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Chiaki Mukai: Quetzal-1 servirá para que los guatemaltecos logren sueños aún más grandes

La doctora y primera mujer astronauta del Japón y de Asia en viajar al espacio, Chiaki Mukai, conversa con Prensa Libre sobre su experiencia en viajes fuera de la Tierra, así como del Quetzal-1, el primer satélite guatemalteco que será lanzado en marzo.

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Chiaki Mukai es una astronauta japonesa nacida en Tatebayashi, localidad de la prefectura de Gunma, el 6 de mayo de 1952.

Cursó estudios básicos para luego especializarse en medicina. En 1977 obtuvo la licenciatura en Medicina por la Escuela Superior Femenina de Keio, en Tokyo, en en 1968 se doctoró en Fisiología.

Su decisión de estudiar medicina está fuertemente ligada a su familia, y no precisamente por presiones o por continuar con la “tradición de generaciones”. Su hermano, tres años menor que ella, padecía discapacidad en las piernas, lo que impedía que pudiera caminar.

“Yo quería ayudar a las personas que se encuentra con problemas a través de la medicina”, dice mientras habla sobre su hermano.

Así empezó todo

Su especialización en cirugía cardiovascular la tuvo trabajando alrededor de diez años en diversos hospitales, hasta que en 1985 surgió la convocatoria que le llevaría años después a salir de la Tierra.

En ese entonces, cuenta, el gobierno de Japón buscaba personas que se dedicaran a investigaciones en el espacio exterior.
Luego de aplicar fue elegida como la primer mujer astronauta por la, entonces llamada, Agencia Nacional de Desarrollo Espacial de Japón (NASDA), actualmente llamada Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA, por sus siglas en inglés).

“Fui muy feliz al ser elegida”, dice mientras recuerda cómo integró la primera generación de astronautas en la época en que Japón aún era un país en “vías de desarrollo” en temas de exploración aeroespacial.

“Cuando me convertí en astronauta, en Japón aún no existía la ley sobre la igualdad de oportunidades laborales. Eso ocurrió hasta un año después de haber sido elegida. Pasé por una época en la que tanto mujeres como hombres empezaron a explorar sus vidas con mucha fuerza”, menciona.

El primer programa en que participó fue como especialista en carga útil para la misión STS-47 Spacelab-J. En este proyecto no viajó al espacio. Fue hasta 8 de julio de 1994 que viajó por primera vez fuera de la Tierra en la misión STS-65 a bordo del transbordador espacial Columbia. En esta misión la doctora Mukai participó en varios experimentos científicos y médicos. Tras quince días en el espacio regresó a la Tierra el 23 de julio de 1994.

Luego de trabajar como especialista de carga útil de respaldo en la misión STS-90, Chiaki Mukai viajó por segunda vez al espacio el 29 de octubre de 1998, esta vez, a bordo del transbordador espacial Discovery y en la misión STS-95.

En esta misión desarrolló junto a la tripulación más de ochenta experimentos científicos relacionados con la investigación médica y de materiales en un entorno de microgravedad.

El 7 de noviembre de 1998 regresó a la Tierra, convirtiéndose así en la primera mujer japonesa y de Asia en volar dos veces al espacio.

En agosto del 2000, Chiaki Mukai fue asignada para coordinar las operaciones científicas de la la misión STS-107, que voló con destino al espacio en 2003, pero que terminó en aquella tragedia que enlutó a Estados Unidos y al mundo cuando el transbordador espacial Columbia se desintegró durante su regreso a la Tierra.

El poder de la educación

Luego de su servicio en misiones en el espacio, Chiaki Mukai empezó a impartir sus conocimientos en medicina espacial, de los años 2004 a 2007, en la Universidad Internacional del Espacio (ISU, por sus siglas en inglés) con sede en Francia.

“Después de haberme convertido en astronauta, hace más de 30 años, yo me dedico actualmente a educar sobre la utilización de la medicina en el espacio y al desarrollo de programas que usa la Estación Espacial Internacional”, agrega.

