Política

¿Los guatemaltecos tienen miedo al coronavirus? Un antropólogo explica cómo se encuentra la sociedad y los efectos del covid-19

El antropólogo y politólogo Ricardo Sáenz de Tejada, dice que la contracción de la actividad productiva y comercial va a tener efectos devastadores, pero que en este momento lo urgente es atender la emergencia sanitaria y plantear, en el mediano plazo, la reconstrucción de la economía.

Desde el 15 de marzo el presidente Alejandro Giammattei decretó un estado de Calamidad, sin embargo, las actividades económicas continúan. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

Desde el 15 de marzo el presidente Alejandro Giammattei decretó un estado de Calamidad, sin embargo, las actividades económicas continúan. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

El antropólogo y politólogo Ricardo Sáenz de Tejada, dice que la contracción de la actividad productiva y comercial va a tener efectos devastadores, pero que en este momento lo urgente es atender la emergencia sanitaria y plantear, en el mediano plazo, la reconstrucción de la economía.

 

 

Sáenz de Tejada, quien es coordinador del doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad de San Carlos (Usac) conversó con Prensa Libre para analizar las implicaciones sociales, económicas, políticas y antropológicas relacionadas con las crisis que vive el país a raíz de la pandemia del coronavirus covid-19.

¿Cuál es su interpretación de la situación social del país ante la crisis del covid-19?

Yo partiría en plantear en qué situación enfrenta Guatemala una crisis global que nadie había previsto y cuya duración y consecuencia no sabemos. Lo primero que enfrentamos es la debilidad del Estado en términos políticos, administrativos y financieros.

El primer déficit es en lo político, porque no tiene autoridad sobre la población, como se ha planteado, porque el Estado no controla muchos territorios debido a que históricamente las comunidades han podido resolver sus problemas sin la participación del Gobierno, entonces, carece de autoridad política y ha sido capturado por las élites empresariales y redes políticas económicas ilícitas.

En segundo lugar, la debilidad administrativa, porque existe una burocracia tan desordenada que ni siquiera sabemos cuántos empleados públicos tenemos. Se pretende llevar a las familias más vulnerables ayuda económica directa y en alimentos, pero no dicen qué enviarán, los mecanismos, cómo se van a identificar esas familias que necesitan más.

Y por supuesto la debilidad financiera. Un Estado con una recaudación de menos del 10% con relación al Producto Interno Bruto (PIB) nos pone en desventaja frente al mundo.

¿Y lo anterior qué nos comunica o cómo se puede interpretar?

Que la sociedad va a tener que enfrentar esta situación sin el apoyo del Estado y esa es la primera razón por la que las personas están actuando de la manera que vemos. Entre el 70 y 75 por ciento de la población está en el sector informal, lo cual podemos medir según el Instituto Nacional de Estadística (INE), que indica que son las empresas de menos de cinco empleados o autoempleados. Pero, sobre todo, carecen de contrato y de seguridad social, es decir que no tienen garantizado un ingreso mensual, por lo tanto, dependen de su trabajo diario o sea sus actividades cotidianas para alimentar a su familia, lo cual explica que la gente no tiene más alternativa que salir a vender sus productos; por eso ahora vemos en las esquinas personas vendiendo mascarillas.

A lo anterior hay que agregar las debilidades que ha tenido el Gobierno al enviar mensajes contradictorios; por ejemplo, un día dijo vayan a la playa y otro no salgan y ahora prohíbe ir a las playas y hacen unos días -dijo que- vayan a hacer sus compras. Son mensajes que no han tenido la contundencia necesaria para hacer que las personas que no tienen necesidad de salir a la calle no lo hagan, pero el problema es que el 75 por ciento no tienen un ingreso fijo y tiene que ver cómo lo resuelven.

¿Es normal el temor colectivo que existe por adquirir el coronavirus?

Por supuesto, los antropólogos físicos han demostrado que el miedo es una condición de los seres humanos para protegerse del peligro, el cual siempre está presente en la mayoría de los mamíferos. Por ejemplo, un gato cuando escucha ladrar a un perro huye y ese temor es el factor que le permite garantizar su seguridad, entonces el miedo que existe por contraer esa enfermedad, sobre todo con la información que vemos cotidianamente. Las imágenes que el presidente Alejandro Giammattei divulgó de lo que sucede en Ecuador, lógicamente produce miedo y es la respuesta de los seres humanos ante un riesgo, lo cual generalmente lleva a que las personas busquen protección aislándose y evitar el contacto; sin embargo, también existe el miedo al hambre, de no tener los recursos para alimentar a la familia y eso es lo que mantiene esa actividad comercial que se convierte en una alternativa.

En esta crisis se han visto dos respuestas, por un lado, la urbana y por el otro la rural, ¿Cuál es su lectura?

