EDITORIAL
Cimiento de la libertad
El bloqueo a la Libertad de Prensa puede llegar a tener consecuencias mortíferas y basta un devastador ejemplo
actual: la censura a los periodistas y a la libre expresión ciudadana son señalados de ser factor crítico que impidió que se conociera a tiempo la gravedad y velocidad del brote de coronavirus en Wuhan, China. De haberse tenido información clara, oportuna y sin mordaza gubernamental, muy probablemente se habría logrado atajar a tiempo su propagación.
En todo caso, tal como lo señala la Organización de Naciones Unidas para la Ciencia y la Cultura (Unesco), en tiempos de emergencia como los que vive el mundo es cuando la información veraz, comprobada y certera tiene una importancia vital, tanto para frenar rumores infundados como para demandar a los gobiernos acciones eficientes en materia de salud y prevención.
Desafortunadamente, el síndrome de secretismo y cerrazón suele cundir incluso en administraciones electas democráticamente. En lugar de transparentar todo el actuar del Estado, hay funcionarios que terminan promoviendo todo lo contrario, a menudo con el consejo de supuestos expertos en comunicación que, irónicamente, terminan recomendando dosis de incomunicación y hermetismo.
Es comprensible que los políticos tengan una necesidad, casi mercadológica, de aceptación en la opinión pública. Lamentablemente, este legítimo afán de gozar de buena fama o de no ser recordado como un presidente, un alcalde o un diputado más puede llegar a conducir por el camino ancho de la intolerancia, el clientelismo y los panoramas artificiales proyectados por el sesgo de roscas de oportunistas. En contextos así, la labor crítica de la prensa independiente resulta molesta, incómoda y difícil.
La Libertad de Prensa no es beneficio exclusivo para periodistas, sino una garantía para la democracia, la cuentadancia y también para la salud. El escenario digital ha permitido un alcance mayor y a la vez abre la puerta a estrategias maliciosas como los llamados netcenter, que suplantan o simulan identidades de ciudadanos para atacar a los medios serios. Tales estrategias de agresión caen por su propio peso porque incurren en el oficioso encomio masivo en favor de determinados personajes o grupos de interés.
Desde 1993 se conmemora, cada 3 de mayo, el Día Mundial de la Libertad de Prensa, para exaltar y defender el papel fundamental de la comunicación sin cortapisas, una garantía que no puede ni debe ser conculcada por ningún Estado. En este punto cabe recordar a todos los comunicadores guatemaltecos que han sido asesinados o intimidados por causa de su labor, crímenes que merecen una enérgica condena y la búsqueda de justicia contra los perpetradores. La Libre Expresión del Pensamiento es un derecho plasmado en nuestra Constitución que no pocos políticos y grupúsculos han intentado coartar a través de estratagemas legalistas. Tales maniobras han fracasado y seguirán fracasando porque la población sabe que necesita información confiable, oportuna y comprobada, y ese es el compromiso diario de Prensa Libre, desde su primer ejemplar hasta la fecha.