personas que requieren asistencia alimentaria para paliar la crisis desencadenada por el covid-19. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

Más de un millón de personas del área rural del corredor seco necesitan asistencia de alimentos, pero acceder a los programas de protección social creados para la emergencia del covid-19 está fuera de su alcance. Los criterios establecidos por el gobierno para elegir a los beneficiarios los excluye, como tener energía eléctrica en su hogar para recibir el Bono familia, pues su condición de pobreza no les permite tener el servicio.

De acuerdo con el informe El hambre es la medida del covid-19: Incremento de la población que requiere asistencia alimentaria en el corredor seco de Guatemala, elaborado por Oxfam, el número de hogares que se asoma al umbral de la escasez va en aumento conforme el virus gana terreno, debido a la crisis económica que ha generado y que impacta principalmente al sector informal, a los agricultores de subsistencia.

En relación al 2019, este año se evidencia un incremento de 102.8% en el número de hogares que necesitan ser apoyados con alimentos, pues sus reservas de comida se han agotado. Los más golpeados son los que enfrentan inseguridad alimentaria severa, pues la cantidad de familias vulnerables pasó de un 7.4% a 28.8%, la cifra se cuadruplicó.

Acá se ubican las personas con carencia extrema de consumo de alimentos, que tiene pérdida extrema de bienes productivos y realizan medidas de emergencia o crisis para alimentarse, como vender sus propiedades, trabajar solo por alimentos o realizar empleos riesgosos, incluso, dejar a un lado la vergüenza y salir a las carreteras a pedir alimentos.

La cantidad de hogares que están en inseguridad alimentaria moderada ahora son más, de un 17.8% se incrementó a 22.5%. En tanto que descendió el número de quienes se encuentran en inseguridad alimentaria leve, ya que de un 14.9% bajó a un 5%.

Sin embargo, esto no es nada alentador, pues en lugar de que las familias pasaran a tener un nivel adecuado de alimentos estas migraron a los niveles moderado y severo, donde hay mayor riesgo de padecer hambre.

Para este informe se entrevistó a 4 mil 526 hogares distribuidos en 51 comunidades de Cubulco, Rabinal y San Miguel Chicaj, en Baja Verapaz, mientras que en Chiquimula se alcanzó a personas de Camotán, Jocotán y Olopa.

La condición en que se encuentran estas poblaciones permite tener una fotografía del resto de comunidades del corredor seco, y tomando como base la cantidad de habitantes en el área rural del censo poblacional 2018, se estima que son 1 millón 12 mil 292 personas que están en inseguridad alimentaria severa y moderada, alrededor de 190 mil 999 hogares.

Con hambre y sin asistencia

En las áreas rurales evaluadas del corredor seco seis de cada diez hogares que está en inseguridad alimentaria severa no tienen luz eléctrica, tampoco un teléfono celular, y mucho menos acceso a internet, según el informe de Oxfam.

Los hogares que tienen inseguridad alimentaria moderada reportan que tres de cada diez carecen de luz eléctrica y no tiene un celular, y solo la mitad logra conectarse a internet.

Gráfica elaborada por Oxfam en la que se evidencia la situación de energía eléctrica, telefonía celular e internet, según la situación alimentaria de los hogares vulnerables evaluados.

 

Esta condición los deja fuera del programa Bono Familia que implementó el gobierno para apoyar a quienes ven afectada su economía debido a la crisis generada por el covid-19.

Pese a que el hambre golpea a su puerta, ellos no pueden recibir los Q1 mil por los tres meses que se acordó entregar a 2.2 millones de hogares, cuyo consumo de energía eléctrica resulte menor a 200 kWh.

“Estaba claro que era inviable el mecanismo pensado por el Ministerio de Desarrollo para enviar el Bono familia, porque hay comunidades en el área, como Jocotán (Chiquimula), que para alumbrarse de noche usan ocote”, dice Fernando Barillas, de la Asociación Antigua al Rescate que lleva alimentos a aldeas del corredor seco.

Tener energía eléctrica en casa para estas familias es un lujo, pero también representaba su única oportunidad para ser tomados en cuenta en este programa, pues son quienes tienen urgencia de asistencia alimentaria.