Creo que Guatemala es una sociedad que se caracteriza por las desigualdades sociales y por la diversidad sociocultural, entonces lo que hemos visto en algunas comunidades indígenas es, por ejemplo, recurrir a las autoridades ancestrales, quienes han establecido normas de convivencia como la prohibición de abrir mercados, la venta de alcohol y reuniones con cierto número de personas, lo cual ha sido más efectivo que las decisiones del Estado, porque existe un sentido comunitario.  También está la diferencia de que no es lo mismo cómo ve la cuarentena un empleado público que tiene garantizado su sueldo a fin de mes y un trabajador agrícola, que cuando es contratado gana entre Q20 y Q30 al día y que si deja de trabajar también deja de comer.

En cuanto al covid-19, se teme que en las áreas rurales se puedan registrar casos debido a los puntos ciegos que existen en las fronteras, ¿Cuál es su opinión?

El pequeño contrabando fronterizo siempre ha sido un medio de subsistencia para esas poblaciones, lo que se ha modificado con la presencia del narcotráfico. Hay varios municipios que son gobernados por estructuras criminales donde el Estado ya no tiene presencia, lo cual facilita ese flujo de mercancías y de personas, pero siempre han existido, y en este caso para regresar a Guatemala.

Existe la dicotomía de la importancia de lo social y lo económico, ¿Qué es primero a esta altura?

Lo urgente en estos momentos es preservar la salud y la vida de la mayoría de los guatemaltecos, en ese sentido deben tomarse en cuenta las medidas y acciones necesarias que permitan que se preserven la vida y la salud. La crisis económica es global, va a golpear fuertemente lo social por el cierre de empresas. La contracción de la actividad productiva y comercial va a tener efectos devastadores, pero en este momento lo urgente es atender la emergencia sanitaria y plantear en el mediano plazo la reconstrucción de la economía, lo cual va a requerir un esfuerzo colectivo y el sacrificio de quienes por años se han beneficiado del estado de cosas actual.

¿La necesidad se impondrá al temor?

Se combinan. Los seres humanos utilizan repertorios de acción donde, de alguna manera, va realizando cálculos estratégicos, como la información mostrada hace unos días por el presidente que decía que la situación estaba parcialmente controlada, entonces las personas estimaban que había menos riesgo, pero probablemente ahora se establezca que hay más riesgo y se acepte la cuarentena. Pero esto debe estar acompañado de apoyo económico para las personas que no tienen una fuente de ingresos permanente, esta es la agenda a corto plazo, ahora la de mediano plazo va a ser reconstruir la economía del país.

¿Cuáles escenarios ve hacia el futuro?

Después del terremoto de 1976 fue la población la que salió a resolver la emergencia antes que el Estado respondiera. En medio de la incertidumbre, lo que podemos confirmar es que el modelo de Estado y la institucionalidad democrática que se ha venido construyendo desde 1985 está agotado, y creo que vamos a un escenario como el chileno, que ante el agotamiento del sistema político y el funcionamiento del Estado estaban por decidir la forma en que iban a realizar una Asamblea Nacional Constituyente.  Creo que la anterior es una demanda que varios movimientos sociales han venido planteando desde hace un lustro y ahora se confirma la necesidad de renovar ese pacto social, la necesidad de construir un Estado fuerte que sea capaz de responder a situaciones como la actual, y la necesidad de establecer políticas distributivas y redistributivas que permitan una situación contraria a la que tenemos ahora, de que la mayoría de personas tengan un empleo formal y no la precariedad en la que vivimos.

Otro aspecto importante es que la crisis política está afectando a los sectores populares y a las clases medias, quienes hace un mes tenían una idea de su futuro más o más estable en cuanto a que iban tener ingresos a fin de mes, que tomarían vacaciones de Semana Santa. La sensación que existe es que cada uno está abandonado a su suerte y eso es lo que se tiene que corregir, con un Estado que responda a los intereses y necesidades de la mayoría de la población.

Eso implica una reforma constitucional profunda

Sí, pero más creo que el escenario que se está presentando en el futuro, quizás en los próximos cinco años, es una Asamblea Nacional Constituyente, es decir, una institución democrática que nos permita reconstruir o construir un nuevo pacto social y político para Guatemala.

¿Después de esta crisis tendremos una nueva sociedad?

Es una discusión que están realizando los filósofos políticos del mundo, pero las lecciones de la historia es que los cambios sociales no se dan por generación espontánea, sino que son el resultado de la acción colectiva, de lo que los hombres y las mujeres de manera organizada y colectiva vayan efectuando. Creo que esta crisis sí es una nueva oportunidad que va a depender de los sujetos sociales y políticos para construir el tipo de sociedad futura. Ya quedó clara la lección de que este Estado no funciona, la forma en que está organizada la sociedad genera desigualdades y asimetrías que es necesario repensarla.

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