En los tiempos difíciles, como en la tormenta recia en medio de mar embravecido, o con el viento huracanado pegando con fuerza, cuesta ser como la palmera que no pelea la realidad irguiéndose con soberbia insensatez, sino cede al momento doblegándose para resistir.
La resistencia en los tiempos duros de la vida es de donde salen los mejores ejemplos de heroísmo y valentía. Vemos a esos doctores, enfermeras, personal médico en general, dando pasos de gigantes combatiendo al monstruo, con instrumentos inadecuados e insumos insuficientes. Son los hermanos guatemaltecos que están deteniendo la enorme presión de esta presa virulenta, con sus dedos, tapando los agujeros de las filtraciones con amenaza de colapso.

Gracias a todos los guatemaltecos laborando en medio de una crisis inédita, para mantener funcionando los componentes más importantes del sistema: generación de luz, agua, producción y distribución de comida, combustibles, farmacias, supermercados y los medios de comunicación manteniéndonos informados y entretenidos. Es fácil tomarlos como un hecho cuando siempre nos sirven sin descansar.
Al presidente se le ha visto activo y demostrando liderazgo. No le ha tocado fácil hacer lo que tiene que hacer en medio de ese virus sistémico que convierte la planicie operativa en un “cuesta arriba” burocrático con momentos en que todos quieren apagar las velas y quedarse con el pastel…

Y hablando del pastel. Solo le recomiendo al presidente que pida rendición de cuentas razonables (tomando en cuenta el estado de Calamidad) a los encargados del gasto masivo que está en proceso, y que sea implacable con la corrupción, teniendo en cuenta que se está solicitando al Congreso la aprobación de Q18 mil 500 millones.

Hace días se vienen planteando las siguientes preguntas: ¿Quién y cómo se va a encargar de la operatividad de esos recursos en forma expedita y transparente y hasta dónde aguantaremos trabajando a medias? Seamos realistas. La crisis que estamos viviendo plantea un dilema muy singular: ¿el combate al virus o la destrucción de la economía? La parálisis completa entraña un impacto altísimo para la economía y tiene costes con repercusiones de efecto dominó, inevitables.

Precisamente pensando en esos escenarios, el economista austriaco Hazlitt sostiene que “en la economía hay que examinar no solo lo inmediato, sino los efectos más largos de cualquier acto o política, y en rastrear las consecuencias de esa política, no solo para un grupo, sino para todos los grupos”. Los escenarios de conflictividad se deben tomar en cuenta. El impacto en el sector informal, especialmente el que vive del día a día, es vulnerable. Las imágenes de los saqueos en Chile, Argentina y Nicaragua perduran en la memoria colectiva.

El sector productivo (pequeños, medianos y grandes empresarios) tiene un límite de sostenibilidad financiera. Soportan las planillas hasta donde pueden. Ya se ven despidos por el cierre. El efecto es un círculo nefasto. Ayudar a las empresas, medianas y pequeñas, a sostenerse debe formar parte esencial del plan de emergencia, porque al final del día solo ellos son los que generan empleos y sostienen el sistema económico. Nunca estaremos todos de acuerdo con todas las medidas que se están tomando. Las discrepancias y el disenso son naturales. Pero es claro lo que dicen las escrituras, que “en la multitud de consejeros está la sabiduría… Y que “examinemos todo y retengamos lo bueno”.

Sin duda que la fórmula de la sobrevivencia de esta crisis tiene un elemento esencial: “la unidad”. “Juntos podemos”, “Pueblo unido jamás será vencido”, “La unión hace la fuerza” .

Hoy más que nunca todos estos eslóganes tienen más sentido.