Actualmente la doctora Chiaki Mukai es vicerrectora de la Universidad de Ciencias de Tokyo y dirige el Centro de Investigación para Colonias Espaciales de esa casa de estudios, lugar en donde desarrollan investigaciones sobre agricultura espacial y reciclaje del agua y el aire en el espacio, entre otros.

Chiaki Mukai cree que para alcanzar un sueño se necesita de la educación. “Es importante tener un sueño siempre. Para lograr ese sueño, convertirlo en realidad, la educación es lo más importante. Por eso yo me encuentro en esta universidad para trabajar en la educación”, señala.

“Yo confío mucho en la fuerza que tiene la educación porque sin ella no me habría convertido en médico o astronauta. La educación ofrece la oportunidad de autorrealizarse”, agrega muy segura.

Quetzal-1: Un gran paso

“Vi con mis propios ojos el satélite guatemalteco”, dice emocionada al recordar que en diciembre de 2019 fue entregado el cubesat Quetzal-1 al centro aeroespacial de Jaxa en la ciudad de Tsukuba de manos del ingeniero Víctor Ayerdi, codirector del proyecto y director de Ingeniería Mecánica e Ingeniería Mecánica Industrial de la Universidad del Valle de Guatemala (UVG).

A la doctora Mukai le parece “magnífico” el proyecto del primer satélite guatemalteco desarrollado por estudiantes y maestros de la UVG. “Sentí mucha pasión de parte de los profesores. Vi el satélite y me parece muy bien terminado, muy hermoso”, indica.

Luego de ser puesto en órbita, en abril próximo, el Quetzal-1 transmitirá y recibirá información desde la Estación de Control en Tierra instalada en la UVG. Su misión es probar un sensor óptico para capturar imágenes en diferentes longitudes de onda, y así detectar clorofila en cuerpos de agua. A través de los datos que sean recabados, se podrá calcular la concentración de cianobacteria en ellos y así contribuir a resolver los problemas que afectan al lago de Atitlán.

“Yo confío mucho en la fuerza que tiene la educación porque sin ella no me habría convertido en médico o astronauta. La educación ofrece la oportunidad de autorrealizarse.”

Este proyecto forma parte de un programa de la Oficina de las Naciones Unidas para los Asuntos del Espacio Ultraterrestre (UNOOSA, por sus siglas en inglés) en colaboración con JAXA. “Haber sido elegidos por la Organización de las Naciones Unidas es algo digno”, señala Mukai, quien agrega que este es un “gran primer paso para los guatemaltecos, para que de aquí en adelante se pueda usar el espacio para la comunicación o para la observación”.

Al preguntarle sobre cómo ve la implementación de este tipo de proyectos en países como Guatemala, la exastronauta los califica de positivos. “Me gustaría que el espacio sea usado por todas las personas de la Tierra, no solo por los países avanzados como Estados Unidos o los países de Europa, sino por los países en vías de desarrollo para avances tecnológicos, observación o educación, que es lo más importante”, agrega.

Chiaki Mukai espera que se formen muchos más ingenieros en Guatemala que puedan llegar a crear satélites más grandes que el Quetzal-1.

“El satélite de Guatemala es muy pequeño, pero está lleno de sueños de los estudiantes de la Universidad del Valle. Yo creo que esto servirá para que los guatemaltecos logren sueños aún más grandes”, enfatiza.

Lo más grande

“No me lo esperaba”, dice al ser cuestionada si en algún momento de su vida imaginó acumular tantos logros en su carrera. “Siempre estuve concentrada en las dificultades frente a mi y a superarlas. Conforme fui creciendo me decía que si pude lograr esto, podría lograr lo otro y aquello”, agrega.

“Cuando trabajaba como médico me dedicaba a la parte clínica en medicina operacional. Estuve cerca de los pacientes luchando contra las enfermedades. Yo creo que eso en mi vida es uno de los resultados más grandes que pude obtener”, concluye.