Rodrigo Fernández, presidente de la Comisión Nacional de Energía Eléctrica (CNEE), señala que una de las razones por las que muchas comunidades están sin energía es porque han quedado lejos de las puntas de red de las distribuidoras, y llevarles el servicio requiere de mayor infraestructura y la inversión es mayor.

Otros programas

Pero no solo se trata del Bono Familia, de acuerdo con el informe de Oxfam el programa de Asistencia de alimentos tampoco es suficiente para atender a la población vulnerable, pues son Q200 por ración de alimentos lo que se prometió entregar a las familias para suplir un mes de comida.

“El costo para que la ración cumpla con las 2 mil 100 kcal/persona/día que recomienda las normas Esfera de asistencia humanitaria es de al menos Q400, sin incluir costes logísticos”, refiere el reporte como una de las debilidades del programa, que está previsto para llegar una sola vez a los hogares, cuando el impacto de la crisis generada por el covid-19 durará probablemente hasta septiembre, para las familias que han lograron sembrar granos básicos u otro producto agrícola, para las que no, “la crisis puede durar más tiempo”.

Otra dificultad es que las familias solo pueden ser incluidos en un programa.

“Los hogares que accedan a la asistencia alimentaria estarían recibiendo tan solo un 6.7% del monto que recibirían los beneficiarios del Bono familia”, señala el estudio de Oxfam.

En cuanto al Apoyo a la economía informal que es un subsidio de Q1 mil por una sola vez para comerciantes informales, este tampoco es de gran ayuda. Este beneficio es un 33% menor al que se entrega en el Bono Familia, y como sucede con la asistencia alimentaria, hay poco control en la creación de la lista de beneficiados, que está a cargo de las municipalidades.

Maritza Méndez, titular de la Secretaria de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Sesán), menciona que el Gobierno tiene diez programas sociales para responder al impacto económico que ha generado el covid-19 en el país, uno de ellos es precisamente el programa de apoyo alimentario que beneficiará a un millón de familias, y que incluye a hogares que carecen de energía eléctrica. La distribución de los víveres ya comenzó y será un proceso gradual, de tres a cuatro meses, para alcanzar a la población vulnerable de los 340 municipios del país.

Además, a través de las Comisiones Municipales de Seguridad Alimentaria y Nutricional la Sesán promueve el apoyo local a las familias que están en inseguridad alimentaria o tienen niños con desnutrición aguda.

Impacto en la desnutrición

Hasta ahora, según Barrillas, los programas no han llegado a los hogares que están en riesgo alimentario, pues en el caso de la ayuda a través de alimentos, el apoyo se concentró en las áreas urbanas. Pero esta falta de asistencia traerá como resultado el aumento de casos de desnutrición aguda en niños menores de cinco años, y al ingresar el covid-19 al corredor seco representará un mayor riesgo, podría ser letal.

“Un niño con desnutrición aguda tiene nueve veces más riesgo de muerte que uno que no lo padece”, dice Iván Aguilar, jefe del Programa Humanitario de Oxfam Guatemala,

Mientras que las personas en precariedad alimentaria tienen un sistema inmunológico deprimido, con lo cual, estarían en una situación de vulnerabilidad mayor si llegan a infectarse con el nuevo coronavirus.

Según el informe Oxfam, los programas de protección social previstos para responder a la crisis del covid-19 puede reducir el “incremento sustancial” de la seguridad alimentaria siempre que se garanticen mecanismos que faciliten la inclusión de los hogares más vulnerables, especialmente de las zonas rurales, y dada la crisis socioeconómica generada por la pandemia se hace necesario trabajar en una propuesta de protección social para el próximo año.

 

 

 

ESCRITO POR:

Ana Lucía Ola

Periodista de Prensa Libre especializada en temas comunitarios, con énfasis en Salud y Educación, con 17 años de experiencia. Reconocida con el Premio de Prensa Libre en categoría Reportaje, en 2019. Premio de la UPANA por Informar a la población guatemalteca sobre la realidad en nutrición y desnutrición en el país, en 2019. Diplomado El periodismo en la era digital como agente y líder de la transformación digital impartido por el Tecnológico de Monterrey.