EDITORIAL

Se reitera llamado a mantener serenidad

Totalmente reprobable fue la difusión por redes sociales, ayer, de ambiguos videos que solo buscan crear psicosis acerca de supuestas compras compulsivas de ciertos artículos. Es lamentable que haya quienes se presten a difundir tales mensajes, grabados en locales de Panamá pero con la clara intención de confundir y dar la falsa impresión de que tales acciones ocurren en territorio nacional, para inducir perversamente un ambiente de zozobra.

Pero así como es importante la prudente alerta en las acciones de la vida hogareña y laboral, también resulta necesaria la precaución estratégica en las disposiciones emanadas desde el Estado. Cierto: es urgente y necesario atajar la posibilidad de ingreso de pacientes portadores de covid-19 al país, y en ese sentido puede tener alguna lógica el veto a la entrada de viajeros que hayan estado en Corea del Sur, China e Irán; sin embargo, la prohibición para turistas europeos y la cuarentena obligatoria para guatemaltecos que hayan visitado ese territorio representa un costo de oportunidad que merece ser cuantificado con claridad para prever su impacto económico. Si bien para fijar las restricciones se invoca la protección de vidas, cabe considerar también el impacto en los ingresos directos e indirectos que se dejarán de percibir.

La capacidad instalada de atención a pacientes con casos sospechosos en el país es aún limitada, y aunque bajo el estado de Calamidad puede llegar a ser ampliada, también se necesita tener un plan claro de respaldo y logística, puesto que un potencial hacinamiento puede llegar a tener otro tipo de consecuencias humanitarias. En todo caso, debe ser el protocolo médico el que prevalezca para tal tipo de operación.

Por otra parte, es necesaria una actitud de responsabilidad, solidaridad y empatía por parte de todos aquellos comercios en los cuales se distribuyan insumos relacionados con las acciones preventivas, tales como desinfectantes, jabones, papel higiénico, mascarillas y alcohol en gel, a fin de no convertir la tensión en un disparador de ventas y ganancias a costa de la emergencia. En todo caso, las autoridades encargadas de la defensa del consumidor efectúan desde hace dos semanas monitoreos constantes e incluso ya han emitido sanciones. Por otra parte, los consumidores deben tener un comportamiento solidario, lo cual implica evitar cualquier forma de acaparamiento privado, pues ello sería una irresponsabilidad egoísta.

En un todavía inexistente escenario de detección de casos, que ojalá no llegue a darse, resultará clave la obediencia de todos los ciudadanos a las restricciones y requisitos establecidos para actividades públicas, de las cuales, sin duda alguna, las procesiones y velaciones son las más concurridas por parte de fieles provenientes de diversos puntos del país e incluso guatemaltecos migrantes que vuelven precisamente para participar en ellas. Sin perjuicio de su valor como patrimonio tradicional, será justo y necesario respetar una eventual suspensión de determinados cortejos, en caso de declararse una emergencia.

El reto es global, es enorme y trae situaciones posiblemente inéditas. Autoridades, sectores productivos y ciudadanos de todas condiciones sociales deben mantener abiertos los canales de comunicación para poder reaccionar de la mejor manera, tratando de evitar daños innecesarios a la economía, de la cual dependen también empleos y familias.

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