Hoy, 18 de abril, es el Día del Patrimonio Mundial, según decisión de la Conferencia General de la Unesco, celebrada en Nov1983. Su origen viene de 1972, cuando la Convención para la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural estableció que en nuestro planeta hay lugares de “Valor universal excepcional”, considerados patrimonio de la humanidad.

Esa declaratoria pretende provocar la toma de conciencia sobre la diversidad de ese patrimonio, su vulnerabilidad y el esfuerzo que requiere su conservación y protección, ante su importancia en la vida de las comunidades como fuente de identidad.

193 países han ratificado la Convención del Patrimonio Mundial, Guatemala incluida, integrándose a una comunidad internacional con la misión de identificar y proteger el patrimonio cultural y natural más importante de la Tierra. La Lista del Patrimonio Mundial incluye 1,121 sitios: 869 culturales, 213 naturales y 39 mixtos. Así, cada 18 de abril se celebra en todo el mundo el Día del Patrimonio Mundial con actividades como mesas redondas, foros, visitas a monumentos y sitios, y notas periodísticas.

Hoy, 18 de abril de 2020, ante la pandemia mundial del covid-19, nadie está celebrando nada. Fecha y condiciones que aprovecho para hacer algunas reflexiones.

Nuestra riqueza natural es grande. Basta ver hacia los cuatro puntos cardinales de su abrupta geográfica, donde el paisaje está dotado de 27 volcanes reconocibles, lo mismo que los efectos de su origen primigenio, por catástrofes geológicas, impresionantemente documentadas por el ingeniero Héctor Monzón Despang, entre las que destacan ríos, lagos, cuevas, montañas y barrancos.

De la riqueza cultural hay vestigios de culturas ancestrales diseminadas por todo el territorio: cerámica, escultura, pintura, urbanismo y arquitectura de valor excepcional. Del período colonial, todos los pueblos existentes, cuya máxima representación es La Antigua Guatemala, que sobrevivió terremotos, abandono y repoblación, que no alteraron su traza renacentista y arquitectura barroca. Valores protegidos desde mediados del siglo XX, cuando se crearon instituciones e instrumentos legales apropiados: Instituto de Antropología e Historia (1947) y Ley Protectora de La Antigua Guatemala (1969).

Funcionarios culturales propiciamos que la Constitución de 1985 incluyera un capítulo dedicado a la Cultura, estableciéndose que su preservación y promoción estaría a cargo de un órgano específico… al que el decreto ley 25-86 del 10 de enero de 1986 dio vida como Ministerio de Cultura y Deportes. El primer presidente electo en la época democrática fue el licenciado Vinicio Cerezo (en 1986). Como suele suceder, cometió el error de dar premios de consolación, nombrando en cargos de la Administración Pública a correligionarios que no fueron electos durante la contienda, por lo que el nuevo Ministerio empezó con mal pie; desliz corregido durante el primer año. La nueva gestión hizo del Ministerio lo que se esperaba, poniendo la cultura en la agenda del Estado como materia prima de nuestra identidad.

Con aporte de funcionarios culturales se creó la Ley para la Protección del Patrimonio Cultural de la Nación (1997), que reconoce a las asociaciones de vecinos como vigilantes del Patrimonio Cultural (Art. 59) y responsabiliza a las comunas por la aplicación de esa ley (Art. 62). Y en 2003, el Ministerio Público creó la Fiscalía de Delitos Contra el Patrimonio Cultural de la Nación. Entre altos y bajos, las últimas administraciones han sido laxas en cumplir con su deber y compromisos internacionales. El patrimonio natural y cultural quedó a merced de explotadores: los bosques se talan para imponer monocultivos y el patrimonio cultural convertido en mercancía desechable.
Así las cosas, ¿qué celebraremos cuando pase la pandemia?