Desde que comenzó la suspensión de clase presenciales debido a la emergencia del covid-19, el pasado 16 de marzo, los colegios deben presentar mes a mes un plan estratégico al ministerio con la adecuación de los contenidos del Currículo Nacional Base a la modalidad virtual, la cual muchos establecimientos han adoptado para impartir clases a distancia.
“Los supervisores (del Mineduc) autorizan dicho plan y llevan un control del avance del mismo para verificar su cumplimiento y continuidad, y eso es lo que determina en algún momento la posibilidad de contar con un receso que no sea de mucho tiempo”, indica Cermeño.
En el caso de los centros educativos del sector público, este descaso no aplica debido a que los estudiantes no reciben clases de manera virtual, mientras que los maestros los apoyan con la estrategia Aprendo en casa.
Diana Brown, presidenta de la Asociación de Colegios Privados de Guatemala, menciona que las vacaciones de medio año es un receso tanto para maestros, como para los estudiantes y padres de familia, pues ahora el hogar se convirtió en espacio donde los niños y jóvenes estudian a diario.
“Es muy necesario el descanso, se viven momentos complicados y un entorno socioemocional diferente y con una carga de trabajo en casa que es distinta a la que se seguía en el centro educativo”, agrega.
La pausa será de una semana, algunos colegios aprovecharán del Día del maestro para descansar, mientras que otros comenzarán el período de vacaciones de medio año a partir del próximo lunes.
Los maestros que han recurrido a las plataformas virtuales para continuar con el ciclo escolar han tenido que adaptarse a esta modalidad, y a criterio de Esther Ortega, exviceministra de Diseño y Verificación de la Calidad Educativa, esto exige un esfuerzo mayor por parte del docente para preparar el material, pues no muchos estaban habituados a esta manera de enseñanza. El impartir la clase también es desgastante, y resulta incómodo pasar frente a la pantalla de la computada por largos períodos de tiempo, se complica aún más cuando son varias secciones a las que deben dar el mismo contenido durante el día, agrega.
Para los estudiantes tampoco ha sido sencillo. Tienen que estar conectados a la computadora o tablets por horas y estar atentos a la lección, no distraerse con lo que pasa a su alrededor es un reto para ellos. A esto se suma las tareas que deben hacer para entregar en plazo estipulado de tiempo, una faena que parece interminable.
“Los maestros necesitan un respiro, recargar baterías y los alumnos también, porque realmente lo único que ha mejorado en este sentido es que los estudiantes ya no madrugan a las cuatro o cinco de la mañana para estar en clases a las siete, esa es una ventaja que tienen y les ayuda a concentrase mejor”, dice Ortega.
A criterio de María del Carmen Aceña, exministra de Educación, este descanso también será para los padres de familia, porque al final ellos están al tanto de que sus hijos cumplan con los horarios y con las tareas que les asignan, muchos hacen el papel de maestro, principalmente en el caso de los niños de preprimaria y de los primeros años de primaria.
Falta supervisión
Si bien este receso es necesario, no todos los centros educativos privados están dando continuidad al aprendizaje de los estudiantes de manera virtual, como se esperaría, principalmente los colegios de nivel socioeconómico bajo que no cuentan con las condiciones para hacerlo.
En este punto Brown indica que no todos tienen plataformas en línea, pero utilizan aplicaciones de mensajería como Whatsapp para enviar contenido a sus estudiantes, asignar tareas o lecturas. “Todos están cumpliendo y a solicitud del Ministerio de Educación se entrega la planificación a la Supervisión y Direcciones Departamentales, porque tienen que tener la certeza de que se continúa con lo que es el servicio educativo”, dice.
Son los supervisores los que autorizan y llevan el control del avance de los planes que los colegios presentan al Mineduc, pero la cartera no tiene la capacidad de supervisión para garantizar que los centros educativos cumplan con lo que plasman en el papel, según Ortega.
Refiere que en las áreas urbanas un supervisor tiene asignado entre 30 y 40 instituciones educativas, lo que dificulta la inspección de cada una, mientras que en las áreas rurales está el problema de la movilidad, debido a las distancias en que se encuentran los establecimientos no los visitan.
“Para supervisar correctamente tienen que ir a ver que está pasando en los centros, también les pueden dar los links y que ellos (supervisores) puedan entrar a las plataformas y ver si es cierto que están dando las clases, esa es la única forma de supervisar”, señala Ortega.
Mientras que para Aceña es necesario tener un levantamiento de datos sobre qué instituciones educativas están trabajando, ya sea virtualmente o en otra modalidad. “Necesitamos el inventario desde ahora, para que a final del año no resulte que un montón de instituciones quieran hacer ganar a sus alumnos si haber dado la educación virtual”, refiere.