No tenía brazos, pero cerca de la estatua se encontró un antebrazo y una mano con una manzana, pero nunca quedó claro que pertenecían a la efigie y posteriormente se perdió rastro de estas extremidades.
Kendrotás no pudo trasladarla al principio, porque pesa al menos dos mil libras, pero por fin la llevó a un granero. Luego intentó venderla. Un viajero llamado Dumont D’Urville intentó comprarla, pero no llevaba dinero suficiente, por lo que recurrió al embajador francés en Constantinopla, Turquía.
El caso es que fue llevada a Francia, donde se exhibe en el museo Louvre y prácticamente constituye un símbolo de este país, pese a su origen griego.
Hasta la fecha no se conoce al autor, pero por rasgos estilísticos se atribuye hipotéticamente a Alejandro de Antioquía.
Mide dos metros de alto y es una talla completa tridimensional. Visualmente, el peso del cuerpo recae sobre la pierna derecha. La musculatura reflejada en el hombro izquierdo sugiere que el brazo estaba alzado. El cuerpo gira en forma de S, una composición denominada curva praxiteliana, que aumenta el movimiento de la estatua.
A pesar de ciertos indicios constituye un misterio la verdadera postura de los brazos de la deidad. Algunas teorías señalan que está por abrazar a otro personaje mientras que algunas más afirman que sostiene una corona, un espejo o un escudo. Sin embargo, hay expertos que afirman que representa a la diosa Artemisa, con un arco o que no era una diosa sino una representación de una joven con un cántaro. En todo caso, existe unanimidad acerca de la gran belleza que irradia sin las extremidades.
Expresión serena
El rostro de la Venus irradia tranquilidad, aunque también cierta tristeza. No hay ninguna clave acerca de la identidad de la modelo que posó para el artista, sin embargo, un artista surcoreano llamado Joongwon Jeong desarrolló un trabajo que recreaba el posible aspecto real de famosas esculturas, entre ellos la dama de Milo, que también podría ser la diosa Anfítrite, esposa de Poseidón, el dios del mar.